Ignacio Marco-Gardoqui
Todos perdemos
Las guerras comerciales encumbran a muy pocos vencedores (si los hay) y provocan muchos perdedores. La de hoy, con más razones. Primero, porque enfrenta a los dos colosos del comercio mundial, lo que amplía la onda expansiva. Lo que ahí sucede nos afecta a todos. Segundo, porque son países, EE.UU. y China dirigidos por todopoderosos ególatras que piensan con insistencia en lo suyo y olvidan con frecuencia lo de todos. Uno de ellos, Trump, tiene elecciones en un año y ese es su norte; el otro, Xi, no necesita elecciones, pues ya ha decidido él que sigue al mando. Y, tercero, porque las armas empleadas no respetan las Convenciones de Ginebra (aquí sería las reglas de la Organización Mundial del Comercio), ya que además de los aranceles han entrado en juego los movimientos artificiales sobre los tipos de cambio.
La subida de aranceles es un arma anacrónica, en tiempos de globalización. Provoca distorsiones en las cadenas de suministro y altera las cadenas de valor. Unos mayores aranceles encarecen los productos exteriores, pero los pagan los consumidores interiores. ¿Qué porcentaje de la composición final de un iPhone ha sido fabricado en China? ¿Cuánto afectarán los aranceles a su precio final? ¿Quién pierde más con ellos? Respuesta: todos. Por el contrario, la libertad de comercio ha traído al mundo su mejor época de crecimiento y bienestar, con la menor subida de precios.
Luego está lo de las monedas. Los bancos centrales han entrado en una alocada carrera para conseguir devaluar sus monedas, aumentar así la competitividad de sus economías y lograr mayores tasas de crecimiento. Pero, una cosa mala es hacerlo a través de los tipos de interés y otra, peor aún, mediante decisiones administrativas, como sucede en China sin que la OMC se dé por enterada. ¿Cómo cuadra el modelo general si todos hacemos lo mismo, cómo termina la historia?
De momento, esta guerra ha añadido nuevas incertidumbres a una situación ya de por sí cargada de ellas. Las Bolsas, siempre atentas y sensibles, han dado la voz de alarma y han volatilizado en una semana las ganancias acumuladas a lo largo de un primer semestre razonablemente bueno.
¿Retornará la cordura? Pues no lo descarte. Todo es posible.