ANÁLISIS
La sede de Vorsevi en Cartuja, una venta a la baja
El grupo cordobés Carrillo compra el edificio de 7.000 metros por 3,6 millones de euros

AUNQUE el negocio inmobiliario está mejorando en Sevilla , estas semanas se ha sellado una operación muy poco halagüeña para aquellos empresarios e inversores que tienen como parte de su patrimonio un edificio en la Isla de la Cartuja. Hace ahora una década la extinta compañía Vorsevi invirtió más de 12 millones de euros en la construcción de una de las sedes empresariales más sofisticadas del antiguo solar de la Expo 92 . Este inmueble de la calle Leonardo Da Vinci —diseñado con un mimo extraordinario por parte de sus promotores— llama la atención porque está coronado por un hermoso y costeado caparazón de cristal y acero. Tiene más de 7.000 metros distribuidos en cinco plantas, además de dos sótanos de 2.000 metros (uno de ellos habilitado como aparcamiento para 70 vehículos). Con la entrada en liquidación de la compañía —Vorsevi es otra de las víctimas de la desaparición de la obra pública en Andalucía— el edificio era el principal activo para resolver una parte de las deudas del concurso de acreedores.
Y tras varios años en los que el mercado inmobiliario de la Isla de la Cartuja ha estado paralizado, el bufete Adalte Abogados ha logrado al fin colocar la sede de Vorsevi en una transacción que tiene, al menos, un elemento positivo: el comprador es un inversor solvente. Se trata del empresario cordobés Antonio Carrillo , un pionero español de la televisión por cable reconvertido en operador de telecomunicaciones (a través de la firma PTV Telecom). ¿Pero cuál ha sido el precio final de la operación? Carrillo hizo una oferta inicial de 3,6 millones de euros, un importe que ningún otro postor serio ha sido capaz de superar. Esto indica que la cotización del metro cuadrado apenas roza los 515 euros, con lo cual el valor de la vistosa sede de Vorsevi está incluso por debajo del coste de la construcción. El contrapunto más negativo es que una transacción a este precio afecta directamente a toda la comunidad de propietarios del recinto tecnológico, cuyos edificios no tendrán cotizaciones muy superiores (los valores de mercado lo marcan las operaciones reales).
Aunque ha habido numerosos inversores que han analizado esta adquisición, lo cierto es que a ctualmente la cercana competencia del rascacielos Torre Sevilla es demasiado imponente como para arriesgarse a apostar por un edificio singular (que requiere, precisamente por ello, inquilinos singulares). Con lo cual, ha quedado patente que aún hoy la Cartuja, en lo que al valor inmobiliario se refiere, sigue estando bajo mínimos.