Opinión

Potencial andaluz para una reactivación eficaz

Tribuna de Rogelio Velasco, consejero de Empleo de la Junta de Andalucía

Rogelio Velasco, consejero de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad de la Junta de Andalucía Juan Flores

Rogelio Velasco

El año 2020 va a suponer un punto de inflexión en la historia de la economía contemporánea mundial. Nos ha sobrevenido una rotunda crisis justo en el momento en el que estábamos empezando a levantar cabeza del colapso de 2008, cuando la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos causó una onda expansiva de la que ningún país pudo escapar.

Desgraciadamente, la historia de las pandemias es casi tan fecunda como la propia historia de la humanidad. A diferencia de las guerras, más aún si son fratricidas, las amargas lecciones que nos ofrecen las epidemias difícilmente pasan de una generación a otra. En la Gran Depresión o la Gran Recesión la crisis se debió a causas estrictamente económicas. Pero los efectos económicos de las pandemias tienden a diluirse rápidamente, una vez el virus cesa en su propagación. A veces incluso les suceden épocas de gran prosperidad, como ocurrió con los denominados «Felices 20» tras la erróneamente llamada Gripe española, de la que ahora, tan amargamente, se cumple su primer centenario.

«La caída del PIB en Andalucía podría situarse en el 10,4% al final del ejercicio»

Pero para que esa recuperación se produzca, debemos concentrar nuestros esfuerzos en minimizar el número de contagiados, porque es esto lo que minimiza el coste económico y, por consiguiente, la recesión. Dicho de otra forma: existe una clara correlación negativa entre el volumen de muertos y fallecidos y los datos económicos que ofrecen todos los organismos nacionales e internacionales, como acaba de volver a hacer el FMI. Cuanto mayores sean los primeros, más altos serán los costes sanitarios y más restrictivas las medidas de confinamiento con efectos demoledores sobre nuestras actividades productivas.

España presenta unos de los peores datos a nivel internacional en cualquiera de los indicadores que mide la severidad de la pandemia. Las medidas de confinamiento impuestas, imposibles de evaluar porque no existen (afortunadamente) casos históricos comparables, han impactado con enorme dureza en el tejido económico y empresarial de nuestro país. En Andalucía la severidad incluso ha sido mayor, habida cuenta de la mayor dependencia de sectores como el turismo y el elevado volumen de empleo temporal.

El coste estimado de esta factura, en el mejor de los escenarios, supondrá una merma del Producto Interior Bruto (PIB) nacional que oscilará entre el -10 y el -15% (el FMI revisó el pasado 24 de junio su previsión para nuestro país, cifrándolo en el -12,8%; el Banco de España lo situó entre el -9% y -15%). España e Italia se convertirían, si se cumplen las negras previsiones del Fondo Monetario Internacional, en los países europeos más castigados, seguidos de Francia (-12,5%) y a gran distancia de Alemania (-7,8%).

En Andalucía las cifras podrían resultar incluso peores, dada la alta dependencia de sectores como el turismo. Nuestros propios estudios, basados en los escasos indicadores existentes desde el mes de marzo, sitúan el PIB en el -10,4% al cierre del año, frente al crecimiento del 1,5% que preveíamos apenas un mes antes.

Soy una persona optimista por naturaleza. Pero mi condición de economista no me hace dejar de basar mis percepciones en datos. Me niego a dejarme guiar por el desánimo ni, mucho menos, a darme por vencido. Andalucía es una tierra trabajadora y con un enorme talento, con una buena ubicación para los negocios y una capacidad envidiable de adaptación a los cambios. Con un tejido industrial emprendedor.

«Hay datos para la esperanza, como que el consumo se recupera más rápido de lo previsto»

Y existen ya datos positivos: el consumo se está recuperando más rápido de lo esperado, lo que incorpora esperanza sobre la velocidad de la recuperación. Según datos del Banco Sabadell, en la última semana de junio el consumo en Andalucía se incrementó un 10,9% respecto a la semana anterior, a un ritmo superior a la media nacional que lo hizo un 6,3%. El comercio se sitúa, así, a un 78,9% del nivel que registraban en la misma semana del año anterior. Este menor nivel está condicionado, por cuestiones obvias, por las gasolineras y por otros comercios relacionados con la ropa, la salud y la belleza, ya que en el resto, los niveles de actividad comercial están por encima de hace un año.

Confío, por tanto, en que el escenario que se acaba de abrir, sin restricciones a la movilidad, con la apertura al turismo internacional, nos permita ir avanzando (en condiciones de seguridad) para superar lo antes posible esta cruel adversidad, para recuperar y mejorar el nivel de producción y empleo previo a esta crisis.

Desde la Administración no debemos dejar de poner en marcha políticas públicas de ayudas al tejido productivo y a la ciudadanía más vulnerable. Desde el primer momento, junto al ingente esfuerzo en el ámbito sanitario para frenar la pandemia, hemos desplegado un conjunto de medidas que atienden a tres prioridades: apoyar el mantenimiento del empleo, aliviar a los autónomos y apoyar la actividad económica con medidas de liquidez y flexibilidad interna en las empresas.

En primer lugar, hemos simplificado y agilizado trámites para la concesión de ayudas y la atracción de inversiones. Fue uno de los primeros compromisos adquiridos por este Gobierno y el principal objetivo del decreto-ley de mejora y simplificación de la regulación para el fomento de la actividad productiva de Andalucía.

«Nuestros esfuerzos deben volcarse ahora en una profunda reactivación, tanto económica como social»

Además, y sólo en el ámbito competencial de la Consejería de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad, hemos puesto a disposición de estos objetivos 150 millones de euros entre líneas de avales (71 millones), ayudas para proyectos de I+D+i empresarial (43 millones), transformación digital (22 millones), apoyo específico al pequeño comercio y la artesanía (11 millones) e investigación científica sobre el virus (3 millones).

Nuestros esfuerzos deben volcarse ahora en una profunda reactivación, tanto económica como social. La actuación pública debe pivotar sobre varios ejes, de aplicación transversal: digitalización (de empresas, trabajadores, escolares o la propia administración), innovación (favoreciendo ecosistemas innovadores y de transferencia de conocimiento), economía ‘verde’ (centrada en la mejora del cambio climático, el crecimiento verde y azul, la mejora en la gestión del agua, o la economía circular), integración (líneas de apoyo a pymes y autónomos que incentiven la contratación, refuerzo de recursos asistenciales y ayudas a colectivos vulnerables), impulso a la cultura, emprendimiento tecnológico y startups, y, por supuesto, educación (actuaciones de refuerzo educativo, implementación de FP y ampliación de recursos educativos digitales para la adquisición de más y mejores competencias).

Andalucía está preparada para ello. No será fácil y requerirá que todos arrimemos el hombro. Pero tenemos claro los objetivos y las necesidades.

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