BALANCE DE 36 AÑOS

Latifundios, buen clima... y otros tópicos de la economía andaluza

«Podremos ser iguales a los primeros», decía la propaganda del referémdum. Entramos en una nueva Era y la posición relativa de Andalucía no ha cambiado

LUIS MONTOTO

Marzo de 1980 . Apenas ha pasado una semana del referéndum autonómico y un grupo de economistas vinculados al PSOE firma una tribuna conjunta en el diario El País para analizar lo que calificaban como «La decadencia económica andaluza». Santiago Roldán (profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona), junto a Juan Muñoz y Ángel Serrano (ambos de la Complutense de Madrid), describían las causas que habían relegado a la comunidad históricamente más rica de España (a inicios del siglo XIX acaparaba una cuarta parte del producto interior bruto del país) al furgón de cola nacional dos siglos después , con una renta per cápita que apenas representaba el 72% de la media española en 1975. En las vallas y las tapias de las ciudades andaluzas aún no se habían desvanecido aquellos carteles encolados en los que la Consejería de Gobernación pedía un «Sí» en el referéndum porque «con la Autonomía podremos ser iguales a los primeros».

Febrero de 2016. Han pasado 36 años de aquel análisis, prácticamente el mismo periodo temporal que duró la dictadura de Franco. En todo este tiempo el PSOE ha dominado la escena política andaluza de manera ininterrumpida a lo largo de diez legislaturas. ¿Ha cambiado aquel estado de ánimo que llevó a los economistas del PSOE ha desgranar las causas de la decadencia económica regional? Como si el tiempo no hubiera transcurrido, el historiador Carlos Arenas presenta la obra «Poder, economía y sociedad en el sur», en el que aún se pregunta qué ha ocurrido para que «en 1986 ocupara uno de los últimos puestos en el ránking de las regiones europeas y hoy, treinta años después, se siga manteniendo en esas posiciones sin que el diferencial con la renta media europea y española se haya reducido».

Se agranda la brecha

Tanto en el caso de los economistas del PSOE (escrito en un momento en el que se proyectaba una mirada esperanzada hacia el futuro), como en el del historiador Carlos Arenas (con el componente melancólico de quien hace un inventario de las promesas incumplidas de la transición andaluza), coinciden algunos puntos sobre cuáles son las raíces torcidas de la economía del Sur de España . Cobra especial relevancia el latifundio (con el que unos pocos propietarios acumulan una parte importante de la riqueza agrícola), el proteccionismo impuesto por la industria catalana (que limitó la capacidad exportadora de Andalucía) o un modelo industrial que en ocasiones se ha basado en un sistema casi colonial , tal como ocurrió en Riotinto hasta 1954.

¿Son realmente estos lastres históricos los que siguen limitando el crecimiento en Andalucía? Las cifras del distanciamiento entre las regiones del Norte y el Sur de España son incontestables, pero las causas y las soluciones se pueden someter a un análisis más original.

Es cierto que tras el boom de la construcción (en el que Andalucía alcanzó cifras récords de crecimiento y empleo), han llegado seis largos años de crisis que están agrandando sensiblemente las diferencias de riqueza. Madrileños, vascos, navarros, catalanes, aragoneses y riojanos no solo mantienen los niveles más altos de renta per cápita, sino que han ampliado la distancia que había antes de 2007. En el extremo contrario, Andalucía (junto con Extremadura y Castilla-La Mancha) el territorio con menos riqueza por habitante y ha empeorado su posición respecto a la media nacional.

La Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2015 reflejó el abismo que separa unas autonomías de otras y, con ello, el fracaso de muchas políticas. La tasa de paro en Andalucía está situada en el 29,8%, casi 9 puntos por encima de la media española, a 16 puntos de Navarra y a 17 del País Vasco, las regiones con menos paro. La misma brecha se produce entre las provincias y con la misma distribución. Entre la provincia con más paro de España, que es Cádiz (36,73%) , y la que tiene menos, Guipúzcoa (10,16 puntos), hay 23,57 puntos.

No es el latifundio...

Rafael Salgueiro, profesor de organización empresarial, rechaza alguno de los argumentos que se han esgrimido para explicar el atraso andaluz.

«El latifundio solo explicaría lo sucedido en la agricultura de algunas provincias, pero no son la totalidad», remarca. De hecho, los minifundios «tienen sentido económico en cultivos de elevada productividad por unidad de superficie, como la fresa, la naranja, o los hortícolas de Almería, pero no en tierras calmas... el auténtico limitante del campo andaluz no han sido las grandes propiedades sino la escasez de agua y allí donde ha habido riego se han modificado y creado nuevos cultivos de forma muy rápida».

