Suiza destapa su secreto bancario

Los clientes con cuentas en este país saben que desde el 1 de enero se ha esfumado la capa de opacidad que les permitía mantener sus riquezas fuera de los radares del fisco

Logo del banco suizo Credit Suisse REUTERS

IVIA UGALDE

Suiza es un oasis en el mundo. La burbuja impermeable que ha sabido salir inmune a dos guerras mundiales . El lugar donde la puntualidad se mide con la extrema precisión de sus marcas de relojes. La cuna de los mejores maestros chocolateros. Y, sobre todo, la morada preferida donde reposan las mayores fortunas del planeta. Su aval es la garantía de que los tesoros serán guardados bajo total confidencialidad. Hasta ahora que, asediada mundialmente por servir de nido a evasores fiscales, ha tenido que poner fin al sagrado secreto bancario. Ocho décadas después, su mayor seña de identidad ya es historia.

Los clientes con cuentas en Suiza saben que desde el 1 de enero se ha esfumado la capa de opacidad que les permitía mantener sus riquezas fuera de los radares del Fisco. Aunque los datos no se sabrán hasta septiembre del año que viene , las autoridades helvéticas ya han comenzado a recabar información de sus clientes extranjeros en virtud del intercambio automático de archivos que pactaron en 2014 con 38 socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y con la UE en 2015. La decisión no ha sido por iniciativa propia. Sobre el Estado helvético pendía la amenaza de perder su estatus de plaza financiera internacional si no colaboraba.

Nadie pone en entredicho que desprenderse del secreto bancario es un trago amargo en un territorio que lo exhibía con orgullo desde que lo aprobó en 1934. Y eso que la polémica le acompañó desde sus comienzos porque circula la extendida creencia de que en las cámaras acorazadas se ocultaron miles de lingotes de oro de los nazis. Un oscuro pasado sin confirmar al que se suma haber sido uno de los destinos favoritos de las riquezas de dictadores como el libio Muamar Gadafi, el egipcio Hosni Mubarak, el tunecino Ben Ali o el haitiano Jean-Claude Duvalier.

El telón de acero que ha levantado Suiza en sus bancos le ha permitido, en cualquier caso, ser la líder indiscutible en la gestión de fortunas privadas de extranjeros. Controla el 25% de la cuota mundial de este negocio y de los 6,1 billones de euros que atesora, la mitad proceden de otros países. Además, el patrimonio depositado en sus 266 bancos da trabajo a 167.000 personas. Sin olvidar que su mercado financiero aporta el 9,3% del Producto Interior Bruto (PIB).

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