ARRANCA EN SEVILLA EL PROGRAMA SPUTNIK

«Cualquier persona con pequeños detalles puede ser la chispa que inicie un gran cambio social»

La tarde de la primera jornada del programa de formación Sputnik ha congregado a emprendedores sociales con proyectos que buscan cambiar el mundo

Juan Martínez Barea durante su intervención Vanessa Gómez

Guadalupe Monterroso

El proyecto «Sputnik» , que pretende crear una red entre empresas, emprendedores e inversores para conseguir que Sevilla sea un referente del talento a nivel mundial, ha comenzado este lunes en una jornada que ha congregado a los 500 alumnos que este año han obtenido una beca y que proceden de bachillerato y diferentes universidades en el auditorio de Cartuja Center CITE. La cumbre tecnológica busca formar a 5.000 jóvenes emprendedores sevillanos .

Juan Martínez Barea , empresario y promotor del proyecto, invitó a los becas a «cambiar el mundo» . A su juicio, los jóvenes tienen que buscar referentes , héroes que con sus acciones hayan conseguido encabezar cambios que fomenten una sociedad mejor. «Cualquier persona con pequeños detalles puede ser la chispa que inicie un gran cambio social», afirmó durante su intervención. Así, el fundador puso varios ejemplos como el de «el banquero de los pobres», Muhammad Yunus , que con su concepto de microcréditos sacó de la pobreza a más de 20 millones de personas .

«Muchas personas individuales han hecho cosas gigantes», repetía Martínez Barea, que concentraba su intervención en el llamado «efecto Mariposa» o el hecho de que todos los grandes cambios comienzan con un pequeño paso . Sin embargo, incidía en que hay que poner a las cosas «pasión, fuerza y compromiso» para realizar esta transformación social, como hizo el abogado indio Afroz Shah , que dejó todo su trabajo para limpiar de plásticos las playas de su región y que ha acabado haciendo el mayor proyecto de limpieza del mundo, siendo inspiración para multitud de personas .

Agua para la vida

Antonio Espinosa de los Monteros durante su ponencia Vanessa Gómez

También ha intervenido en las jornadas Antonio Espinosa de los Monteros , un joven emprendedor que ha fundado «AUARA» , una empresa social que, mediante la venta de botellas de agua, realiza proyectos para mejorar el acceso al agua potable en todo el mundo. C omenzó la carrera de Arquitectura cuando fue tentado para ir de misiones a Perú . Esta experiencia lo llevó a pasar el siguiente verano en Camboya y a trabajar un mes en una ONG en Etiopía. Este último lugar marcó su vida y su destino al comprobar como la mayoría de los problemas existentes en la población venían a raíz del no acceso al agua . «Consumir agua sucia es la primera causa de mortalidad mundial y, además, es un problema social que afecta a multitud de países», indicó el ponente.

Este problema le llevó a fundar con un socio «AUARA», una marca de agua embotellada que funde lo mejor de una ONG con lo mejor de las empresas. «Una empresa social parte de una experiencia personal que llega al interior y te hace querer cambiar el mundo», explicó Espinosa de los Monteros. Así, decidieron incluir un código QR en sus botellas para que sus clientes supieran en qué proyecto estaban trabajando.

«Somos parte del 1% de la población más afortunada del mundo y debemos sentirnos empoderados y con la capacidad de agradecer e intentar cambiar las cosas a mejor», argumentó. Porque para Antonio Espinosa de los Monteros hay que buscar metas grandes sin dejar a un lado la humildad de entender que conllevarán esfuerzo y dedicación. « El verdadero impacto social comienza en casa , ayudando a la gente que está cerca», aseguró.

Inteligencia artificial y medicina

Ignacio Hernández-Medrano en su intervención Vanessa Gómez

La intervención del neurólogo y emprendedor Ignacio Hernández-Medrano siguió la estela de cambio social de esta primera jornada del proyecto «Sputnik». De este modo, el ponente explicó a los jóvenes presentes la importancia de anticiparse a las tendencias mundiales para transformar el mundo.

Ignacio Hernández-Medrano comentó su función en un hospital como neurólogo y cómo llevaba a sus pacientes. Sin embargo, buscaba ir más allá y pensó en la Inteligencia Artificial como método para ayudar e, incluso, superar a los propios médicos en los diagnósticos. «El llamado ojo clínico médico no es más que un reconocimiento de patrones a raíz de ver muchos casos , si esto lo trasladas a una máquina el final es ver correlaciones donde las personas no las pueden ver», explicó.

Estas «cajas negras» o grandes bases de datos simulan la corteza cerebral humana , algo que como neurólogo le fascinó. Decidió dejar su trabajo para ir a estudiar sobre esta temática a Estados Unidos y desarrollar la idea que soñaba. Finalmente, gracias a rodearse de gente con estas mismas inquietudes crearon una plataforma de ayuda al diagnóstico médica denominada «Savana», que usa la Inteligencia Artificial para poner a disposición de los médicos datos en tiempo real de miles de pacientes , lo que incrementa la calidad de los diagnósticos.

«Lo más relevante es encontrar el problema , mirar al mercado para ver si existe una solución y rodearte de personas que ayuden a ello», enfatizó. Y es que, para este emprendedor «lo mejor de las innovaciones es que las han realizado gente normal », por ello insistió a los espectadores del acto a no dudar, probar e, incluso, fracasar para llegar lejos.

Viedeojuegos que curan

Miguel Luengo-Oroz en su ponencia Vanessa Gómez

Miguel Luengo-Oroz ha creado varias y es investigador jefe de datos en la ONU. Este ingeniero arrancó con la idea de la ponencia anterior: « la clave son las preguntas , porque las respuestas caen solas». Esta afirmación la hacía explicando cómo, tras estudiar la carrera de ingeniería de telecomunicaciones y formarse en morfología matemática y ciencias sociales, entre otras cosas, cambió varias veces su rumbo en la vida siguiendo la estela de «anticiparse al futuro» .

Su experiencia como primer investigador jefe de datos en la ONU lo ha llevado a recorrer muchos ámbitos y trabajar en diferentes proyectos. «Mi función es ayudar a las agencias que se encuentran en la ONU para que desarrollen mejor sus funciones». Así, habló de Unicef, el fondo dedicado al desarrollo de niños y madres en países en vías de progreso, con la que tuvo la oportunidad de acudir a un centro de refugiados sirios en los que, tras varios proyectos dedicados a mejorar la situación de esta población, se dio cuenta de la cantidad de horas que los pequeños dedicaban a jugar a videojuegos.

«La humanidad pasa 300 millones de horas jugando en dispositivos electrónicos», informó Luengo-Oroz. Estos datos lo llevaron a imaginar cómo sería poder utilizar este tiempo en luchar contra una enfermedad como es la malaria . «Creamos un videojuego que, mediante muestras reales de sangre, enseñaba a señalar a parásitos de la malaria», indicó. Tras más de 300.000 jugadores y estar presentes en más de 100 países comprobaron que con 23 personas que jugaran en un minuto se obtenían los mismos resultados que los de un experto microscopista .

Este concepto de Inteligencia Artificial colaborativa mediante imágenes reales lo trasladó a otro proyecto con el que ayuda a digitalizar imágenes y procesos médicos en países en vías de desarrollo con dispositivos creados en impresoras 3D . «Necesitamos gente que haga cosas que trasciendan el mundo digital a lo físico , que tengan un verdadero impacto real», admitió.

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