La africana afincada en Sevilla que se ha convertido en la 'reina' de la manteca de karité
Su empresa, premiada por los jóvenes empresarios de Andalucía, vende en mil farmacias de España, ya factura dos millones y tiene 60 empleados
AOKLabs, el laboratorio de esta emprendedora, trabaja con dos cooperativas africanas que producen la manteca 100% pura y ecológica
«Quería entrar en el sector farmacéutico y sabía para que ello necesitaba un producto cuya trazabilidad estuviera certificada»

Detrás de la caja de manteca de karité Oro Africano que se vende en más de mil farmacias de España hay una historia de emigración y emprendimiento que ha protagonizado la joven Katia Simone, de Guinea Bissau, aunque nacida en Cuba en 1988. ... La Asociación de Jóvenes Empresarios de Andalucía (AJE) acaba de premiar a su empresa, el laboratorio AOKLabs, ubicado en Dos Hermanas (Sevilla), que vende manteca africana de karité 100% pura y ecológica, así como formulaciones hechas con ella y con aceite de moringa y baobab.
La empresa AOKLabs fue creada en 2020 y ya vende de forma directa en mil farmacias a nivel nacional y también de forma indirecta con distribuidores como Bidafarma o Cofares. Cuenta con 60 empleados en Sevilla y 70 en Ghana. En 2022 el importe neto de su cifra de negocio ascenderá a dos millones de euros.
Los padres de Katia Simone son de Guinea Bissau y trabajaban en Cuba, donde nació hace 34 años. Vivió sus primeros 16 años en Cuba y después se trasladó con sus padres a Lisboa (Portugal), donde residió tres años, compaginando sus estudios de Bachillerato con el trabajo en Pizza Hub y en un restaurante. «Yo me visualizaba en Sevilla. Desde pequeña empecé a bailar flamenco en Cuba. Había una academia de un español y era la única niña negra extranjera que estaba matriculada», comenta Simone, que tiene nacionalidad portuguesa, española y de Guinea Bissau.
«Me vine a Sevilla con mil euros que había ahorrado trabajando en Lisboa. A mis padres le costó mucho entender que quisiera irme, independizarme. Llegué a Sevilla en agosto de 2007 y trabajé en un restaurante en Alcalá de Guadaíra como camarera y en una empresa de reciclados del Polígono La Isla. Hice un curso de administrativo y empecé a trabajar en los Bomberos de Dos Hermanas y en Radio Taxi», recuerda Katia, que terminó poco después Bachillerato en Sevilla.
En 2007 conoció a Fran Morales, de Dos Hermanas, con quien se casó en 2014 y dos años después nació su hijo. Junto a su marido inició su historia de emprendimiento, que nació curiosamente por una anécdota surgida durante la lactancia de su hijo. «Compartí en un whatsApp de madres lactantes las bondades de la manteca de karité que me mandaba mi madre de Guinea Bissau, una manteca que es muy buena para los niños con problemas en la piel por la alergia a la leche de vaca o bien porque tienen la dermatitis de pañal. A las mamás les gustó tanto el producto que me dijeron que si empezaba a trabajar ese producto, serían clientas», indica Katia, que ha compartido su historia con los estudiantes becados del programa de emprendimiento Sputnik.
Mientras ella y su marido fraguaban su proyecto, Katia trabajó como encargada en el Factory de Dos Hermanas de 2011 a 2018. «Vi que la crema no sólo funcionaba en mi piel, sino también para las rozaduras del pantalón o para las quemaduras del sol. Pensé que debía compartirlo con los demás y hablé con mis padres, que estaban en Guinea, para preguntarles si allí había alguna cooperativa que la fabricara. Me dijeron que ese árbol nacía salvaje en Ghana, donde había cooperativa de mujeres que trabajaban la nuez de karité».
Industria farmacéutica
«Mi padre me ayudó a contactar con una asociación que se llama Alianza Global del Karité, que son muchas cooperativas de distintos países, como Burkina Faso, Costa de Marfil, Ghana... La cuestión es que yo quería vender en la industria farmacéutica, un nicho muy serio, y para ello necesitaba garantizar todos los estándares de calidad, la trazabilidad del producto y tener una certificación de que es 100% ecológico para venderlo como manteca de karité y para usarlo después otras formulaciones. No todas las cooperativas podían cumplir ciertos estándares. Me dieron varios contactos de cooperativas de mujeres y fue una locura porque hablé con ellas, había que crear lazos, entender su proceso y su vida, qué ocurría en esas comunidades... Fue un proceso bastante complicado porque nos estábamos metiendo en un mundo que nadie nos había explicado».
A base de pico y pala, de constancia, Katia y Fran encontraron dos cooperativas de África para trabajar la manteca de karité. «Hemos generado economía y bienestar en esas comunidades, donde muchas madres son las que mantienen a sus familias. Y al mismo tiempo, la compañía Ecocert certifica que nuestra manteca de karité es 100% pura y ecológica».
Para seguir su sueño, Katia Simone abandonó un puesto de trabajo seguro «porque creía en este proyecto de verdad. Porque ya había visto los resultados tan extraordinarios del Oro Africano, de la manteca de karité, en mi propia piel y en la de mi hijo. Y sin más ayuda económica que los 17.000 euros del desempleo fuimos capaces de facturar un millón de euros en medio de la crisis del Covid 19. Y pudimos hacerlo porque en ningún momento se me pasó por la cabeza abandonar. Teníamos en nuestras manos el regenerador celular más potente de la naturaleza. Muchas farmacias confiaron en nuestra empresa y en nuestros valores, comenzaron a formar parte de la familia AOKlabs».
En 2022, las cooperativas de Ghana han enviado a su laboratorio 10 toneladas de manteca de karité, que vende en latas de 50, 100 y 200 ml, o bien la usan en formulaciones para otros productos. «Los clientes nos han venido reclamando novedades, como desmaquilladores, crema con protección solar o ampollas para la piel testadas para pieles sensibles... y por eso hemos ampliado la gama de productos», añade esta empresaria.

«Yo sé -dice- que compito con gigantes farmacéuticos y grandes marcas de cosmética porque apenas he gastado en publicidad y hemos tenido éxito gracias al boca a boca. Para estar a la altura del resto de marcas, vamos a hacer inversión en publicidad para que el farmacéutico y el consumidor tenga confianza en nuestra marca Oro Africano AOKS Labs».
Proyectos solidarios
«Nunca soñé con ser emprendedora ni con dar conferencias, como he hecho en el programa de emprendimiento Sputnik. Lo qué sí he sabido siempre es que tengo capacidad innata para transmitir las ganas para emprender. Me di cuenta de eso cuando empecé a trabajar en mi empresa, que va ser un puente para convertirme en la persona que quiero ser. Llegará un momento -admite- en que mi empresa seguirá sin mí, terminará siendo autónoma, y para ello he formado un equipo que sea líder porque quiero talento y trabajadores emprendedores».
Katia no descarta otras aventuras empresariales «pero -matiza- primero vamos a poner bien los cimientos de la compañía AOKLabs, con la que queremos ser referentes para nuevos emprendedores». Por lo pronto, su compañía tiene actividades de responsabilidad social corporativa (RSC), con la que devuelve a África parte de lo que el continente le ha aportado. «Ahora hemos lanzado dos proyectos en Ghana para financiar con nuestros propios medios un pozo de agua para 3.000 habitante en Nakunga, y hacer una infraestructura en un colegio de Kanvili que no tiene condiciones, para lo cual estamos en contacto con profesores y cooperativas».
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