Las marcas sevillanas de café
¿Qué marcas tuestan café en Sevilla?
Cinco empresas mantienen viva la tradición torrefactora de Sevilla
Firmas históricas de café de Sevilla han desaparecido del mercado o están en manos de multinacionales. Trueba y Pardo, Valdés o M.O.C.A. siguen en la memoria colectiva muchos años después de que las torrefactoras echaran el cierre. El caso de Saimaza —«El café de los muy cafeteros»— es singular. La marca nacida en 1908 sigue viva, pero hoy pertenece a JDE (Jacobs Douwe Egberts), multinacional de capital americano y alemán dueña también de Marcilla. Y la fábrica de Dos Hermanas de Saimaza —apócope de Sainz de la Maza, la familia fundadora— ha tenido una segunda vida tras ser adquirida en 2014 por Catunambú.
«Lo digo yo, lo dices tú, el mejor café, Catunambú» . Esta es la marca sevillana más antigua que permanece en el mercado. Fundada en 1897 por Juan Ferrer, un colombiano que bautizó su negocio con el nombre de una tribu de indios, lleva 120 años en Sevilla, desde el primer despacho que abrió en la calle O’Donnell a finales del siglo XIX.
Catunambú pertenece a Andaluza de Café, compañía de la familia Borrás , y tiene dos plantas torrefactoras, una en el Polígono Calonge y la que perteneció a Saimaza del Polígono La Isla. Forma parte de un grupo cafetero con proyección internacional, que se sitúa entre los cinco más importantes del sector en España —en dura competencia con grandes multinacionales como Nestlé o JDE—, con unos ingresos anuales de 25 millones de euros .
Su negocio se reparte casi al 50% entre la hostelería (con más de 10.000 clientes, la mitad en Andalucía) y el mercado del hogar, un segmento que abandonaron muchos operadores que abandonaron muchos operadores que no resistieron la agresiva competencia de las multinacionales. «Éramos 300 empresas cafeteras españolas las que vendíamos en alimentación y ya quedamos nosotros y alguna más», señala Jaime Borrás, CEO de Catunambú .
La firma sevillana exporta a más de 30 países, entre ellos China . Destaca su presencia en Holanda, donde atiende a unos 700 bares y cafeterías. Líder en el mercado de hostelería de Andalucía y segundo en el doméstico, cuenta con 17 delegaciones en todo el territorio nacional.
Catunambú está apostando por los productos orgánicos y por procesos sin emisiones. Para ello, en 2019 ha impulsado una planta de tueste alimentada con biomasa y ha instalado paneles solares fotovoltaicos en la factoría de Calonge. Como proyecto de ampliación, tiene ya en fase de prueba una nueva línea de producción para cápsulas.
Otras torrefactoras sevillanas compiten por el mercado hostelero andaluz. La más joven es Café Imperiale , fundada en 2015 por Carmen de la Torre y José Antonio Rodríguez. «Teníamos un grupo de restaurantes que consumía mucho café y se nos ocurrió tostarlo nosotros mismos», explica José Antonio Rodríguez. La empresa conserva un restaurante en Sevilla, «El Aguador», y tiene la fábrica de tueste en Alcalá de Guadaíra, donde se procesan unos 200.000 kilos al año . Esta instalación se trasladará en 2020 a la nueva factoría que ya se está construyendo en Utrera (ver información adjunta).
Café Imperiale factura 4 millones de euros y está inmersa en un plan de expansión. «Tenemos delegaciones en Andalucía y Extremadura y queremos potenciar Madrid y abrir en Mallorca, Castilla-La Mancha y Galicia», avanza el empresario. «Sevilla es nuestro principal mercado. Apostamos por un café artesanal y nos hemos posicionado en los treinta mejores restaurantes de la capital», añade. Su red abarca a 1.500 clientes.
Un operador de tamaño similar es Sevillana de Café, comercializadora de la enseña AB Café . Muy centrada también en hostelería y restauración, su último proyecto ha sido llegar al mercado doméstico con una gama orgánica. Inició su actividad a finales de 1991 en su fábrica de Alcalá de Guadaíra, donde trabajan casi 40 personas. Tuesta cada año 250.000 kilos de café y factura 4 millones de euros . Andrés Bermúdez, un extrabajador de la cafetera sevillana Trueba e Hijos, fundó la compañía hace casi 30 años. Sus hijos, Andrés y Álvaro, ya han tomado el relevo. La marca comercial AB se corresponde con las iniciales de la familia.
Los Bermúdez tomaron el relevo de los Trueba y Pardo tras el cierre en 1989 de la histórica fábrica del barrio de Nervión, después de que el soterramiento de las vías del tren que se realizó antes de la Exposición Universal obligara a cambiar el emplazamiento. Andrés Bermúdez compró parte de la maquinaria y empezó de nuevo con su propia empresa, Sevillana de Café, en Alcalá.
Utrera también es la sede de Mocaibo , compañía creada en 1988 por Diego Panal, un emigrante que había trabajado en el Café La Garza de Barcelona, donde conoció el mercado. Esta tostadora factura alrededor de 1,5 millones de euros y procesa en torno a 230.000 kilos de grano. Está enfocada al mercado hostelero andaluz, donde sirve a unos 700 clientes.
Mocaibo fabrica con tres tipos de máquinas de tueste: para café normal, torrefacto (al que se le añade un poco de azúcar) y natural ecológico. El café de hostelería requiere un tratamiento especial y un servicio en el punto de venta . La ventaja competitiva la da la proximidad y el poco tiempo que transcurre entre la fabricación y el consumo, para que se mantenga en condiciones óptimas cuando llega a la taza. Ello obliga a realizar el tueste casi a diario.
Todas las torrefactoras compran distintas variedades de grano, cultivadas en las grandes zonas cafeteras del mundo, a través de distribuidores oficiales. En algunos casos, también los empresarios se desplazan hasta las plantaciones a comprar el caf é en el propio árbol cuando aún está madurando. Es el caso de Diego Panal, que viaja periódicamente a mercados cafeteros, comoHonduras, para elegir las variedades.
Remedios Sainz Pérez e Hijos es otra empresa familiar dedicada al tueste de café con sede en Sevilla. El fabricante de la marca Soto Café entró en este negocio a principio de los años 90. Tiene fábrica en Dos Hermanas y cuenta con delegaciones en Málaga, Granada yHuelva. Alcanza unas ventas anuales superiores a 5 millones de euros, según datos del registro mercantil, con un negocio también centrado en los hosteleros. Antes de ser torrefactores, la familia Soto Sainz estuvo dedicada a la fabricación de azúcar.
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