Salgueiro destaca que estos 36 años han servido para superar problemas seculares, como demuestra el hecho de que «la conexión entre las ciudades —y en general los sistemas de transporte— han descartado ya la limitación que hemos padecido en esta región; con muy pocas salvedades, es difícil imaginar su mejoramiento, salvo con inversiones de dudosa rentabilidad social ». En paralelo, se han extendido de forma eficaz los servicios públicos (no sólo los de carácter básico, sino también servicios de cierto nivel y complejidad, como universidades).

Ha faltado libertad económica

En estas casi cuatro décadas de autonomía sí se ha demostrado que la acción pública por sí sola no es capaz de animar un desarrollo económico sostenido (todas las empresas que fueron rescatadas por la Junta han terminado en liquidación, como ocurrió en Santana o Isofotón). « El gran error de la Administración fue creer que era capaz de transformar la economía de forma dirigida , casi contemplando a las empresas como meros agentes dedicados a traducir incentivos económicos e infraestructuras en inversión, producción y empleo». A ello se le suma el hecho de que hasta hace poco «se contemplaba a los empresarios como una clase extractiva antes que como creadores de riqueza, algo que era congruente con una ideología socialista muy anticuada y está siendo afortunadamente superada».

Andalucía ha capitalizado bien algunos factores geográficos. «Tenemos un litoral amplísimo que aprovechamos como recurso turístico de primera fila, un sistema portuario muy capaz y todavía lejos de haber alcanzado todo su potencial de aprovechamiento, y al litoral se deben también dos localizaciones industriales, Huelva y Campo de Gibraltar, cuya facturación individual es comparable a la del polo químico de Tarragona». En esa geografía hay lugares que parecían inapropiados para producir, como el suelo y el clima de Almería, «pero que gracias al esfuerzo y al talento dan hoy al mundo lecciones de técnica agronómica».

Tal como han pedido reiteradamente numerosas organizaciones patronales, como la Confederación de Empresarios de Andalucía, hay que «eliminar trabas burocráticas y normas innecesarias» y reducir el tamaño del sector público andaluz o su organización debido a «los costes de oportunidad e ineficiencias en la asignación de los recursos de la economía andaluza que pueden causar una dimensión excesiva o una organización imperfecta». En paralelo, se debe « construir en su ámbito de acción un entorno favorable a la acción empresarial… La de verdad, no la de los buscadores de rentas ».

Los próximos años

En una sociedad abierta como la actual, si la administración cumple su papel de facilitar la actividad económica, «es la propia sociedad, como trabajadores o como empresarios, la que debe ser capaz de traducir esos medios en crecimiento económico».

A partir de ahora los viejos tópicos que han justificado el atraso andaluz no se podrán esgrimir para explicar el futuro de la comunidad . Como indica el ingeniero y empresario sevillano, Juan Martínez Barea, «un niño que nazca en Morón, a través de la plataforma global que se ha creado, accede a todo el conocimiento del mundo en las mismas condiciones que alguien que viva en Nueva York; si se esfuerza, estudia, tiene ambición y mentalidad abierta, podrá comerse el mundo... Eso antes no pasaba». El autor del libro «El Mundo que viene» se declara tremendamente optimista respecto a la próxima generación. "A nivel individual hay mucho potencial en los jóvenes andaluces, hay que huir del manto de pesimismo en la sociedad española tras la crisis y Andalucía tienen que salir de la depresión y ponerse las pilas para no quedarse fuera de este cambio".

El buen clima no siempre ayuda

Enfrentemos ahora el último gran tópico: el clima benigno de Andalucía debería ayudar al crecimiento económico. Alfonso Gañán, catedrático de Mecánica de Fluidos, recuerda que «en el sur peninsular no hay tornados ni grandes catástrofes y sin embargo estamos como estamos... es curioso comprobar cómo algunas de las comunidades más dinámicas del planeta están en puntos geológicos altamente inestables, como la propia California o Japón; allí donde hay más riesgo es donde los sistemas parecen ser más activos». Los pueblos que prosperan bajo la presión natural (ya sea por el riesgo geológico o la dureza climatológica) ofrecen «un modelo de desarrollo social basado en la adaptabilidad , la inteligencia y el conocimiento, son pueblos en alerta; por el contrario, los que viven sumidos en la benignidad deben crear mecanismos artificiales de incentivación para mantener el nivel de esos otros pueblos más activos». En Andalucía, si la clase política en el poder fuera suficientemente inteligente «aprovecharía esta situación para crear incentivos sociales y promover fuertemente la competencia y la productividad con perspectiva, no el parasitismo por vía de las subvenciones e igualitarismo perversos». La gran tarea del futuro es inocular más ambición en la sociedad.

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