El valor reputacional de la financiación que piensa en verde
En 2018, las emisiones de deuda sostenible alcanzaron los 240.000 millones de dólares, un 566% más que en 2015
Las empresas ya no son únicamente organizaciones con ánimo de ganar dinero. El siglo XXI ha traído consigo varias revoluciones; entre ellas, la de la preocupación por el medio ambiente. Y no solo para las conciencias de los ciudadanos, sino también para las grandes empresas. Prueba de ello son los llamados bonos verdes o sostenibles, es decir, títulos de deuda corporativa destinados a obtener financiación para proyectos comprometidos con el medio ambiente . En 2015, a nivel mundial, su emisión ascendió a 36.000 millones de dólares... mientras que en 2018 la cifra fue de 240.000 millones , según datos del índice de Bank of America Merrill Lynch. Un crecimiento sin parangón del 566% , con algunos hitos con nombre español.
«La actividad en emisiones de bonos verdes y sostenibles ha crecido de manera más que exponencial en los últimos años», dice Fernando Delgado, director de originación de renta fija de BEKA Finance, aunque la tendencia no será eterna. El analista vaticina «ritmos mucho más moderados» en el futuro pero siempre al alza.
Lo cierto es que los bonos verdes suponen un impulso a la imagen pública de las compañías . «La creciente concienciación sobre el cambio climático y la necesidad de una transición hacia una economía baja en carbono ha llevado a emisores de bonos e inversionistas a bonos verdes», afirma Johann Plé, el gestor del fondo AXA WF Global Green Bonds en AXA Investment Managers. Un compromiso real por los cambios que sufre nuestro planeta que repercute, también, en la reputación: «Contribuye a una clara mejora de la imagen corporativa y diferencia a la empresa con el resto de su sector», afirma Delgado, de BEKA Finance.
Las españolas Telefónica y Repsol fueron las primeras en emitir bonos verdes en su sector
Pero no todos caminan a la misma velocidad. Y en eso, España tiene de qué presumir. Telefónica fue la primera empresa de su sector en emitir un bono verde, al igual que Repsol en cuanto a las petroleras. Además, todos los expertos coinciden en señalar a Iberdrola como uno de los principales referentes a nivel mundial en este tipo de deuda, aunque en el caso de las energéticas es mucho más habitual ver bonos sostenibles porque estos son los que financian la tan esperada transición energética. El único problema de nuestro país, que su expansión aquí ha sido más tardía que en otras economías de nuestro entorno.
De hecho, los bonos verdes no son solo un instrumento de las grandes compañías. A nivel de país ya hay quien ha emitido deuda de estas características, en pos de dotar de recursos a sus proyectos ambientales y/o sociales. Francia lo hizo en 2017 y Bélgica e Irlanda en 2018 , entre otros. Johann Plé confía en que este 2019 se sume también Holanda y anima a España a lanzarse a ello, después de que ya algunas comunidades autónomas o ayundamientos hayan emitido deuda verde.
Tendencias
Las perspectivas de cara a este 2019 son halagüeñas. Aunque se prevé una ralentización de su crecimiento -se duplicaban las cifras año tras año-, los analistas creen que se mantendrá al alza. «El mercado de bonos verdes continuará creciendo en 2019 a medida que nuevos sectores, como las telecomunicaciones, ingresen al mercado y nuevos emisores corporativos de sectores establecidos, como bienes raíces (Real Estate) y servicios públicos, continúen debutando», asegura Suzanne Buchta, responsable global de Mercados ESG de Bank of America Merrill Lynch. Precisamente esta entidad bancaria es la líder mundial de colocadores de este tipo de deuda con 9,683 millones en 2018, seguida de Crédit Agricole y HSBC. La banca, además, representó el 28% del total de emisiones. La última, de BBVA con el primer bono verde estructurado utilizando tecnología blockchain.
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