AJUSTE DE CUENTAS
El síndrome Mafalda
Los nuevos luditas piden una pausa en el desarrollo de la IA, pero sus avisos no parecen del todo honestos
Elon Musk carga contra Bill Gates: «su comprensión de la inteligencia artificial es limitada»
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Circula una carta colectiva pidiendo una pausa de seis meses en el desarrollo de sistemas de Inteligencia Artificial (IA) que compitan con los humanos con el argumento de que podemos «perder el control de nuestra civilización». El manifiesto ha sido firmado entre otros por Elon Musk ... , Steve Wozniak (cofundador de Apple) o el historiador y best-seller Yuval Noah Hariri. El texto, promovido por el Future of Life Institute (www.futureoflife.org), se hace eco de la capacidad de la IA de destruir empleos cuyo desempeño nos hace felices, de su capacidad para difundir propaganda, y exige una moratoria hasta «que estemos seguros de que sus efectos serán positivos y sus riesgos serán manejables».
Podríamos pensar que asistimos a una nueva versión del síndrome Mafalda (¡paren el mundo que me quiero bajar!) o del síndrome Díaz Ferrán (¡paren el capitalismo que me quiero bajar»!), pero en realidad estamos ante una vieja forma de fortalecer una posición negociadora. De la misma manera que detrás del movimiento ludita, que las emprendió contra los telares y máquinas de vapor entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, estaba el interés de los artesanos y agricultores ingleses por fortalecer su posición negociadora frente a los actores de la Revolución Industrial, en esta ocasión un grupo de protagonistas del capitalismo de plataformas que no llevan manos ganadoras en el desarrollo de la IA están promoviendo una alianza de perdedores.
Pedir una pausa en el desarrollo de la IA va a tener tanto éxito como la moratoria sobre las armas nucleares que se pidió tras la Segunda Guerra Mundial. Es prácticamente imposible que en un mundo donde la tecnología y la ciencia se han comoditizado hasta extremos impensables y que además se encuentra en medio de una 'Segunda Guerra Fría' (el concepto es del diplomático chileno Jorge Heine), se le pida a un país o una empresa que no avance con los sistemas de IA.
Hace una semana, Bill Gates, el fundador de Microsoft, ponderaba en su blog la revolución que supone la IA. Decía Gates que sólo en dos ocasiones en su vida ha tenido la sensación de estar ante un avance tecnológico revolucionario: una fue cuando vio, en 1980, la primera interfaz gráfica de un ordenador personal (una especie de abuelo de Windows) y la segunda cuando un experto de OpenAI le enseñó ChatGPT en 2022. Microsoft ha integrado la versión GPT4 en su buscador Bing y ha anunciado que lo hará en Office, un avance notable para los productos de una empresa que ha descubierto cómo obtener ingresos recurrentes con su software. La semana que Gates escribió en su blog, la acción de Microsoft subió entre 20 y 30 dólares. Integrando GPT en un producto comercial, le ha sacado una ventaja enorme a sus competidores. Eso explica que Musk siga tuiteando, como hizo el lunes 27, desde el resentimiento: «Recuerdo las primeras reuniones con Gates. Su comprensión de la IA era limitada. Todavía lo es». jmuller@abc.es
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