La solución limpia con ADN español para acabar con la basura espacial

Nuestro país juega un papel clave en el consorcio europeo que desarrolla una tecnología para desorbitar objetos y satélites sin usar combustible

Recreación del equipo de desorbitado de E.T.Pack Sener

ALBERTO VELÁZQUEZ

Según la Agencia Espacial Europea, hay cerca de 9.200 toneladas de desechos orbitales, de basura espacial. Cerca de 35.000 objetos mayores de 10 centímetros, procedentes de diversos objetos artificiales puestos en órbita, desde satélites que han terminado su vida útil a los que han explosionado. Y, de acuerdo con estimaciones de la NASA, pueden estar viajando por la órbita baja de la Tierra «26.000 fragmentos iguales o mayores que una pelota de béisbol, suficiente para destrozar un satélite». De hecho, cuentan con el área especializada Orbital Debris Program Office.

La carrera espacial de los años 60 deriva en parte, y en pleno siglo XXI, en toda una aventura científica para paliar esta situación más allá de nuestra atmósfera. Como destacan desde Sener Aeroespacial, proveedor de sistemas aeroespaciales desde hace más de 50 años, «los satélites que orbitan la Tierra se mueven con velocidades muy altas, unos 7-8 kilómetros por segundo. Por ello, en caso de colisionar con otro objeto, producen un gran daño y, en general, una nube de metralla muy peligrosa para el resto de satélites. Por ejemplo, en 2009, el satélite ruso inoperativo Kosmos-2251 chocó con el satélite estadounidense operativo Iridium 33 generando más de 2.000 fragmentos de más de 10 cm de tamaño».

Público, privado

Desde la compañía destacan, además, cómo la cantidad de basura espacial se encuentra actualmente bajo lo que se conoce como ‘síndrome de Kessler’, al superarse el umbral crítico de densidad que desencadena una cascada incontrolada de colisiones y un aumento del número de objetos en órbita. Un aumento progresivo que supondrá enormes costes adicionales, al dedicarse más recursos para monitorizar los objetos en órbita, predecir su probabilidad de colisión, y, en su caso, realizar una maniobra evasiva, que consumirá combustible y acortará la vida del satélite. Toda una cadena que puede, incluso, suponer el desplazamiento de este tipo de metralla a otras órbitas.

El Consejo Europeo de Innovación ha financiado el proyecto E.T.PACK-Fly con 2,5 millones de euros

En este entorno, el consorcio E.T.PACK está desarrollando un equipo de desorbitado de basura espacial basado en una tecnología disruptiva conocida como amarra electrodinámica. Han desarrollado un prototipo gracias al proyecto E.T.PACK y van a preparar un equipo de vuelo en el proyecto E T.PACK-Fly. Una iniciativa impensable hace años y ahora posible, como confirma Lorenzo Tarabini, director en Sener Aeroespacial en ambos proyectos: «Podemos construir y calificar para el espacio, a través de una serie completa de pruebas, una plataforma ligera, compacta y completamente autónoma, para desorbitar las etapas finales de los lanzadores. Se espera que la plataforma E.T.PACK-Fly se lance en 2025 para demostrar su competencia y allanar el camino para la explotación comercial de la tecnología de desorbitado. Son solo el primer paso, ya que la tecnología de E.T.PACK tiene un potencial enorme, y se puede utilizar también para desplazarse entre órbitas. No necesita combustible y puede revolucionar el futuro de la propulsión espacial».

Los proyectos han recibido financiación europea (Consejo Europeo de Innovación-EIC), del Gobierno de España (dos Ayudas de Dinamización), de la Comunidad de Madrid (contrato de Atracción de Talento y un Doctorado Industrial) y de la Agencia Espacial Europea. Fondos para implementar desarrollos en beneficio de todos, en una labor conjunta en la que también participan la empresa española Advanced Thermal Devices, Rocket Factory Ausgsburg, la Universidad de Padua, la Universidad Técnica de Dresde y el Instituto IKTS Fraunhofer. Una iniciativa que se suma a otras como la misión proyectada por ClearSpace (con investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana).

Investigadores, en pleno trabajo en el laboratorio tecnológico Sener aeroespacial

Gonzalo Sánchez Arriaga, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y coordinador de los proyectos E.T.PACK y E.T. PACK-Fly, destaca la importancia de las ayudas: «Por ejemplo, que el Consejo Europeo de Innovación haya decidido financiar la continuación del proyecto E.T.PACK a través de E.T.PACK-Fly ha sido una gran satisfacción. No solo nos da estabilidad y financiación para seguir desarrollando tecnología, sino que, además, es una inyección de moral y de reconocimiento para el consorcio, de cara a la demostración en órbita prevista para 2025. Al financiar E.T.PACK-Fly, el EIC muestra su compromiso por el desarrollo de tecnologías que puedan abrir nuevos mercados y contribuir al uso sostenible del entorno espacial».

«Para España (continúa Sánchez Arriaga) sería muy especial que la misión tuviera éxito. El equipo de desorbitado está basado en lo que se conoce como una ‘amarra desnuda’, concepto ya propuesto en 1993 en un artículo científico firmado por tres ingenieros aeronáuticos españoles. La iniciativa de E.T.PACK es herencia de la dedicación del primero de ellos, el profesor Juan Sanmartín, a las amarras espaciales. El profesor Jesús Peláez es, sin duda, otra de las figuras notables por sus importantísimas contribuciones en dinámica».

Un círculo virtuoso

Desde el consorcio destacan las ventajas económicas y operativas de las amarras espaciales: «No necesitan combustible, ya que su operación se basa en tres elementos del ambiente espacial: velocidad del satélite, campo geomagnético, y lo que se conoce como plasma ionosférico…». Y, lógicamente, no se convertirán en basura espacial: «Nuestro equipo de desorbitado, al igual que el satélite, se destruye durante la reentrada en la atmósfera».

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