Los 'data centers' buscan una conexión sostenible para dejar de ser devoradores de energía
Mejorar la eficiencia de estos centros neurálgicos de la economía digital, que ya acaparan el 1% del consumo global de electricidad, se ha convertido en una prioridad

Los servicios de mensajería instantánea, las redes sociales, las retiradas de efectivo en un cajero, la visualización de contenidos en streaming… todas estas aplicaciones de nuestro día a día funcionan gracias a los centros de datos, el corazón de la economía actual. El crecimiento ... en el uso de internet ha disparado la demanda de potencia de cómputo, haciendo de estas instalaciones, que almacenan la información de las empresas y administraciones públicas, unas infraestructuras críticas. En su interior, albergan un escuadrón de equipos informáticos que trabajan a pleno rendimiento las 24 horas y que, al generar calor, requieren de refrigeración para conservar las salas a la temperatura correcta. Esta circunstancia los convierte en auténticos devoradores de energía: suponen en torno al 1% del consumo global de electricidad. Un escenario que ha llevado a las compañías que operan estos complejos a buscar soluciones tecnológicas para mejorar su eficiencia. La reducción del consumo de energía es hoy una necesidad de primer orden.
No hay una única fórmula para lograrlo, aunque sí una serie de estrategias ineludibles. Una de ellas es la optimización de la temperatura. «Hace una década eran lugares en los que hacía mucho frío, mientras que hoy la temperatura es lo más alta posible. Cada descenso innecesario de temperatura tiene un coste energético y medioambiental», comienza por explicar Manuel Giménez, director ejecutivo de Spain DC, la Asociación Española de Data Centers. Un segundo ámbito de actuación, en el que nuestro país puede sacar músculo, es el empleo de renovables. «Cada vez más incorporan sus propios elementos de generación de energía para autoconsumo y firman acuerdos con empresas que les proveen de energía 100% limpia, algo que se puede hacer en España por la abundancia de sol y viento», señala.
Los esfuerzos también se orientan a innovaciones para la maquinaria de los 'data center', dirigidas a que los procesadores consuman menos energía, generen menos calor y funcionen a más temperatura, incluso a que el enfriado vaya directo al procesador del cliente y no a toda la sala.
«Nacimos a finales de los años 90, por lo que somos un sector relativamente joven y la sostenibilidad forma parte de nuestro ADN. Al tener un consumo muy elevado de energía tratamos de alcanzar la eficiencia energética óptima año tras año», afirma Robert Assink, director general en España de Interxion-Digital Realty, firma norteamericana que cuenta en nuestro país con cuatro centros de datos en el distrito madrileño de San Blas-Canillejas (el cuarto edificio, en construcción, será el más grande de la ciudad) y planea la apertura de uno en el municipio barcelonés de Sant Adrià de Besòs.
Este próspero negocio, que solo en España atraerá 6.837 millones de euros de inversión hasta 2026, ha desplegado un arsenal innovador para mantener a raya su consumo eléctrico. Entre las medidas de Interxion-Digital Realty destaca, por ejemplo, el uso de la tecnología 'dry cooler', un equipo de refrigeración que ocupa mucho espacio y requiere una alta inversión, pero que utiliza poca energía para enfriar un circuito de agua que se lleva por conductos a las salas, ya que no usa compresores. «Se aprovecha la baja temperatura ambiente para enfriar el agua, se enfría con un menor consumo la cantidad de aire necesaria», comenta Assink. El sistema se implantó en 2019 en Mad1 y formará parte del futuro Mad4. Desde la compañía aseguran que posibilita ahorros de hasta el 50-60% con respecto a la producción de frío con máquinas convencionales en los meses más fríos.

Iniciativas concretas aparte, ¿hay algún estándar para evaluar lo eficiente que es un 'data center'? La respuesta es que sí. Uno de los baremos de referencia es el PUE (Power Usage Effectiveness, en inglés), que divide la energía total del centro de datos entre la consumida por el equipo informático y que tiene su suelo en 1. Así, un PUE de 2,0 significa que por cada vatio de energía que alimenta a los servidores, otro vatio va para la refrigeración, la iluminación y otros sistemas.
«Estamos afinando mucho la eficiencia energética mediante la especialización y gestión doméstica llevada al extremo, con un PUE de 1,3», presume Assink, quien recuerda anuncios de calado en materia de sostenibilidad, como la sustitución de los combustibles fósiles que alimentan los grupos electrógenos de sus 'data center' en España por un biocombustible avanzado elaborado a partir de residuos o el acuerdo de venta de energía con Acciona para disponer de electricidad 100% renovable la próxima década en sus tres centros de datos operativos en España.
El compromiso de los agentes del sector con rebajar su consumo energético es unánime. «Los 'data center' tienen optimizados al límite cuál es el máximo de temperatura a partir del cual un servidor funciona bien», subraya el director ejecutivo de la patronal Spain DC.
La coyuntura actual ha sido un acelerador. «La crisis energética en Europa y el aumento de los precios de la electricidad ha hecho que muchas miradas se giren hacia estas infraestructuras como una de las claves para optimizar escenarios que ahora podrían entenderse como de derroche. Podemos aplicar soluciones 'cloud' con las que obtener ahorros energéticos de hasta el 93% y reducciones de emisiones de carbono de hasta un 98%», subraya Enrique Ruiz, director de la nueva Región Cloud de Centros de Datos y Chief Employability Officer de Microsoft en España.
El gigante tecnológico ha llevado a cabo numerosos proyectos de investigación y uno de los más llamativos es Natick, con el que pretenden determinar la viabilidad de los centros de datos submarinos alimentados por energía renovable en alta mar. Uno de los hitos relevantes de la empresa en favor de la sostenibilidad, en 2022, ha sido la generación de una pila de hidrógeno verde lo suficientemente potente como para sustituir a un gran motor diésel.

