ANÁLISIS

La retirada de oxígeno a IAT

El concurso de acreedores del centro tecnológico es el ejemplo de cómo está gestionando la Junta su política industrial. Tras el maná de ayudas han llegado los impagos

LUIS MONTOTO

Hay noticias que revelan la verdadera dimensión de un propósito. Por un lado estaba el cacareado Pacto Andaluz por la Industria , firmado con la misma fanfarria que los viejos Acuerdos de Concertación Social y acompañado de la promesa vaporosa de una lluvia de millones para cambiar el esquema económico de esta región (nada menos que 8.000 millones de euros). Y mientras tanto, el Instituto Andaluz de Tecnología (IAT), una fundación promovida por los ingenieros industriales que durante tres décadas ha unido esfuerzos públicos y privados para mejorar con innovación el tejido productivo, solicitaba el concurso de acreedores ante los impagos de la Junta de Andalucía (le adeuda más de 1,5 millones) y ante la total ausencia de nuevas convocatorias públicas .

La gestión de IAT ha tenido, sin duda, luces y sombras. Fueron pioneros a la hora de implantar un modelo que funciona en Alemania , donde hay centros muy especializados que gestionan proyectos de I+D+i uniendo financiación pública e intereses del sector privado. A partir de ahí, es cierto que no ha logrado diversificar sus fuentes de financiación entablando relaciones más directas con el sector privado, lo que unido a la deuda de la Administración andaluza la ha abocado a su situación actual. En 2015 ya hubo una fuerte discrepancia entre el patronato y los gestores de IAT, que provocó la salida del que ha sido el principal ejecutivo de esta fundación en los últimos años (el ya exdirector general Miguel Ángel Luque).

En cualquier caso, la firma tiene un agresivo plan de negocio para sobrevivir con una plantilla de 25 trabajadores (cinco veces menos que en 2014) que permitiría mantener la experiencia acumulada desde 1989. Para ello, el gran aval es su edificio en la Isla de la Cartuja, valorado en 4,4 millones de euros (sobre una deuda financiera de menos de cuatro millones). Pese a todo, ha tenido la mala suerte de topar con una Junta de Andalucía paralizada y un acreedor (la Caja de Ingenieros) que no deja de ser una pequeña cooperativa de crédito sin experiencia (ni ganas) de liderar un proceso de reestructuración.

¿Cómo está el resto de centros tecnológicos? El de la piedra en Almería (CTAP) también ha entrado en concurso, al igual que sucederá con el de la madera en Lucena (tras el intento de ser rescatado precisamente por IAT). Parece claro que no pueden vivir todos del dinero público, pero propiciar su nacimiento a golpe de ayudas y retirarles súbitamente el oxígeno es disparatado. Si alguien en la Junta tuviera verdaderas ganas de gestionar esta región, se estaría planteando una hoja de ruta para salvar parcialmente estos centros, que deberían ser menos y más grandes, con criterios operativos más eficaces, con una plantilla adelgazada y formada por técnicos (sobran los enchufados)... Pero eso requiere trabajar discreta y tenazmente;y siempre resultará más fácil y vendible hacerse la cacareada (e inútil ) foto del Pacto por la Industria.

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