Solidaridad a pie de calle para plantar cara a la pandemia
El estallido del Covid-19 ha puesto al borde del abismo a muchos pequeños negocios, pero su respuesta ha sido aparcar todas sus preocupaciones para volcarse en ayudar a quienes más lo necesitan
Las restricciones impuestas para contener la propagación del coronavirus han puesto en jaque la viabilidad económica de muchos pequeños negocios de nuestro país y han dejado en una situación muy comprometida a los 3,2 millones de autónomos que hay en España. A pesar de que su actividad está completamente parada o funcionando a medio gas, en cada rincón de la geografía nacional, miles de micropymes y trabajadores por cuenta propia han dejado a un lado sus problemas para volcarse en ayudar a los demás ... El vendaval de solidaridad desatado por la amenaza de la pandemia no es solo cosa de grandes compañías.
A Gerardo Gómez , autónomo al frente de una tapicería con más de 40 años de antigüedad, las medidas contempladas en el estado de alarma le han supuesto un importante contratiempo. Acostumbrado a trabajar para hoteles, empresas y particulares, los proyectos que tenía en marcha se han paralizado porque no puede entregar los productos. La reducción drástica de la actividad le ha obligado a aplicar un ERTE a sus empleados. Asegura encontrarse en una posición precaria porque, además, hay establecimientos que le han dejado facturas pendientes de pago.
«Vivimos del día a día, los márgenes son muy cortos», lamenta este onubense de 61 años, que lejos de arrugarse ante la adversidad ha decidido que quiere aportar su granito de arena en la batalla contra la pandemia. ¿Cómo lo ha hecho? Aprovechando la maquinaria y los materiales que tiene en su taller para producir mascarillas higiénicas que reparte de forma totalmente gratuita . «Desde el momento que se anunció el confinamiento, vi la necesidad que había. En las farmacias no se encontraban, así que me puse a hacerlas por mi cuenta y riesgo. Esterilicé la máquina de coser, proyecté ambientador sobre una de las mascarillas frente a un espejo y comprobé que no traspasaba, me lavo las manos mil veces...», explica.
Hasta la fecha ya ha elaborado y distribuido más de 2.000 mascarillas para adultos y 450 para niños . «Se las he llevado a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Aparte de eso, mi mujer lo puso en Facebook, se ha corrido la voz y los profesionales de las cooperativas del campo vienen a buscarlas al portal de mi casa. Las entregamos en paquetes de dos, en una bolsa de plástico higiénica con precinto», detalla el impulsor de esta iniciativa solidaria .
Además de fabricar estas mascarillas higiénicas, que sirven para disminuir la transmisión del virus , Gerardo Gómez se ha puesto manos a la obra con la producción de calzas para el personal sanitario : «Es una propuesta que me hizo un hospital a través de una clienta mía que es enfermera. Vienen a recoger el material desde el Hospital Infanta Elena y lo llevan también al Juan Ramón Jiménez y al Vázquez Díaz». Para esta tarea, cuenta con la contribución de una señora que trabajó con él hace años. «Como tiene una máquina de coser industrial, le he pedido si puede colaborar y está haciendo calzas conmigo. Estamos sirviendo 25-30 pares diarios , lo que nos da tiempo», apunta. Y se muestra «encantado de la vida» con una acción altruista que, dice, le ha enriquecido mucho como persona.
Desde la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) ponen en valor la capacidad de resiliencia de un colectivo vertebrador de la economía y de la sociedad. «Nos acordamos de ellos cuando están al borde del abismo, como en la actualidad, y de repente redescubrimos quiénes son y de qué pasta están hechos. Nadie mejor que ellos sabe lo que es luchar contra viento y marea. Lejos de hundirse, nos sorprenden cuando su vocación de crear y aportar algo a la sociedad se hace latente en una crisis como esta», señala Celia Ferrero , vicepresidenta ejecutiva de ATA. En su opinión, la mejor forma de reconocer el esfuerzo de este colectivo ante la emergencia sanitaria es que «nunca más caigan en el olvido» y que, cuando se recupere la normalidad, «nos acordemos de que ellos estuvieron allí y se lo devolvamos yendo a sus negocios».
