TRIBUNA: CIUDAD ABIERTA

Urbanismo y la oportunidad de la colaboración público-privada

Marcos Sánchez Foncueva, CEO de la Junta de Compensación de Valdebebas, subraya la importancia de constituir, rearmar o refundar organismos o entidades en las que se opere esa sinergia de una manera eficaz

Marcos Sánchez Foncueva

Decía Winston Churchill que las dificultades dominadas son oportunidades ganadas. En este pandémico mundo, en el que la globalización puede llevar a la más terrible de las homogeneizaciones urbanas, cuando es sabido y admitido que es la ciudad la actora principal en la historia de la evolución humana y protagonista indiscutible de su futuro. Cuando discutimos acerca de cómo han de ser las urbes que hereden nuestros hijos. Cuando el mantra de la sostenibilidad puede llegar a paralizar el discurso urbano e incluso a banalizarlo. Cuando las administraciones, muy pocas todavía, empiezan a atreverse a incluir el término de colaboración público-privada en sus agendas como herramienta de gestión moderna y eficaz. Cuando en España existen todavía capacidades sobradas para la atracción de inversión, a pesar de tantos obstáculos, miopes casi siempre, cuando no inventados o impuestos desde la ideología y no desde la gestión o la práctica. Cuando existe un talento indudable entre los protagonistas de un sector inmobiliario que, y no busquen razón para no proclamarlo ni para avergonzarse de hacerlo, porque no existe, siempre está cuando se le necesita. Cuando todos estos elementos los encontramos mezclados en la inmensa coctelera urbana, no siempre en las justas proporciones pero sí presentes, mostrando la gran dificultad de su adecuada combinación, debemos dominarlos, extraer lo mejor de cada uno de ellos, compensar la ausencia de unos con la abundancia de otros, para crear una mixtura estable y constante que sirva de base, a su vez, para la elaboración de otras mezclas más complejas. Sólo así, dominando las dificultades, ganaremos la oportunidad de crear ciudades extraordinarias.

Señalaba el ingrediente de la sostenibilidad, rozando el anatema al calificar su uso de mantra paralizante. Ahí está el secreto de la buena mezcla, de esa mixtura o aleación estable y constante. No por repetir sostenibilidad o desarrollo sostenible cuarenta veces en un discurso de tres minutos alcanzaremos el fundamento de su naturaleza. Cualquier urbanista de nuestro tiempo sabe que urbanismo y sostenibilidad han pasado, hace ya tiempo, de ser conceptos complementarios a ser un binomio indisociable . La sostenibilidad es objetivo, es elemento caracterizador cuya consideración definirá el resultado de una acción o de una política urbanas. No hay que empeñarse en su permanente mención durante el desarrollo del proceso urbano en que estemos. El resultado de ese proceso ha de ser sostenible o será un proceso fallido. Punto.

Pero permítame el lector centrarme ahora en el elemento que hoy me devuelve a estás páginas. La colaboración público-privada. Las administraciones deben volver la vista a este concepto que, conviene recordarlo, no es nuevo en el urban ismo patrio. Ahí está la figura de las sociedades urbanísticas mixtas. No pretendo ahora profundizar en su definición . Solo apunto que esa forma de gestión a través de sociedades de economía mixta es herramienta de la que disponemos desde hace tiempo. Tampoco considero que su formulación clásica sea la adecuada en nuestro tiempo para que la reclamada colaboración se produzca.

Una de las manifestaciones más características de la colaboración público-privada en nuestro urbanismo es la de las Juntas de Compensación. Entidades urbanísticas colaboradoras que actúan como delegadas de la administración tutelar , integradas por los propietarios de los suelos que constituyen objeto del proceso urbanizador y encargadas de la materialización del sistema de compensación, a través de la ejecución de la urbanización de los nuevos desarrollos. Créanme si les digo que la existencia y régimen de funcionamiento de estas entidades es alabado por la práctica totalidad de los inversores extranjeros con los que, como gestor urbano, he tenido la oportunidad de intercambiar pareceres y opiniones durante los últimos años.

La reciente profesionalización operada en España de estas entidades, por mor de una propiedad cada vez más concienciada y empeñada en el cumplimiento de sus obligaciones con cada vez mayor eficacia, como garantía de retornos que compensen su inversión, convierte a las Juntas de Compensación en punta de lanza para la extensión de esa colaboración público-privada hacia otros campos y actuaciones que integran el proceso urbano. No pienso solamente en la construcción de viviendas con régimen de protección en los suelos patrimonio de las administraciones regionales o locales. Siendo este uno de los aspectos en los que, desde luego, mejor puede operar esta colaboración no es, sin embargo, el único. Existen muchos otros. Baste ahora mencionar el funcionamiento de esta herramienta como determinante para el éxito de las actuaciones de rehabilitación o regeneración urbana que caracterizarán nuestros procesos urbanos durante, al menos, los dos próximos lustros.

Siendo capaces de constituir, rearmar o refundar organismos o entidades en las que se opere esa colaboración público-privada de una manera eficaz, tendremos mucho camino andado. Habremos de asegurarnos, eso sí, que la colaboración es bidireccional y continua, en la que sector público y privado estén implicados, cada uno con sus capacidades, en la dirección, gestión y control de resultados. Si esa implicación en la gestión falla o es débil por alguna de las partes, estaremos perdiendo tiempo y recursos. Sobre cómo ha de establecerse una eficaz colaboración bidireccional y continua, frente a la, por desgracia más común, unidireccional y alterna, volveré otro día desde esta Ciudad Abierta. Entretanto, aprovechemos oportunidades y acompañemos a las administraciones que han comenzado a recorrer la senda de la provechosa colaboración público-privada . Termino, parafraseando a Henry Ford, indicando al que escuchar quiera que llegar sector público y sector privado juntos a esa colaboración, es el principio; mantenerse juntos en el camino, es el progreso; trabajar juntos es el éxito. Al trabajo pues.

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