VALLE DEL GUADALQUIVIR

La caída de los precios no desinfla el «boom» del almendro en Andalucía

Este cultivo, que ha crecido en la última década en el Valle del Guadalquivir, está ahora en plena campaña de recolección

Recolección de almendras en Las Manchas, finca de Villamanrique J. M. SERRANO

Luis Montoto

En un horizonte dominado por la tonalidad verde grisácea del olivar ha aparecido un nuevo matiz. Hileras de árboles con troncos más regulares, hojas más grandes y colores más vivos se han adueñado de una porción del paisaje y su influencia seguirá creciendo. Desde hace años proliferan noticias de agricultores e inversores que están reconvirtiendo cultivos tradicionales en Andalucía para plantar almendros , al estilo de California, con un mercado creciente y un nivel de precios atractivo (aunque en esta campaña las cotizaciones han bajado notablemente).

Este «boom» ya ha echado raíces y se ha convertido en una realidad palpable en el campo andaluz . Aunque los últimos días de agosto siempre ha sido la víspera del verdeo (la recogida de aceituna de mesa), ahora también es el momento de las jornadas frenéticas para la recogida de este fruto seco, cuya recolección comienza en los días centrales del verano.

«Ahora mismo en nuestras fincas ya hay más de 150 personas trabajando en esta campaña», afirma Iván Romero, director de Almondo Agroindustrial , que posee tierras en Villamanrique de la Condesa, Carmona, Aznalcázar y Marmolejo que suman 2.000 hectáreas de este cultivo. La maquinaria que se utiliza es muy similar a la que requiere el olivar.

El vibrador descarga el árbol

Una de las principales fincas de Almondo es Las Manchas , en las lindes entre el Aljarafe y Doñana, que perteneció en su día al constructor Luis Portillo. Allí un tractor recorre sistemáticamente las calles de árboles, se detiene delante de cada uno de ellos y sujeta el tronco con las pinzas de un vibrador. En apenas dos segundos una pequeña tormenta de hojas y almendras cae sobre un mantillo negro que alfombra el suelo, que es arrastrado por quads (motos de cuatro ruedas) hasta que amontonan el fruto para su transporte posterior. «Aquí en Las Manchas antes había frutales y algo de cítricos, pero el almendro ha crecido en zonas donde había plantaciones muy diversas , tanto herbáceos como olivar», recuerda Iván Romero.

Almondo comenzó este proyecto agronómico en 2015. Este año recogerá 1.500 toneladas de almendra en grano (sin contar la cáscara), el próximo verano serán 2.000 toneladas y en la siguiente campaña alcanzarán su velocidad de crucero, con más de 4.000 toneladas. « Se han hecho inversiones muy importantes, pero hay una travesía por el desierto hasta que maduran las plantaciones», sostiene. En una gran nave de otra de las fincas del grupo, denominada La Tiesa, atravesada por el Guadiamar, se almacena la cosecha. Montañas de almendras cuya tonalidad difiere en función de la variedad, como Lauranne o Antoñeta.

Iván Romero, director de Almondo Industrial J. M. Serrano

El almendro tiene una larga tradición en Andalucía , especialmente en Granada y Almería, donde hay grandes extensiones en zonas marginales y de secano, pero lo que ha ocurrido en la Vega del Guadalquivir es una revolución : se ha introducido este cultivo en marcos intensivos o súperintensivos, con regadío, replicando a los agricultores de California, líderes mundiales en este producto. «En Almería hay casi 40.000 hectáreas que producen 6.100 toneladas, mientras que en Sevilla, con una superficie diez veces inferior (4.722 hectáreas), la producción roza las 6.500 toneladas y en Córdoba, con 3.000 hectáreas, alcanza las 3.200 toneladas», recuerda Antonio Caro, coordinador de los servicios técnicos de Asaja Sevilla.

Extensión paulatina

Desde que en 2004 se iniciaron las primeras plantaciones hasta hoy el almendro se ha convertido en una campaña cada vez más sólida en el año agrícola andaluz . «En las previsiones de campaña solo cuentan las hectáreas que están a plena producción, pero en el registro de la PAC ya figuran en Sevilla 11.600 hectáreas y más de 800 empresas o agricultores dedicados a este cultivo, con lo cual en los próximos años crecerá la producción y la actividad».

Antonio Caro recuerda que todo comenzó en el bajo Guadalquivir (comarca que engloba pueblos como Lebrija o Los Palacios), en zonas dominadas por cultivos herbáceos. «Se ha extendido por toda el valle e incluso a la Sierra Sur, a pueblos como Estepa, donde además tiene unas sinergias muy claras con la industria local del mantecado y los dulces de Navidad». La campaña es anterior a la del olivar y requiere una maquinaria muy parecida, con lo cual colabora a desestacionalizar el año agrícola y se complementa muy bien con el resto de cultivos.

La maquinaria para el almendro es similar al olivar J. M. Serrano

Este «boom» creció al calor de los buenos precios de la almendra, una tendencia que en los últimos doce meses se ha visto truncada. Iván Romero recuerda que «la producción de California es históricamente buena y, por primera vez, el consumo mundial no ha crecido debido al Covid, lo cual ha impactado en los precios, que ahora están en 4,40 euros el kilogramos (la cotización llegó a ser el doble). «Mi intuición me dice que las cotizaciones ya están tocando suelo, en California los costes de explotación son más altos que en las fincas intensivas de España y allí ya están en el umbral de la rentabilidad, los precios necesariamente deben rebotar».

Pistachos y nueces

Antonio Caro estima que será una tendencia que continúe y que está abriendo el campo para la introducción de nuevos frutos secos. «Hay agricultores que están apostando paulatinamente por el pistacho e incluso por las nueces», subraya.

Las grandes fincas andaluzas con regadío han entrado en este cultivo. Un ejemplo de este crecimiento lo representa la cooperativa Dcoop, líder en aceite de oliva, que ha abierto una sección para almendra que no ha parado de crecer . Uno de sus socios más destacados es la familia cordobesa De Prado, con fincas en Andalucía y Portugal, pero agrupa a 400 agricultores que suman en total 4.500 hectáreas. «Aunque la cotización de la almendra ahora no es la idónea, permite diversificar riesgos ya que la situación de los precios en el olivar no es buena», destacan fuentes de esta cooperativa con sede en Antequera. La compañía está dando pasos en la cadena de valor y abrió en Villanueva de Córdoba un centro para partir la almendra (quitarle la cáscara) y ahora quiere doblar su capacidad.

Las plantaciones están muy tecnificadas y calidad de la almendra en el Valle del Guadalquivir es alta . «A parte del crecimiento de la superficie, hay que mejorar las dotaciones de agua para que este cultivo pueda alcanzar una productividad por hectárea similar a la de Estados Unidos», incide Antonio Caro.

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