GAS RENOVABLE

La energía limpia que se oculta en las granjas

El liderazgo andaluz en el sector agroalimentario puede servir también para multiplicar la producción de biogás, reducir la dependencia exterior y fomentar la economía circular

El mayor potencial del biogás está en la agricultura y la ganadería ABC

Inma Lopera

Los purines producidos por cinco cerdos pueden generar energía eléctrica suficiente para cubrir el consumo medio de un ciudadano europeo en un año. Esta energía —que procede en mayor parte de la descomposición de residuos y subproductos de la ganadería y la agricultura— es el biogás, un combustible renovable con un enorme potencial en Andalucía. Su aprovechamiento es todavía marginal, aunque 2021 ha sido «positivo» en líneas generales, según la Asociación Española de Biogás (AEBIG). Se ha publicado el borrador de Hoja de Ruta del sector, con objetivos que multiplican la generación existente.

También ha visto la luz el borrador de la transposición parcial nacional de la directiva 2018/2001 (RED II), así como la publicación de las primeras líneas de ayudas Next Generation. En término de proyectos, destaca la puesta en marcha de la primera planta de producción de biometano (el biogás limpio y enriquecido) a partir de residuos agroalimentarios que inyecta a la red y que es fruto de una iniciativa privada, la emprendida por Enagás, Suma Capital y la empresa burgalesa Biogasnalia. En 2022 hay proyectos que comienzan a aflorar. «El biogás lo tiene todo: es economía circular en su máximo grado , es una tecnología renovable en estado de madurez y es una herramienta indispensable para la descarbonización de la sociedad», afirma el presidente de AEBIG, Francisco Repullo. En paralelo, los altos precios que tiene el gas natural en los últimos meses así como la inseguridad del suministro tras la invasión rusa de Ucrania, «hacen que se vea con otros ojos la posibilidad de producir gas renovable nacional sin dependencia del exterior».

El crecimiento del biogás en la UE ha sido permanente , existiendo en la actualidad más de 18.000 plantas. En cambio, en España este desarrollo no se ha producido, siendo el tercer país europeo por la cola de producción de biogás per cápita.

La principal fuente del biogás son los residuos de la ganadería y la agricultura. No obstante, también se obtiene de los lodos de estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas (EDAR) y de la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos (RSU). De hecho, de las 21 plantas de biogás con producción de electricidad registradas en Andalucía, nueve están asociadas a depuradoras. En total, la potencia instalada suma 33,45 MW, aunque casi un tercio (10,4 MW) corresponden a una sola planta, la del Centro Integral de Tratamiento de RSU de Montemarta Cónica, en Alcalá de Guadaira.

Pero el mayor potencial está en el sector agroalimentario que, por sí solo, genera una importante cantidad de residuos y subproductos. Entre ellos destacan los más de 50 millones de metros cúbicos de purines y estiércoles procedentes de las cabañas ganaderas; entre 2,6 y 10,4 millones de toneladas de restos de poda de los olivos; entre 2,5 y 7 millones de toneladas de alperujo o restos de la molturación de la aceituna, y entre 1,25 y 2,25 millones de toneladas de podas de viñedo anuales. Cantidades a las que se suman millones de toneladas de restos de otras producciones como la paja, los despojos cárnicos o los restos de la transformación de frutas y hortalizas. Aprovechar todos estos residuos es uno de los objetivos de esa Hoja de Ruta del biogás planteada por el Ministerio de Transición energética para su transformación en electricidad o en biometano (el biogás una vez depurado), un combustible que está llamado a ser el sustituto del gas natural.

«No hay sustituto al gas natural a día de hoy que cumpla los requerimientos técnicos y económicos precisos, y el biometano es la única tecnología madura renovable en condiciones de ir penetrando en el mercado aprovechando la infraestructura gasista», explica Repullo.

Su potenciación se considera una actividad clave no sólo para reforzar la economía circular, sino incluso par a hacer más sostenible la industria agroganadera —con las macrogranjas en el punto de mira tras las polémicas declaraciones del ministro Garzón por las emisiones contaminantes— y para fijar población en el medio rural.

En España hay medio centenar de plantas que se alimentan de estiércol y purines para generar este biocombustible que luego se convierte en electricidad. Es una cifra testimonial en comparación con la cantidad de explotaciones y granjas de ganado, pues según los datos de Eurostat, la cabaña porcina de España alcanzó otro récord en diciembre de 2020, con 32,8 millones de cabezas.

Abengoa puso en marcha en 2016 la primera planta de este tipo en Andalucía , concretamente, en Campillos (Málaga), comarca en la que se ubican algunas de las mayores granjas porcinas y avícolas de España. La planta tiene la capacidad para poder tratar 60.000 toneladas al año de purines y además de generar energía con el biogás, producirá 10.000 toneladas al año de compost para determinados usos agrícolas.

«El biometano agroganadero es la gran apuesta en los países de nuestro entorno para combatir las emisiones difusas, ayudar a la ganadería a gestionar sus deyecciones y crear empleo en entornos rurales. Y estos proyectos necesitan incentivos», insiste la asociación. Sin embargo en los PERTEs que se están aprobando tiene mucho mayor peso el hidrógeno que el biometano , que se puede inyectar en la red gasística, transportar en bombonas, licuar y almacenar. Es el mismo gas que importamos de Argelia, un biocombustible que puede jugar un gran papel para el transporte pesado y marítimo, difícilmente electrificables y que también tienen que reducir sus emisiones.

Una queja que comparten las cooperativas agroalimentarias, que lamentan que los fondos europeos Next Generation contemplan inicialmente destinar unos 100 millones de euros a la generación de biogás, cifra que se podría reducir a solo 50 millones, frente a las mareantes cantidades que se prevén para la obtención del hidrógeno verde.

Desde Cooperativas Agroalimentarias se ha dado un paso adelante para liderar esta tecnología con la presentación del programa «Circulares y Sostenibles 2025». Con esta estrategia, las más de 3.000 cooperativas agroalimentarias de España pretenden, además de coordinar el destino de los residuos y reducir el coste que tendría su eliminación para los ganaderos socios, la generación de combustible y de fertilizantes orgánicos para evitar el agotamiento de los suelos. Esta iniciativa cuenta con la adhesión de una docena de proyectos de otras tantas entidades por un montante de 160 millones de euros, entre ellas las andaluzas COVAP y Oleícola El Tejar. Su ejecución supondría actuar sobre 1,2 millones de toneladas de purín, dos millones de toneladas de subproducto y residuos industriales y 1,4 millones de toneladas de biofertilizantes.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación