El BCE y «el cambio euro-dólar importa»
En la reunión que mantendrá el consejo hoy en Fránkfurt tendrá lugar un debate entre quienes son partidarios de esperar y quienes ven la ventaja de acelerar procesos
La lista de preocupaciones de Christine Lagarde comienza por un euro fuerte, una caída de la inflación y una economía frágil. Sigue con las cifras de contagios, especialmente preocupantes en varios países de la zona euro y no pierde de vista las últimas decisiones de la Reserva Federal estadounidense, que ya ha modificado su objetivo de inflación. Todo ello presiona al BCE en la dirección de nuevas decisiones, algo que no estaba previsto hasta final de año, pero adelantar acontecimientos supone un gasto de munición también indeseable, por lo que en la reunión que mantendrá el consejo hoy en Fránkfurt tendrá lugar un debate entre quienes son partidarios de esperar y quienes ven la ventaja de acelerar procesos. La reciente fortaleza del euro socava las exportaciones de la zona euro justo cuando comenzaban a surgir señales de repunte económico en algunos puntos del bloque monetario de 19 miembros, que no logra homogeneidad en la recuperación.
El economista jefe del BCE Philip Lane no ha podido dejarlo más claro: "el cambio euro-dólar importa", mientras que el economista de Commerzbank Ulrich Leuchtmann ha advertido contra "el riesgo de que el BCE quiera limitar la apreciación del euro". Por eso, además de los nuevos datos de crecimiento e inflación que ofrezca Lagarde, la atención de los mercados estará centrada en su lenguaje, en si hay en él indicios de una reflexión al respecto.
A los banqueros centrales no les gustan demasiado las sorpresas, por eso Lane c omenzó ya hace un par de semanas a abrir la puerta a que el organismo "haga más" para enfrentarse a la crisis del coronavirus , si es necesario. Durante su discurso en Jackson Hole, y tras la intervención de Jerome Powell. "Hemos hecho muchos movimientos entre marzo y junio y estamos listos para hacer más si es necesario", dijo, insistiendo en que, a pesar de los bajos tipos de interés e incluso de los tipos negativos, los bancos centrales cuentan con mucha capacidad y "pueden hacer muchas cosas", lo que, sin embargo, "no quiere decir que los bancos centrales puedan solucionar todos los problemas".
"Dentro de nuestro mandato no estamos preocupados de actuar y podemos intensificar según sea necesario", se extendió, confiando, después de confirmar que la evolución observada durante el verano "está más o menos en línea con las proyecciones". "La recuperación está teniendo lugar semana a semana", presumió, lanzando un mensaje de tranquilidad, confianza y margen de maniobra.
La sabe mejor que nadie, sin embargo, que hará falta más munición en los próximos meses, Las actas de la última reunión del BCE del pasado mes de julio y contemplan un freno de la recuperación con la segunda ola de contagios y en el documento figura la alerta del economista jefe a sus compañeros sobre la débil respuesta del mercado de trabajo y la congelación de la inversión empresarial. "Esperar y ver", fue entonces la consigna, a la que solamente hay que sumar unos datos propios de contexto deflacionista.
Christine Lagarde, de todas formas, volverá a mostrarse hoy ligeramente optimista a la luz de los datos disponibles y volverá a descartar casi por completo la estimación más pesimista de las planteadas por el BCE, que implicaría un desplome de hasta el 12,6% de la economía en 2020, con apenas una recuperación del 3,3% del crecimiento en 2021 y del 3,8% en 2022. Este escenario, que contempla una segunda ola de contagios con nuevas medidas de confinamiento, ha dejado paso a los otros dos más favorables . Incluso el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, ha mostrado esa confianza, a pesar de que "un resurgimiento de las tasas de transmisión de Covid-19 podía llevar a las autoridades a detener o revertir los planes de reapertura", tal como está pasando actualmente, y a pesar de que la incertidumbre económica sigue ligada a la solución médica, todavía inexistente. En las últimas previsiones del BCE publicadas en junio, el banco contaba todavía con una espectacular contracción del 8,7% este año.
“Si la macroeconomía acelera, posiblemente de cara a final de año veremos algún cambio" relacionado con la tolerancia a niveles superiores de inflación que será "mitad semántico, mitad cuantitativo", apunta Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía. “Los próximos pasos serán políticamente delicados para el banco central", aprecia por su parte Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM, "Christine Lagarde reconocerá como viento en contra la apreciación del euro, pero no tomará medidas inmediatas". Moëc señala que la “opción nuclear” sería jugar con la idea de "volver a bajar los tipos aplicados a los depósitos", una alternativa que tacha de "tentadora" para luchar contra la apreciación de la divisa pero que, "no es una opción fácil dados los desafíos que enfrenta el sector bancario en los próximos meses". Además, tras las declaraciones de Philip Lane, considera que "el organismo da, claramente, la bienvenida a un apoyo fiscal adicional" y concluye que "creemos que para finales de año el BCE extenderá el tamaño y duración del PEPP".
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