La ciudad de los '15 minutos' enfila por fin el carril que separa el concepto de la realidad
El impacto del Covid y la apuesta de París han dado un nuevo impulso a un modelo que apuesta por la cercanía de los servicios y la movilidad inteligente
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Hay quien vendería su alma al mismo diablo por tener los servicios básicos de su vida diaria al alcance de la mano. Por hacer la cesta de la compra, ir a la universidad o al colegio, practicar deporte, desplazarse a su centro de salud, al ... cine e incluso al trabajo, en tan solo un cuarto de hora a pie, en bicicleta, patinete eléctrico, en 'segway' o en cualquier tipo de transporte público sostenible.
Esa es la esencia de la ciudad de los 15 minutos, un concepto que ha dejado de ser pura teoría para convertirse en un reto que persigue un nutrido grupo de megaurbes del planeta. Esta nueva tendencia urbanística está abanderada por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que desde hace un año se ha comprometido a hacer de la capital del Sena un reducto más sostenible, accesible, cercano y humano. Al igual que las cerca de cien grandes ciudades del mundo que conforma la red C40, un conjunto de metropolis comprometidas en la lucha contra el cambio climático y que también han asumido en su agenda incorporar los criterios de la ciudad de los 15 minutos, donde el coche privado ya no es el protagonista, en su lugar el peatón es el rey, que convive con kilómetros de carriles bici y nuevas formas de movilidad inteligente; donde el comercio de proximidad toma las calles; las zonas verdes son verdaderos pulmones en los barrios, y los edificios se aprovechan al máximo para múltiples tareas (desde espacios para fomentar las relaciones entre vecinos hasta para instalar huertos urbanos). Un compromiso que han adquirido ciudades de todos los continentes: Nueva York, Boston, Roma, Copenhagen, Yokohama, Singapur, Johannesburgo, Dakar, Río de Janeiro, Lima, Bogotá, Melbourne... En la lista, también están Madrid y Bacelona.
La metrópolis producen el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero
La pandemia, que nos ha obligado a limitar los desplazamientos y a vivir en nuestro entorno más cercano (por ejemplo descubriendo la necesidad de tener un refugio de naturaleza cerca), y la actual crisis energética han desatado el interés por desarrollar este nuevo paradigma urbanita. «El Covid ha sido el gran impulsor de una nueva forma de entender la ciudad, donde hay que disminuir los largos desplazamientos al trabajo y trabajar de forma más descentralizada, lo que ha sido posible gracias a las nuevas tecnologías. Ahora los jóvenes de 20 a 40 años ya no quieren ir a una torre de oficinas todos los días. La tasa de frecuentación a estos edificios ha disminuido con el incremento del teletrabajo. Quieren sedes y lugares más cercanos para estar conectados a la oficina sin estar en casa. ¿Qué vamos a hacer con el lastre de edificios que están menos ocupados? Hay que utilizar más y mejor los edificios existentes para que sean multiusos. Y dar un impulso a la economía y a los recursos locales, que es precisamente lo que se recomienda con la crisis energética», destaca Carlos Moreno, catedrático de la Universidad de La Soborna de París y asesor de Anne Hidalgo, que recientemente ha impartido una conferencia sobre la ciudad de los 15 minutos en Congreso del 30 aniversario de la Asociación de Directivos de Comunicación.
Para dar idea del alcance de lo que esto supone, el investigador recuerda las palabras de la edil parisina que ha definido este nuevo modelo como el «Big Bang» de la proximidad. «La ciudad de los 15 minutos recurre a la proximidad, a tener el trabajo cerca de casa, las compras, la salud, el espacio público, el cine, el ocio, la cultura y el esparcimiento», explica Moreno.
Para ello el investigador detalla algunas de las decisiones ya puestas en práctica en París: «Las escuelas de la ciudad se abren los fines de semana para que los vecinos realicen otras actividades y se han transformado las calles que rodean los colegios en espacios públicos para padres e hijos. Se han desarrollado nuevas actividades para el comercio local: una empresa pública gestiona los locales que se arriendan por un precio más económico a comerciantes y artesanos. Hay más actividades culturales en los barrios. Y se incita a los desplazamientos a pie o en bici. Hay momentos de la semana que París está lleno de bicicletas y parece Amsterdam».
