Escrivá rechazó siempre la subida de cuotas que pacta ahora con Podemos
En la Airef, argumentó que ya estaban seis puntos por encima de la OCDE, y ya como ministro, también rechazó en el Pacto de Toledo posibles alzas
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El sistema de pensiones estaba en 2019 en una situación muy delicada, como ahora. Los políticos seguían buscando soluciones para asegurar la sostenibilidad futura en un contexto de déficit y deuda desbocada, y organismos como la Airef, entones dirigida por José Luis Escrivá, aportaban sus recomendaciones al debate con sus informes ... .
'La sostenibilidad de la Seguridad Social. Opinión de la Airef al Gobierno', fue un trabajo publicado en abril de 2019 en el que el hoy ministro de Seguridad Social abogaba por mayor esfuerzo del Estado con el sistema para acabar con el déficit, también defendía medidas como aumentar de 25 a 35 los años que se tienen en cuenta para calcular la pensión y medidas para retrasar la edad real de cotización. Pero, sobre todo, defendía que las cotizaciones sociales no deberían subir en España. «Las cotizaciones sociales en España son relativamente altas, situándose 6 puntos por encima de la media de la OCDE», decía el trabajo rubricado por Escrivá. Y por este motivo era tajante: «Se considera que cualquier modificación no debería implicar un incremento de las cotizaciones sociales, si no únicamente una reconfiguración de las mismas», concluía la Airef.
La posición del presidente de la autoridad fiscal era clara. Dos años más tarde, en julio de 2021, siendo ya ministro, Escrivá comparecía en la comisión del Pacto de Toledo en el Congreso y volvía a replicar el mismo discurso. Ante sus señorías aseguraba rotundo: «Nosotros tenemos ya cotizaciones sociales más altas que la mayoría de nuestro entorno». Cuatro meses después se anunciaba un aumento de las bases máximas del 1,7% para 2022 y Escrivá diría en el Pacto de Toledo: «En España las cotizaciones sociales están claramente en el rango de los países más bajos y a una enorme distancia de países centrales de Europa con los que somos competidores».
Son argumentos idénticos a los que ha defendido Podemos desde 2018: «Eliminaremos los topes de cotización, de manera que quienes tengan salarios muy altos coticen más», afirmaba la formación morada en un programa electoral para concurrir a las elecciones que entonces no comulgaba con las tesis de Escrivá, pero que han terminado imponiéndose. Esta línea es la que marcaría más de cuatro años después la esencia de la segunda fase de la reforma de pensiones, pactada por Podemos y negociada con los sindicatos al margen de los empresarios.
El eje central de esa reforma son los ingresos y el incremento de las cotizaciones que contiene por varias vías. De un lado, se acomete entre 2024 y 2050 una eliminación progresiva de los topes de cotización, ahora en 54.000 euros al año. Cada año se sumará a la cuantía anual del IPC otra de 1,154 puntos porcentuales, ingresos extras que irán a mejorar las pensiones mínimas. Las máximas se revalorizarán cada año con el IPC anual, más un incremento adicional del 0,0115 porcentuales acumulativos cada año hasta 2050.
El pacto entre Escrivá y Podemos desbarata el mecanismo de equidad intergeneracional (MEI), aprobado en la primera fase de la reforma, y que en su configuración estaba llamado a sostener el sistema. Este mecanismo sube un 0,6% las cotizaciones (0,5% a cargo de la cuota empresarial y 0,1% a cargo del trabajador). Y a partir de la entrada en vigor de la reforma el incremento de las cotizaciones se irá incrementando con este mismo reparto una décima al año hasta duplicarse y colocarse en el 1,2% en 2029, a un ritmo de subida de una décima cada año.
Además, el texto de la reforma crea una 'cuota de solidaridad' que se aplicará solo a la parte del salario que no cotice, es decir, a la que quede por encima de la base máxima de cada año (este año en 53.946 euros al año). Esta cuota será de un 1% a partir del 2025 y aumentará 0,25% cada año hasta 2045, año en el que será del 6%.
Díaz y reunión de urgencia
La reforma de pensiones lleva el sello indiscutible de Podemos y lo demuestra el hecho de que, conocido el acuerdo, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, convocó de urgencia a Podemos y se reunió con Escrivá y Ione Belarra. Poco después la ministra de Derechos Sociales aseguraba: «Ha sido muy trabajada (la reforma) y muestra de que lo que siempre ha dicho Podemos es posible. Ampliamos derechos a los pensionistas, garantizando la sostenibilidad del sistema gracias al aumento de los ingresos».
Una reforma muy trabajada, pero rotundamente rechazada por el mundo académico y por los popes en pensiones. «Los nietos de los hombres de negro van a tener mucha tarea», aseguraba José Antonio Herce, doctor en Economía y socio fundador de Loris. Para este experto, la reforma aumenta el gasto, recorta la contributividad y, además, no permitirá cuadrar las cuentas. «Se ordeña al trabajador y a la empresa. Se ha ofrecido un sacrificio a Bruselas», dijo en su cuenta de Twiter.
José Ignacio Conde-Ruiz, doctor en Economía, avisa en las redes de que «se están posponiendo decisiones dolorosas». Y recrimina al Gobierno que los cambios aumentan el gasto y los ingresos de forma «ineficiente e insolidaria con las siguientes generaciones».
Tras conocer el contenido de la reforma, Fedea hizo público un informe firmado por Ángel de la Fuente, en el que concluye que «el déficit básico del sistema (antes de transferencias del Estado), que ya es significativo en la actualidad, aumentará rápidamente durante las próximas décadas, lo que exigirá cuantiosas y crecientes aportaciones de recursos generales que podrían dejar poco margen para otras prioridades».
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