ECONOMÍA
El penúltimo test de la CEA
González de Lara presentará mañana en Antequera las cuentas de la patronal, que han mejorado sustancialmente
Javier González de Lara encara el próximo jueves el penúltimo examen de su mandato en la Confederación de Empresarios de Andalucía, una lucha contrarreloj frente a una quiebra que parecía inevitable. En su primera asamblea, apenas tres meses después de asumir el cargo, presentó los números rojos de seis millones de euros de 2013. Tras los primeros doce meses directamente imputables a su gestión, rebajó la cifra a 2,7 millones (2014), unas pérdidas que se mantuvieron en 2015, cuando el agujero fue de 2,5 millones.
¿Qué ha ocurrido en 2016? «Ya están perfectamente identificados todos los cadáveres que me encontré en los armarios», decía socarronamente a inicios del ejercicio. Y es que por primera vez en tres años Javier González de Lara podrá ofrecer un dato económico con ciertos ribetes positivos, ya que la patronal obtuvo un «beneficio operativo» de 400.000 euros. Es decir, si no hubiera heredado una deuda de 12 millones de euros —y si no se acumularan en el buzón los expedientes de devolución de ayudas públicas concedidas antes de 2013— hoy la CEA se podría sostener con sus propios recursos. Sin embargo, los costes de estos intereses y amortizaciones siguen manteniendo a la CEA en unas pérdidas que en este caso rondarán los 1,7 millones.
González de Lara planteó la reactivación económica (y moral) de la organización como un calvario de cuatro años. No ha recurrido al atajo facilón de culpar de todo a los antiguos gestores; ha recuperado una parte del prestigio perdido gracias exclusivamente a su estilo de hacer las cosas. Sin el aval de su propia personalidad jamás habría llegado una refinanciación bancaria en la que Unicaja y Popular tuvieron un papel relevante.
Pero quedan por delante dos metas importantes. A corto plazo , lograría un rotundo éxito si en 2017 alcanzara al fin el déficit cero en la organización. Constataría la veracidad de una frase repetida por su padre («Una ruina bien administrada puede durar toda la vida»). A partir de ahí, si decide repetir mandato para otros cuatro años, llegaría el momento de jugar el partido en un terreno distinto, que ya no sería la amenaza de quiebra, sino el replanteamiento más profundo de cómo debe funcionar una patronal para ser más influyente en el tejido productivo (y por la misma razón, más respetada por el sector público).
En apariencia, es una tarea menos acuciante que la económica , pero también estará ahí el ser o no ser de una CEA que aún conserva algunos de sus males atávicos (y si no que le pregunten a la asociación de colegios de ingenieros cómo han sido ninguneados por la patronal en el pacto por la industria). González de Lara acumula crédito suficiente para afrontar esa otra meta.