Las opciones son múltiples y la tecnología es el habilitador. La francesa Data4, que en nuestro país dispone de dos centros de datos en la localidad madrileña de Alcobendas, recurre, entre otras, a la inteligencia artificial (IA) y el internet de las cosas (IoT). «Uno de nuestros proyectos se centra en la gestión de las enfriadoras. Gracias a la IA, en base a todos los parámetros de la máquina, podemos optimizar el uso que se hace de sus recursos. Con ello hemos conseguido reducciones del 15% en el consumo», detalla Juan Vaamonde, country director de Data4 en España.
También están conectando la información de los sistemas de monitorización, que manejan una ingente cantidad de datos, a una IA que analiza los patrones de gasto correspondientes a la refrigeración, al agua, etc., para optimizar la gestión de la energía. En lo que respecta al IoT, Vaamonde habla de sus virtudes para permitir a la compañía conocer en qué aspectos está siendo menos eficiente y así atajarlos con medidas específicas. El despliegue innovador en el sector, tal y como destaca el experto, se ha acelerado debido al alza del coste de la energía. «Antes recuperar una inversión en un proceso de mejora de eficiencia llevaba seis u ocho años y ahora es la mitad», asegura.

Otra tendencia que las fuentes identifican en los próximos años es la reutilización del calor generado por los centros para fines residenciales, comerciales o procesos industriales. Según cálculos de Data4, con su capacidad de potencia de Alcobendas (40 megavatios) podrían dar calefacción a todo el municipio. «El matiz está en que nosotros producimos de forma plana el calor, pero la calefacción y el agua caliente se consume en dos picos. El reto es almacenar ese calor para distribuirlo de forma puntual, pero el consumo base lo puede aportar un 'data center'. Necesitamos una red exterior a la que conectarnos para inyectar ese calor que ya sabemos cómo extraer», ahonda Vaamonde.
No solo los operadores especializados se han puesto manos a la obra. BBVA, en sus centros de datos de Madrid, ha instalado 'pasillos fríos' con los que reducirá su consumo de energía un 5,88%. El sistema consiste, en esencia, en separar el aire caliente y el frío de los pasillos correspondientes minimizando el flujo de aire entre ellos.
«A través de un falso suelo, se inyecta aire frío a unos 20 grados que los ordenadores van absorbiendo. Dicho aire frío se convierte en caliente y sale por la parte trasera de las máquinas a unos 40-60 grados. El aire caliente pesa menos que el frío y sube hacia el techo, donde hay unos equipos que lo analizan para ver si encuentran partículas extrañas, lo enfrían y lo vuelven a meter al falso suelo para que salga por el pasillo frío», explica Alberto Jiménez Anguita, responsable global de operaciones IT en BBVA. En definitiva, en una sala diáfana, se alterna un pasillo frío con uno caliente.

La separación de los ambientes se completa con cerramientos en los pasillos fríos para evitar la recirculación de aire y mantener constante la temperatura interior con menor esfuerzo energético.
Los movimientos de los gigantes del sector se complementan con propuestas de startups como la barcelonesa Submer, que ha patentado una tecnología de refrigeración por inmersión que permite sumergir los componentes en un tanque lleno de líquido biodegradable que no es conductor de electricidad pero sí buen conductor térmico.
«Tenemos un sistema inteligente capaz de detectar la energía que se irradia de los servidores en cada momento y mover de la forma más eficiente posible el fluido para disipar el calor, así como una capa de software que controla la sensórica y el intercambio de calor de manera autónoma», sostiene Pol Valls, cofundador.
Aunque depende de cada caso, el líquido suele estar a 55 grados. «Y el ordenador trabaja a temperatura más baja de lo que lo haría en aire a 20 grados. Aquí está la eficiencia, no tenemos que invertir en refrigerar sino que moviendo este fluido e intercambiando el calor tenemos suficiente salto térmico para mantener la temperatura», apostilla Valls, que agrega que al manejar temperaturas altas, pueden aprovechar la energía térmica para redes de calefacción. El servicio ofrece ahorros en el consumo eléctrico de hasta un 50%, si se tiene en cuenta la eficiencia media de la industria.
Estos espacios que nunca duermen se multiplican a lo largo y ancho del planeta, explotando, cada vez más, los avances tecnológicos para bajar su consumo eléctrico.
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