El Bundesbank rechazará el nuevo instrumento del BCE si no se imponen condiciones a países como España
El presidente del Bundesbank ha dicho también que laos requisitos tienen que diseñarse claramente y de tal manera que sea justificable
Las autoridades monetarias del euro están diseñando un nuevo programa de compra de bonos para limitar los diferenciales de la deuda y evitar una espiral sin control de las primas de riesgo de los países europeos más endeudados, como es el caso de España. Los detalles del diseño no se conocer todavía, pero el presidente del Bundesbank, alemán, Joachim Nagel, ya adelanta su escepticismo.
Nagel, tiene la intención de negar su aprobación del nuevo instrumento del Banco Central Europeo (BCE) si no establece una condicionalidad a los gobiernos de los países beneficiarios. «Como bancos centrales, no debemos exponernos al riesgo fiscal», ha declarado en un evento en la Universidad Goethe de Frankfurt, en el que ha defendido que no se debe dar la impresión de que los bancos centrales están impidiendo que la política fiscal inicie la consolidación presupuestaria. «Dije que no descartaría tal instrumento en general, pero que haría depender mi aprobación de esta condicionalidad si fuera el caso», ha desvelado.
El presidente del Bundesbank ha dicho también que la condicionalidad tiene que diseñarse claramente y de tal manera que sea justificable. También debe haber en su opinión una proporcionalidad en la forma en que se utilice dicho instrumento. «La discusión tendrá todavía que llevarse a cabo y tomaré parte activa en ella», ha señalado, «el diseño del programa debe basarse en la experiencia con el programa OMT del BCE». Nagel insiste en que el mandato del BCE es claramente la estabilidad de precios y reconoce que el nuevo instrumento puede entorpecer la lucha contra la inflación. «El enfoque ahora debe estar en ese y el otro tema, si se resuelve correctamente, entonces también puedo ser un partidario, pero todavía faltan datos y primero debemos conocer la solución al detalle antes de posicionarnos».
El Bundesbank analiza a toda prisa la información que va llegando desde el BCE y que se pondrá sobre la mesa en la reunión del Consejo del próximo 21 de julio, después de que el órgano fuese convocado a una reunión de urgencia en junio en la que los reguladores monetarios decidieron, entre otras cosas, completar rápidamente el desarrollo del nuevo instrumento. Los trabajos de diseño han comenzado a partir del llamado programa OMT, para comprar bonos gubernamentales ilimitados de países de la zona euro que han estado bajo presión a causa de la pandemia. Sin embargo, para ser incluidos en ese programa, los países del euro afectados deben solicitar un programa de ayuda europeo. En el diseño del nuevo instrumento, muchos gobiernos quieren evitar ese requisito y Alemania es partidaria de mantener condiciones.
Otra de las preocupaciones que Nagel trasladará a la Consejo en la próxima reunión es el de la paridad del euro con el dólar. La moneda común europea se está convirtiendo para Alemania en un problema cada vez mayor, en su punto más bajo de los últimos 20 años y lastrando la economía alemana. Si bien la moneda débil ha sido durante mucho tiempo sinónimo de exportaciones exitosas y, por lo tanto, de crecimiento en el comercio exterior, hoy un euro débil ya no ayuda a las empresas exportadoras, sino que eleva los costes de las medianas empresas y encarece la vida de los consumidores.
«El efecto de promoción de exportaciones de una moneda débil se ve devorado por el aumento extremo de los precios de importación de productos primarios», explica la situación Sonja Marten, directora de investigación de divisas y política monetaria de DZ Bank. Desde su punto de vista, la actual debilidad de la moneda común no es más que un acelerador de la inflación y esto incluye el peligroso aumento en los precios de la energía. El petróleo Brent cotiza cerca de su récord en términos de euros, mientras que todavía está muy lejos en términos de dólares. Y lo mismo ocurre con el gas, imprescindible para el funcionamiento de la industria alemana y para el suministro de electricidad. En crisis anteriores, un euro relativamente fuerte amortiguó parcialmente el aumento de los precios del petróleo y apuntaló el poder adquisitivo. Pero ahora, desde una perspectiva alemana, la paridad encarece la factura energética en un 11% en lo que llevamos de año y amenaza con seguir elevando ese porcentaje a lo largo del segundo semestres.
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El alcance total de la pérdida de prosperidad se puede ver en la balanza comercial alemana: en mayo, el excampeón mundial en exportaciones sufrió un déficit comercial por primera vez desde 1991. Tal déficit es una novedad para Alemania, pero afecta a toda la zona euro en su conjunto. Ya en abril, el bloque registró un déficit equivalente a 37.000 millones de dólares donde, hace apenas un año, el superávit mensual era de unos impresionantes 290.000 millones de dólares. Son principalmente las exportaciones de energía, sobre todo de Rusia, las que están empujando la balanza comercial del continente tan marcadamente hacia el déficit. Deutsche Bank ha calculado que podría haber incluso un desfase de más de 400.000 millones de dólares en la balanza comercial en un periodo de doce meses, con graves consecuencias. Una balanza comercial negativa aumenta la presión devaluatoria y aumenta el peligro de que la moneda común siga cayendo en el futuro cercano. El deterioro de estos «términos de intercambio» lastra el crecimiento económico de la zona euro y, por lo tanto, la prosperidad futura.