ajuste de cuentas
Cabrales, el abajofirmante
Nadie le preguntó a Antonio Cabrales si había fumado marihuana de joven, pero su elección atraía más talento que las vacilaciones de Villacís

Antonio Cabrales ha pasado a la historia como el consejero del Banco de España con el mandato más breve. Apenas unas horas. Se puede discutir el acierto de su precipitada decisión, su falta de resiliencia ante unas críticas cuyo calado es discutible (firmó un manifiesto ... de apoyo a dos personas que consideraba, sobre todo, amigas), la ausencia de los rasgos psicopáticos necesarios para liderar (un estudio dice que hasta el 20% de los ejecutivos los tienen, frente al 1% de la población en general y el 5% de los reclusos), pero su despedida es ejemplar: «Renuncio. No quiero tensar más el país. Necesitamos calma», le dijo a este diario.
Ya nos gustaría que el presidente del Gobierno o su exvicepresidente Iglesias o el vicepresidente García-Gallardo de Castilla y León tuvieran ese sentido de la responsabilidad sobre cuál debe ser tono del debate público. Pero con responsabilidad no se conquista el poder. «Nos conviene que haya tensión» dijo Zapatero en 2008 y ganó las elecciones.
Cabrales fue propuesto por el PP y era una excelente elección para el consejo del Banco de España. Sobre todo porque el economista no era del partido. La suya era una candidatura de superior calidad a la de Judith Arnal, exjefa de gabinete de la ministra Calviño. Pero nadie le preguntó a Cabrales si había fumado marihuana o visto pelis porno como tampoco nadie le preguntó al actual gobernador si se manifestó junto al 'Cojo' Manteca frente a la sede del Banco de España cuando era un adolescente en 1987.
Pero su elección cuadraba con el gusto de Núñez Feijóo por atraer a independientes a puestos clave, como ya demostró en la Xunta de Galicia. Y era una jugada muy inteligente porque al tiempo que ensanchaba y fortalecía la mirada institucional del partido -frente a la visión más estrecha de una Nadia Calviño copando el Estado con amigas y marido-, se atraía a toda una legión de economistas españoles que en su momento fueron seducidos por Ciudadanos, aunque no llegaran a militar en ese partido.
La elección de Cabrales iba a añadir más talento huérfano del área de Ciudadanos que todas las vacilaciones de Villacís juntas. La reacción de las entrañas del PP ante la aparición de un cuerpo extraño ha sido notable.
Hubo 'populares' que dijeron que el cuerpo de Feijóo había sido invadido por Garicano, que habría aceptado ser vicepresidente económico. La ficción ni siquiera contemplaba el pequeño detalle de que aún tienen que ganar las elecciones. Y la falta de respaldo de la cúpula partidaria hacia Cabrales fue muy significativa. Tras la salva sobre la ley de plazos del aborto, parece que no queda munición en los depósitos de Génova.
Varias lecciones quedan de este episodio. Primero, que nuestro debate político es tóxico y que hay académicos como Cabrales, pero también gente del mundo de la empresa y otros ámbitos, a los que no les merece la pena comprometerse en la gestión de lo público. Segundo, que en política hay más miopes que hipermétropes. Tercero, que los partidos son organizaciones muy complejas donde, como decía Rajoy, los adversarios están al frente y los enemigos detrás. jmuller@abc.es
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