¿Por qué hay una masía catalana en una finca de Isla Menor?
Hasta hace dos meses, en Sevilla aún pervivía el último bastión societario de uno de los mayores imperios textiles del mundo

Esta es una noticia económica para los amantes del detalle histórico. Hay que viajar a 1942. El principal exponente del burgués industrial catalán, Eusebio Bertrand y Serra , catalogado en Manchester como el propietario del mayor número de telares del mundo, compra el cortijo utrerano Jaime Pérez a «los alemanes» —había sido un centro de comunicaciones durante la Guerra Civil— y la finca La Compañía en las marismas de Isla Menor a la familia Murube. En la primera siembra algodón para abastecer sus fábricas de Manresa y en la segunda se convierte en uno de los pioneros del arroz aplicando los más modernos procesos industriales. Así extendió Ebys (iniciales del gran patrón del Rosellón) sus intereses por Andalucía. Impulsor del Real Automóvil Club , presidente del Liceo y fundador de la Liga Regionalista, falleció en 1945 y uno de sus hijos se encarga de los negocios sevillanos.
En los setenta agoniza la industria textil catalana y en los ochenta desaparece. La familia reorienta sus inversiones y entra en el capital de empresas como Galerías Preciados y en periódicos como El Noticiero Universal. Por esas fechas las fincas andaluzas también languidecen pero en 1982 el arahaleño Miguel Manaute asume la consejería de Agricultura y pone al cortijo Jaime Pérez en la lista de tierras expropiables para su reforma agraria.
Los herederos del mítico Eusebio Bertrand y Serra defienden este bastión del viejo imperio Ebys. Y entonces Jaime Olle Serra , casado con una nieta del gran patrón del Rosellón, cambia su destino de burgués catalán para convertirse en ese típico latifundista andaluz que reacciona a la amenaza de Manaute modernizando sus fincas. De lunes a viernes vive en Sevilla y vuela los fines de semana a su añorada Barcelona, donde los Bertrand siguen siendo los «hereus» más influyentes del viejo Liceo. Dos de sus hijos, Carlos y Borja Olle Bertrand , se instalan en Sevilla, se casan con sevillanas y mantienen viva la empresa de las cuatro siglas. nversioneIs Ebys, poseedora de las dos fincas, es el último vestigio societario del mayor imperio textil de España . La familia (más de 50 accionistas) pone esta empresa a la venta y un clan agrario andaluz de rancio abolengo compra, a fines de 2015, las casi 1.000 hectáreas de las dos fincas.
Curiosamente, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico califica la casa principal de La Compañía como un chalet de escaso valor histórico. Quizá en los tiempos que corren sea difícil explicar que en una vieja masía construida en Isla Menor los sucesores de la principal saga del textil catalán brindaron con cava por España.