Coronavirus

«Los hoteleros de Sevilla tenemos que ser valientes y estar en el mercado»

El Hotel Alcázar reabre en Menéndez Pelayo tras una nueva reforma y con planes de crecer a lo alto y a lo ancho

María Calvente y Marcial Ybarra, gestores y socios, en el hall del HotelAlcázar Juan José Úbeda

E. Freire

El Hotel Alcázar empezó el año en racha: recibió en enero uno de los premios Hotels & Tourism de CaixaBank y sus cifras de clientes y facturación seguían al alza. Este tres estrellas con solera estuvo fuera del circuito turístico por problemas financieros en la crisis anterior y enderezó su rumbo a partir de 2013 cuando Marcial Ybarra y María Calvente, representantes de dos de las tres familias fundadoras, asumieron la gestión.

En estos años han impulsado tres reformas consecutivas , de las habitaciones, la fachada y la última, en pleno Covid, de todas las «tripas» de este inmueble clásico de la avenida Menéndez Pelayo , cuya principal baza es la ubicación. A un paseíto del barrio de Santa Cruz, sus ventanas ofrecen una imagen especial poco vista de la Giralda con todo el verde de los jardines de Murillo y El Alcázar por delante.

«El hotel estaba otra vez dando guerra y de repente, el Covid. Teníamos concedida la licencia de obra y decidimos aprovechar este impasse para hacer la reforma», explica Marcial Ybarra. Ascensores nuevos, cocinas, hall, biblioteca, saneamientos, cableado y tuberías, el Alcázar acaba de reabrir sus puertas tras pasar por un profundo «lifting». Hotelera Sevillana , la compañía propietaria del establecimiento, participada por las familias Montero (40%), Ybarra Mendaro (27%) y Calvente Vázquez (27%), ha invertido en torno a un millón de euros en las sucesivas reformas.

« Cuando todo esto pase va a haber una competencia tremenda y el que no esté actualizado se saldrá del mercado. Hay que estar preparados para ese momento, aguantar el tirón, porque si te sales y cierras las agencias de viaje dejan de contar contigo y los clientes buscan otros hoteles y no vuelven», razona María Calvente.

El vestíbulo del Alcázar tuvo una vida anterior como taller de neumáticos que duró hasta muy entrada la década de los 60 del siglo pasado. En su origen era un hotel-residencia que estaba situado estratégicamente en la avenida Menéndez Pelayo, la carretera que entonces cruzaba Sevilla, una zona de paso para muchos viajeros. «El taller estaba en la planta baja y el alojamiento empezaba en la primera planta», explica Marcial Ybarra.

Los gestores del hotel con la biblioteca al fondo Juan José Úbeda

Fue en 1964 cuando los actuales dueños refundaron el Alcázar. Hoy tiene 100 habitaciones y seis plantas . El proyecto de obra incluye también la apertura de la la séptima planta, donde los gestores quieren abrir una terraza-bar y construir una piscina para los clientes. « Una piscina en la terraza , por pequeña que sea, ayuda a competir en verano y a romper la estacionalidad de Sevilla porque es un gran atractivo en los meses estivales de temporada baja para la ciudad», señala Calvente.

Además de este nuevo aliciente en lo más alto, los propietarios mantienen su plan de crecer a lo ancho. Para ello siguen negociando con los dueños de los edificios aledaños para comprarlos y ampliar su oferta de habitaciones con otras 40 plazas y nuevos salones que le permitan entrar en el circuito de congreso.

Frente a la profusión de cuatro estrellas en Sevilla, elAlcázar mantiene sus tres tradicionales: «Creo que en la crisis beneficia mucho ser tres estrellas . Es un segmento que da una imagen de prudencia a nivel económico», señala Marcial Ybarra. «Esta forma de catalogar a los hoteles es del pasado, ahora son los comentarios de los clientes en las redes sociales los que ponen las estrellas», subraya.

La cartera delAlcázar se nutría en un 60% de clientes extranjeros antes de la pandemia . «Ahora este segmento ha bajado a cero, hemos dado mala imagen con el virus a nivel internacional», señala. Pese a la coyuntura, estos empresarios hoteleros insisten en que hay que estar en el mercado. «Hay que ser valientes y dar una imagen de optimismo, de fuerza . Si abrimos todos, como hemos hecho algunos a partir de septiembre, si se empiezan a mover los autobuses turísticos, podemos ayudar a las agencias, a los guías turísticos, a los tablaos flamencos y a los restaurantes. No hay que arrugarse. Entre todos, el sector se puede reactivar», señala.

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