Sánchez se hace el alemán para embaucar a Bruselas y cuadrar su 'Presupuestazo'
El presidente del Gobierno se arrima ahora al canciller Scholz y se ofrece como gregario de la colapsada economía alemana ante los países frugales a cambio de poder burlar la ortodoxia fiscal en 2023, clave para su propaganda electoral y unos Presupuestos que no se cree ni Calviño

Ya está aquí. El 'Presupuestazo'. Apto para todos los públicos. No dejen de darle un visionado, no tiene desperdicio. Que del dicho al hecho... Una cosa es lo que queda por escrito, negro sobre blanco, y otra la palabra de la ministra Chiqui Montero, blanco ... sobre negro. Día y noche. Sin luz ni taquígrafos, la batalla contra la maquinaria de gestión, agitación y propaganda de este Gobierno está perdida para muchos. «Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, los goles de Sánchez que ya van a venir». Y llegaron. Por toda la escuadra, de ciudadanos y, sobre todo, de aquellos que tienen fondo y forma de empresarios. Y no solo de esos de puros y chisteras, que anidan en los cenáculos madrileños, poderosos, con intereses inconfesables y con terminales políticas y mediáticas, dedicados en cuerpo y alma desde cuatro años a difundir falsedades contra el presidente. ¿Que ya no aplaudes? Conmigo o contra mí. Y de ahí, unas cuentas –decía–, para 2023, con guiños abiertos al apoyo futuro de sus socios (¡lo que nos queda por ver!) y contra la línea de flotación de aquellos que tiran de la economía. O lo intentan.
Bofetada con la mano bien abierta: aumento de impuestos con todas las letras. Un 8,6% de incremento en las cotizaciones a los sueldos de más de 50.000 euros al año. ¿Y lo del diálogo social? ¡que les da pereza oigan! 'Presupuestazo' y a correr. Y eso que hubo reunión empresarios-Gobierno el lunes. Pero de este tema, nada de nada. Secretos inconfesables. A saber: ocho de cada diez euros que se pagarán de más a la Seguridad Social en cotizaciones de los sueldos más altos los abonará el empresario. Punto y final. Por cierto, alzas que afectan especialmente a las pymes, cuyos costes laborales han registrado crecimientos en los últimos años superiores al 6% anual. ¡Lo mismo al final el colectivo que más fuma puros no formaba parte del Ibex como creímos entender al presidente Sánchez! Eso sí, casualidad o no (¡ya!) justo en el momento de la magistral lectura de Montero y su libro amarillo, la atención mediática y política, puesta en la escandalera del colegio mayor Elías Ahuja de Madrid. Todos caímos en la trampa. Este Gobierno es único despistando de lo verdaderamente importante.
Se barruntaba en el ambiente la sensación de la que se avecinaba y ya es. Pistas, algunas esta misma semana. Que el presidente no pierde el tiempo. Año electoral y de asuntos propios varios. De reunión en reunión. Que la ministra se dedique a explicar a su manera los Presupuestos. Reuniones las del presi convenientemente medidas y publicitadas. Las que no interesaban, fuera. De hecho, a nadie sorprendió que no solo declinara por algo más que por n ºo recibir bronca la invitación al congreso anual de la Empresa Familiar, sino que contraprogramó un encuentro con las camareras de piso 'Kellys' –aparcadas de sus pensamientos desde hace meses y meses– en Palma de Mallorca, en su afán incansable por acumular votos a la buchaca entre los más vulnerables. Pensionistas, parados, funcionarios, jóvenes... y ahora 'Kellys' claro, a regar a regar que la legislatura se va a acabar... y en el mientras tanto ¡malditos empresarios y ricos!
En paralelo, atender la agenda internacional. Cierto es que Sánchez no ha podido liar al presidente francés, Emmanuel Macron, y tiene un hueso duro de roer con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el PP europeo. Pero como a los santos se les adora por la peana, está ahora tras el canciller alemán, Olaf Scholz, para hacerle la envolvente. La 'agit prop' de los 'susurradores' del presidente –así es como se conocen en el ámbito político y de los medios de comunicación a José Miguel Contreras y a Miguel Barroso, fundador de Globomedia y ex secretario de Estado de Comunicación con el Gobierno de Zapatero, respectivamente– se ha vuelto germánica.
Sánchez quiere que le incluyan como parte de la estructura europea del escudo antimisiles, pero de momento no cuela. Y a Scholtz, con la economía alemana al borde del colapso, le viene al pelo tener al presidente del Gobierno de punta de lanza para convencer a los correosos frugales de que eso de la ortodoxia fiscal es cosa del viejo mundo analógico, que no se lleva. Luego, si la cosa sale mal los alemanes pondrán cara de suecos y señalarán a los españoles. Parece un chiste pero no lo es. Si medio funciona, Alemania podrá seguir usando el bazuca de dinero público para dopar su economía al menos mientras dura el invierno sin gas ruso y Sánchez, otra vez, venderá que nada de eso de empezar a pagar lo muchísimo que se debe desde 2023. Ser el peón útil al menos le permite munición a las baterías sanchistas para seguir vendiendo una imagen pública que en España hace tiempo que desapareció, como la manida «clase media trabajadora» con la que se llena la boca.
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Sánchez y su 'troupe' empezaron liquidando a Montesquieu y ya tienen a Rousseau de cuerpo presente. Gastan las horas con la cantinela del pacto de rentas y el contrato social, pero solo cogen lo que les viene en gana, sabedores de que es una teoría de Gobierno intervencionista en grado máximo. El Frankenstein que nos dirige no solo no protege el espacio de unión de los individuos, sino que fomenta la injerencia de la política. Ya ven los Presupuestos, en lugar de ayudar cuando los daños de la sociedad civil son tan profundos, se encargan de radicalizar las diferencias entre ricos y pobres, entre buenos y malos. Mientras, riega con dinero público a países de dudosa condición democrática allende los mares. Sánchez y sus aplaudidores disimulan y por lo que pueda pasar juran –prometen, que es más progre– no conocerse.
Por cierto, no pierdan de vista a Indra. Vuelve la teoría de que las partes valen más que el todo. Muy típico de una pandilla Frankenstein.
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