Contaminación
Existe una cuestión de fondo. Las ciudades contaminan, y mucho. Si hay que avanzar en la descarbonización de la economía, también lo tienen que hacer las grandes urbes. «Las acciones encaminadas a mitigar los efectos del cambio climático pasan por una transformación profunda de nuestras ciudades, que deben recuperar espacios verdes y parques públicos con menos tráfico, ruido y contaminación», asevera Marta Vall-llossera, presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (Cscae). No hay que olvidar que, según Naciones Unidas, las ciudades consumen el 78% de la energía mundial y producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, aunque ocupan menos del 2% de la superficie de la Tierra.
Se trata de regresar a la ciudad mediterránea, donde «recuperar el tiempo y, por lo tanto, ganar calidad de vida. Una ciudad pensada para las personas, accesible, humana, llena de vida, en la que el espacio público invita al paseo y a la relación entre personas», concreta Val-llosser. Abandonado así el modelo americano que nos ha invadido. «Vivimos en grandes zonas residenciales, en altos edificios de urbanizaciones con piscina, donde no hay casi comercio, a veces ni hostelería; trabajamos en el centro en grandes torres de oficinas o en polígonos industriales; compramos en grandes centros comerciales que también son los espacios de ocio... Al final, todo se traduce en el uso intensivo del coche», considera Diego Isabel La Moneda, director del Foro NESI de Nueva Economía e Innovación Social, una entidad de 70 organizaciones que han redactado la 'Declaración por las Ciudades de 15 minutos y Territorios de 45 minutos' y han elaborado una guía con los principios de este nuevo modelo.
El ciudadano no necesitará el coche porque todo lo básico lo tendrá en un radio de 15 minutos
Los expertos señalan que no se trata de rivalizar con el coche, sino de tener todas nuestras necesidades básicas cubiertas en un radio de 15 minutos de tal forma que podamos prescindir del automóvil. «Es hacer vida de barrio», afirma Miquel Lacasta, profesor de UIC Barcelona School of Architecture y socio del estudio de arquitectura Archikubik. «Se trata —continua— de hacer que la ciudad vaya a un ritmo más cercano al ser humano y no al coche (cronourbanismo), utilizar de forma intensa los espacios (cronotipia) y establecer un lazo emocional con los espacios de la ciudad (topofilia). Hacer barrios que no sean monotemáticos, es decir que un barrio no esté destinado a oficinas exclusivamente, otro a ocio y negocios, otro a vivienda, sino que convivan todos estos usos en el mismo ámbito de tal forma que el 90% de las actividades del ciudadano se puedan realizar en 15 minutos a pie o en bici».
Y la empresa es uno de los actores claves para alcanzar la ciudad de los 15 minutos. Tiene que apostar por la «descentralización», recomienda La Moneda. «Que no tengan mil personas en un edificio en el centro de la ciudad, sino en sedes repartidas a lo largo de la ciudad, en puntos intermedios, por ejemplo llegando a acuerdos con coworkings, e incluso descentralizar en otros territorios. Así los trabajadores no estarán atascados una hora en las carreteras, rendirán más, podrán conciliar, estarán mejor y se ahorran costes. Y esto lo pueden hacer empresas tecnológicas, bancos, consultoras, ingenierías...».
Movilidad
En la ciudad de los 15 minutos la movilidad será inteligente gracias a nuevas tecnologías como el big data. «La digitalización y la recogida de datos permitirá gestionar de manera eficiente el transporte público, el uso de recursos energéticos, y puede ayudar a medir la calidad del aire o monitorizar la recogida de residuos», señala Val-llosera. «Habrá horarios para descargas de mercancías, con vehículo más ecológicos. Cada vez será más frecuente la última milla que no se realizará en furgonetas sino en vehículos de micromovilidad eléctricos. Existirán pequeños centros de paquetería. La velocidad del tráfico no superará los 30 km/hora lo que permite convivir con ciclistas y peatones. Crecerá el renting, el carsharing, el alquiler de patinetes eléctricos... El vehículo privado solo se utilizará para salir ocasionalmente del entorno de los 15 minutos», matiza Ramón Ledesma, asesor de la consultora Pons Mobility.
Los expertos creen que estos criterios se pueden aplicar a cualquier tipo de ciudad. «Hay ciudades intermedias que son las grandes olvidadas. Estas son ya casi ciudades de 15 minutos, pero a veces hace falta trabajo o desplazarse para servicios sanitarios o educativos. Y es aquí donde apostamos por los territorios 45 minutos», explica La Moneda.
MÁS INFORMACIÓN
Los fondos Next Generation son una oportunidad para empezar a aplicar los principios de la ciudad de los 15 minutos. Y con unas elecciones municipales a la vuelta de la esquina también hay mucho interés por que los partidos políticos incorporen estas premisas a sus programas electorales.
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