Svalbard, un laboratorio natural y el «talón de Aquiles de la OTAN»
Este archipiélago, de soberanía noruega, pero con mayoría de población rusa, es al tiempo un paraíso científico y un enclave estratégico para Rusia y China
Para los expertos se tiene en esta región una situación explosiva
Un gran laboratorio científico-innovador natural en pleno Ártico, bajo soberanía Noruega pero cercado por aguas rusas. El archipiélago de Svalbard acumula todas las papeletas para convertirse en un enclave estratégico de enorme importancia geopolítica. James Wither, profesor del Centro Europeo de Estudios de Seguridad ... George C. Marshall, ha llegado a afirmar que es «el talón de Aquiles de la OTAN en el Ártico, porque su lejanía de Noruega continental y su estatuto jurídico particular lo hacen políticamente y militarmente vulnerable al aventurismo ruso, neutralizando la capacidad de maniobra en la zona».
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Polo Norte
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Frédéric Mertens de Wilmars, profesor titular y coordinador del grado de relaciones internacionales de la Universidad europea de Valencia, comenta a ABC que las peculiaridades de Svalbard se basan en un status jurídico particular. Un tratado firmado en 1920 en Versalles reconoce la soberanía noruega, pero garantiza a los ciudadanos de los Estados firmantes (46 países) la libertad de explotar sus recursos naturales 'en perfecta igualdad'. «Este archipiélago, que los rusos llaman 'spitzberg', no puede ser una zona militarizada por ninguna nación. Y otra rareza es que como está a poca distancia del Polo Norte hay múltiples misiones científicas en la zona, de ahí que el gobierno noruego se refiera a Svalbard como un laboratorio natural y un microcosmos ideal de estudio. Pero esas misiones en realidad camuflan la realidad, que es el ejercicio de una cierta soberanía por parte de cada país que busca la explotación de sus intereses en esas tierras», apunta Mertens.
Tiene una superficie ocho veces mayor que la de las islas Canarias y su biodiversidad justifica que se hayan reunido investigadores para estudiar de cerca el campo magnético de la Tierra, las corrientes oceánicas, los glaciares y los efectos del cambio climático. Ya que Svalbard es el termómetro de ese cambio que indica la gravedad de lo que está por venir, en los últimos años ha experimentado un aumento de 7 grados, mayor que la media mundial. Antes de la crisis climática se decía que en Svalbard se estaba prohibido morir, porque con la bajada de temperaturas los cuerpos enterrados en el cementerio de Longyearbyen emergían momificados. Lo cierto es que no existe otra zona en el Ártico alto a la que sea tan sencillo acceder.
El deshielo es lo que lo hace especialmente atractiva, y como detalla Mertens «abre la posibilidad de nuevas rutas comerciales marítimas ahorrando días y los pasos del Canal de Suez o del conflictivo estrecho de Malaca. A la vez Svalbard es el paso al acceso a los recursos de gas y petróleo presentes bajo suelo ártico. Lo que da una extensión de influencia geopolítica para el país que esté ejerciendo actividades económicas o de exploración en la zona. Y es por eso que Japón, Corea del Sur o la India también han puesto bases científicas allí. Los chinos ya están preparando una Nueva Ruta de la Seda polar contando con ese espacio. Ya que China se considera un país casi ártico.
Ya en 2014 el gobierno noruego tuvo que detener la construcción de un radar y de un proyecto turístico del empresario chino Huang Nubo, porque temía que fuera un hombre de paja y tuviera detrás a Pekín. Por tanto, es una zona muy sensible y China ha unido fuerzas con una Rusia que cuenta en la zona con los vestigios de la época soviética en Svalbard y el busto de Lenin con el lema: «Nuestro objetivo: el comunismo».
Moscú sigue extrayendo el poco carbón que queda para justificar su presencia y no dejar terreno libre a otros. El cónsul ruso Serguei Guschin comentó: «No discuto que es un territorio noruego, pero forma parte de la historia rusa». Mertens señala que continuamente Putin juega con esa retórica propagandística de siempre hemos estado ahí, justificado por la comunidad rusa en la zona, para reclamar su gobernanza». Además se une que la isla más al sur del archipiélago, Bjørnøya, se encuentra cerca de las aguas que los submarinos nucleares rusos de la Flota del Norte deben seguir para llegar al Océano Atlántico.
Mertens establece que «estaríamos ante una situación parecida a la de Lituania con Kaliningrado, ese territorio perteneciente a Rusia, pero separado de las fronteras de Putin. Un enclave particular con intereses rusos y con influencia de la OTAN. Para los rusos también puede ser un talón de Aquiles, porque los occidentales pueden influir en la zona de forma que la balanza se incline más hacia ellos. Por tanto, tenemos en esta zona de Svalbard una situación explosiva». Y Noruega para evitar una diplomacia de ocupación en nombre de la ciencia que plantase su bandera, ha intentado infructuosamente desde 2019 priorizar investigaciones conjuntas.
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Al mismo tiempo se une que la minería rusa por el carbón está obsoleta, y la población ha diversificado sus actividades en turismo y ciencia. Y tras la anexión de Crimea, para Rusia adquirió una nueva importancia simbólica, mientras que Noruega organizaba la asamblea parlamentaria de la OTAN como respuesta. Asimismo el acceso a Svalbard es teóricamente libre, pero Moscú en los últimas semanas ha denunciado como intolerable y sujeto a represalias el bloqueo noruego en el paso fronterizo terrestre de Storskog de 20 toneladas de mercancías para los mineros rusos. Noruega se justifica diciendo que el bloqueo responde a la aplicación de las sanciones europeas adoptadas contra el Kremlin por la guerra con Ucrania.
Tecnología y seguridad
El interés creciente por la zona no solo se manifiesta en Svalbard con las misiones científicas y por tener un calentamiento seis veces más pronunciado que en el resto del mundo. También está la estación satelital Svalsat, la mayor de este tipo del mundo que, según el Kremlin, descarga datos militares. Dos cables de fibra óptica que unen Svalsat con el continente resultaron recientemente dañados de modo misterioso. Si ha sido un boicot no se ha podido confirmar.
Y para Mertens el hecho de que allí se encuentre el arca de Noé de la alimentación, con el banco mundial de semillas, también le da peso en la disputa de naciones. Guarda toda la variedad vegetal del planeta, es crucial para la supervivencia del ser humano y la seguridad alimentaria. La fundación Crop Trust es la responsable y su portavoz afirma: «Esa información, escondida en el código genético de cada espécimen, será clave para mejorar las cosechas del futuro». Todo estos intereses pondrán en aprietos a Noruega, y Mertens señala que las crecientes tensiones reinantes hacen de Svalbard un punto caliente de disputas, donde los escenarios son inciertos.
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