La vida extra de las centrales térmicas de carbón alemanas

Berlín se ha visto obligada a frenar el cierre de estas infraestructuras para hacer frente a los cuellos de botella provocados por la guerra en Ucrania

Imagen de la central eléctrica de carbón Scholven, en la localidad de Gelsenkirchen

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El gobierno alemán ha llevado a cabo un gran esfuerzo para sumarse a las sanciones europeas contra Rusia, reduciendo en pocas semanas la dependencia del carbón ruso desde el 50% anterior a la invasión de Ucrania hasta solo un 8%. Para ello ha tenido que buscar fuentes alternativas y tomar decisiones especialmente dolorosas para un gobierno de «coalición semáforo», del que forman parte, además de socialdemócratas (SPD) y liberales (FDP), Los Verdes. El gobierno alemán ha discutido nuevamente las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania con empresas y sindicatos, antes de decidir que las viejas centrales térmicas de carbón a punto de ser definitivamente cerradas permanezcan disponibles, como parte de una reserva.

Para garantizar el suministro de energía en invierno, tanto el ministro de Economía y Clima, Rboert Habeck, como la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, han considerado mantener las centrales eléctricas de lignito en espera por más tiempo del planeado para, en caso de posibles cuellos de botella, los sistemas puedan conectarse nuevamente a la red. Se trata de extender el llamado stand-by de seguridad para cinco bloques de centrales eléctricas de los operadores RWE y LEAG con una potencia de 1,9 gigavatios. Contemplan dejar en reserva las centrales eléctricas de lignito más antiguas y prepararlas para su puesta en marcha.

La dependencia del gas ruso cayó del 50% al 8%

La reserva de seguridad creada en 2016 comprendía originalmente ocho bloques con una potencia de 2,7 gigavatios. Tres de ellos ya habían completado su período de espera de cuatro años y ya no volverían a reactivarse y los restantes estaban listos para cumplir con el mismo destino. Tres estaban programados para cerrar por completo el 1 de octubre, es decir, antes del invierno, los demás un año después.

Cambio de planes

Estos planes de desmantelamiento deberá cambiar debido al nuevo escenario de oferta y demanda energética que ha dibujado la invasión de Ucrania. Las progresivas sanciones europeas, que afectan ya al carbón y al petróleo, se suman a un proceso acelerado de independencia del gas ruso, del que a fecha de hoy Alemania depende en un 35% de su consumo, lo que hace recomendable mantener al menos de forma potencial activas las viejas centrales térmicas que Los Verdes tanto pelearon por desconectar. El ministro regional de Economía de Brandeburgo, Jörg Steinbach, confirma que «he trabajado con el Ministerio Federal de Economía para garantizar que la reserva de seguridad de los dos bloques en Jänschwalde, que vencen este año y el próximo, se amplíe para que pueda usarse en caso de cuellos de botella». «El desmantelamiento de las centrales eléctricas de carbón puede suspenderse hasta nuevo aviso, después de la revisión por parte de la Agencia Federal de Redes», que se ha encargado de verificar el estado de las centrales y organizar su puesta a punto para que sigan operativas en caso necesario. «En mi opinión, no vamos a tener mayores problemas con el suministro eléctrico, pero con el calor sí puede haberlos a nivel regional o local, y el suministro de calefacción para la región, especialmente para la ciudad de Cottbus, depende de Jänschwalde», asegura Steinbach.

Prevención invernal

La reserva de seguridad se extenderá por ahora un año y medio. Con el fin de cubrir los próximos dos inviernos. En caso de emergencia, las centrales eléctricas deberán conectarse en línea desde el modo de espera de seguridad. «Es importante conseguir el personal y el carbón adicional necesario a tiempo», advierte Steinbach, «en este sentido, se requieren negociaciones entre el Ministerio Federal de Economía y los operadores sobre cómo se estructurará contractualmente una extensión de la reserva de seguridad».

Las empresas de energía ya anunciaron en marzo que examinarían qué centrales eléctricas de carbón podrían volver a funcionar en caso de emergencia o permanecer en línea más tiempo del previsto. Además están experimentando un cambio en su estructura de negocio. Durante meses, los precios de la electricidad, el gas y otras fuentes de energía han aumentado considerablemente y, como resultado, los beneficios empresariales en el apartado de combustibles fósiles también, mientras que los de los sectores eólico, solar y de biomasa están cayendo. En el caso de RWE, eso se refleja también en la previsión para 2022 y en un aumento de dividendo de 90 céntimos por acción.

Elemento de importancia sistémica

La central eléctrica de carbón de Bexbach, en Saarland, ha estado inactiva desde 2017. En la caseta del portero un empleado de los alrededor de 160 que quedan activos pide las credenciales de entrada. Asegura que se mantienen las máquinas y que el bloque puede ser puesto en marcha en cualquier momento. Bexbach es una central eléctrica de la llamada red de reserva. Debido a la eliminación gradual del carbón y al precio de las emisiones de CO2, no ha sido rentable para el operador durante años. Sin embargo, la Agencia Federal de Redes rechazó el desmantelamiento solicitado por STEAG porque clasifica la central como de importancia sistémica. Es una de las que Alemania puede volver a disponer.

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