ENTREVISTA A FERNANDO SASTRE

«Introducir el almendro fue complicado, pero ya tenemos 1.200 hectáreas»

La cooperativa de segundo grado, ubicada en Utrera, es pionera en la implantación de nuevos cultivos, además de producir semillas

Fernando Sastre ABC

Natalia Ortiz

Agroquivir, Sociedad Cooperativa Andaluza de segundo grado, se fundó en el año 2000 gracias a la unión de varias cooperativas de primer grado del Bajo Guadalquivir, que decidieron unir sus esfuerzos en busca de nuevos cultivos, más rentabilidad y procesos innovadores. Su gerente, Fernando Sastre, explica que el objetivo de la entidad es «seguir creciendo» en los cultivos en los que ya poseen un amplio bagaje , implementar nuevas alternativas y continuar siendo una referencia en la provincia. Actualmente tiene 850 socios y unas 12.000 hectáreas , de las que 3.000 son de secano y el resto de regadío. No obstante, su nivel de producción hace que también compren a otros agricultores que no son socios en determinados cultivos como, por ejemplo, los forrajes.

¿Cuáles son los principales cultivos de Agroquivir?

Para empezar, hay que nombrar el algodón. Nosotros somos algodoneros por tradición y sigue siendo nuestro cultivo base. Cuando se creó Agroquivir, las cooperativas de primer grado que se unieron decidieron unirse para vender el algodón en conjunto. Ahora pertenecemos a Coalsa, una desmotadora formada por la unión de cinco cooperativas sevillanas de la que nosotros tenemos un porcentaje del 24%. No obstante, y a pesar de su importancia, es cierto que el algodón es un cultivo que, cada cierto tiempo, se pone en entredicho, además de sufrir vaivenes en cada PAC, prácticamente. Por ello, desde Agroquivir siempre hemos intentado introducir cultivos que sean una alternativa rentable y eficiente. Así, con el nacimiento de la entidad se creó también una deshidratadora de forraje. Estaba encaminada a hacer alfalfa, auque actualmente hacemos muchos otros productos forrajeros. No obstante, la alfalfa deshidratada continúa siendo muy importante para nosotros y somos unos de los principales productores.

Fueron pioneros en plantar almendros en el Bajo Guadalquivir...

Sí, hace una década que introdujimos la almendra en esta zona y estamos ya por 1.200 hectáreas de almendro. La idea surgió, de nuevo, buscando innovar y ofrecer una alternativa a los agricultores. Tenemos la costumbre de viajar a distintos países para observar cultivos y aprender, y esos años fuimos a Estados Unidos. Allí nos dimos cuenta de que el almendro se trataba como un frutal, no como aquí, que teníamos la concepción de un árbol de sierra. Tras eso, estuvimos un par de años estudiando el cultivo, comprobamos que había variedades que se adaptaban a la zona y lo implantamos. Debo reconocer que al principio fue complicado, hasta el punto que de que hubo agricultores que quitaron los almendros a los dos años, ya que los precios bajaron. Sin embargo, al final volvieron a plantarlos al cabo del tiempo, al subir los precios.

Cómo afrontan el proceso de introducir un cultivo nuevo?

Lo cierto es que los agricultores siempre se han mostrado dispuestos a probar nuevos cultivos, ya que confían en la cooperativa y saben que les proporcionamos alternativas rentables y sostenidas en el tiempo. Estamos en una zona donde siempre se ha sembrado algodón, remolacha y maíz, e introducir un frutal como el almendro, por ejemplo, es un choque importante en cuestión de cuidados y tratamiento. Por ello, tenemos más de una treintena de técnicos que asesoran a los socios sobre qué tipo de planta poner, los distintos abonados, el momento de la recolección... así el proceso es mucho más sencillo.

¿Qué productos exportáis a Oriente Próximo y Asia?

Hay productos forrajeros nuevos, como el silo de maíz deshidratado, que solamente está destinado a la exportación:países árabes, Japón y Taiwán, aunque actualmente lo estamos introduciendo también en otros países. En Japón empezamos vendiendo alfalfa y ahora comercializamos además otros productos como el silo de maíz o el heno de avena. Hay que destacar que, en el ámbito de los forrajes, intentamos siempre vender al cliente final, ya que eso nos permite ver qué es lo que se demanda realmente. Así, nos dimos cuenta de que, aunque nosotros comenzamos produciendo y comercializando alfalfa, hay otras cosas que los propios clientes solicitan como la paja de maíz o el heno. En la actualidad, la alfalfa es el 60% de nuestra producción y el otro 40% son otro tipo de productos nuevos, como el pasto de Sudán o el raygrass deshidratado, que han crecido exponencialmente en lo últimos años.

¿Cómo está funcionando el centro de selección de semillas de Agroquivir?

Estamos muy satisfechos desde su apertura, hace cuatro años. Nuestro objetivo era cerrar el ciclo, es decir, producir la semilla que cultivan nuestros agricultores, controlar la recolección, la transformación y la venta al cliente final. Hacemos semilla de trigo duro, trigo blando, guisante, garbanzo y, este año, hemos empezado con una variedad de algodón de ciclo corto y muy productiva. Este año hemos alcanzado las 5.000 toneladas de semillas y, en un par de años, esperamos llegar al doble, a las 10.000 toneladas de semillas. En cuanto a la demanda, el trigo duro continúa siendo la semilla más pedida, aunque el garbanzo también está siendo muy solicitado, al igual que el algodón.

Agroquivir también fue una cooperativa pionera al entrar en el mercado de los fitosanitarios.

Sí, Fitoquivir se creó hace seis años a partir de una unión entre la cooperativa y un distribuidor de fitosanitarios. Es otra de las acciones dirigdas a cerrar el ciclo y poder ofrecer a nuestros agricultores información de primera mano y productos de calidad. No nos estamos ciñendo a vender en la cooperativa, sino que estamos creando una gran central de compras que incluye en su accionariado otras cooperativas y numerosos acuerdos preferenciales con otras entidades. Tenemos productos para girasol, olivo, frutales, cítricos o algodón, entre otros cultivos.

¿Hacia qué sectores enfoca Agroquivir su crecimiento para los próximos años?

En almendro aun nos queda mucho por hacer, debemos empezar a transformar los frutos. En forrajes, por su parte, estamos trabajando para cambiar los formatos y adaptarlos a cada uno de los países a los que exportamos. En cuanto al algodón, buscamos variedades con mejor calidad de fibra para poder vender mejor y, además, tenemos que captar más agricultores para que nos vendan sus cosechas y poder ampliar la producción.

¿Teme que la futura reforma de la PAC perjudique a los agricultores del Bajo Guadalquivir?

Yo soy optimista, es cierto que la pérdida de ayudas es un problema, pero creo que la solución es buscar nuevos mercados, evolucionar, transformar nuestros productos y vender de forma directa. Considero que la pérdida de la ayuda que, se rumorea, va a traer la nueva PAC, debemos compensarla con más exportaciones y más relación con el cliente final, que es lo que crea la verdadera vinculación comercial.

«Introducir el almendro fue complicado, pero ya tenemos 1.200 hectáreas»

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