Sirva como ejemplo el proyecto que ha desarrollado la psicóloga Ana Fabón . Desde el pasado 17 de marzo ofrece apoyo psicológico online de forma gratuita a los sanitarios de la Comunidad de Madrid, un servicio del que se están beneficiando una veintena de profesionales. Una cantidad que considera positiva, ya que al ser autónoma sin trabajadores a su cargo y tener que compaginarlo con la atención a sus pacientes habituales, es la demanda que podía asumir.
Para acceder al servicio, los interesados pueden rellenar un formulario habilitado en la página web de la psicóloga o bien enviarle un email indicando su disponibilidad. En un plazo de 24 a 48 horas, Fabón se pone en contacto con ellos para acordar la hora a la que realizarán la videollamada, de 40 minutos de duración. Transcurridos siete días desde la primera sesión, la psicóloga les escribe con sus disponibilidades para esa semana o la siguiente y la cita se fija en función de las preferencias de los sanitarios.
«Lo que me transmiten es que el nivel de liberación es bastante alto . La mayoría, por no preocupar, no están ventilando emocionalmente todo lo que necesitarían. No quieren llegar a casa y que se preocupen por ellos», cuenta esta autónoma, que tiene previsto continuar apoyando a sus pacientes hasta septiembre. «Si después siguen necesitando más ayuda probablemente tendrá que ser mucho más sistematizada y de un profesional que sea su terapeuta habitual».
Vínculo con la comunidad
Si bien es cierto que abundan las iniciativas dirigidas al personal sanitario que lucha a diario contra el Covid-19, los comercios de barrio no se olvidan de sus clientes de toda la vida . Muchos son personas de avanzada edad que, por miedo al contagio, evitan salir a hacer la compra y que, ahora más que nunca, precisan de su tendero de confianza.
Por este motivo, hay locales que han puesto en marcha la entrega a domicilio de sus productos sin coste adicional y sin gasto mínimo. «Las personas están agradecidas, al igual que nosotros lo estamos cuando nos hacen el pedido. Son muchos años como clientes y es un detalle que hay que tener», reflexiona Miguel Ángel González , dueño de la carnicería González, fundada en Burgos en 1981. Como presidente del Gremio de Carniceros de la ciudad, destaca que los 20 locales a pie de calle y en mercados de abastos que integra el gremio han adoptado esa política de reparto a casa sin incrementar costes y sin consumo mínimo . «Creemos en la gente de barrio, ellos creen en nosotros y nos volcamos en esta época en la que tenemos necesidad unos de otros», sentencia.
« No se puede separar pyme y sociedad , por eso, cualquier situación peculiar la viven de forma conjunta», comienza por remarcar Gerardo Cuerva , presidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme). Y prosigue: «Por un lado, hay empresas que tratan de tener una respuesta solidaria para ayudar al personal sanitario o de servicios esenciales. Pero, por otro lado, e igual de importante si cabe, son los servicios que está prestando la pequeña empresa en los pueblos, en el ámbito rural o en los barrios. Muchas de ellas, a pesar de que ven que su actividad ahora no es nada rentable y que trabajan en unas condiciones muy difíciles, continúan trabajando para cubrir las necesidades de sus vecinos . Es una labor solidaria a resaltar, es la base de la cohesión social».
Menús solidarios
La crisis económica desencadenada por el coronavirus – el PIB de nuestro país se desplomó un 5,2% en el primer trimestre , la mayor caída de la serie histórica– ha puesto en serios apuros a miles de familias , una realidad ante la que empresas del sector agroalimentario y hostelero, así como cocineros y voluntarios anónimos han reaccionado con celeridad. En el levante español, la feria Alicante Gastronómica , aplazada por la pandemia, se ha reconvertido en tiempo récord hacia una organización sin ánimo de lucro que proporciona comida a colectivos sin recursos . «Hablamos con los principales patrocinadores, con los chefs que iban a realizar ponencias en el evento y con los que iban a tener un stand. Empezamos el 14 de abril con 300 menús y ahora superamos los 2.000 diarios», subraya su presidente, Carlos Baño .
Los 300 voluntarios que forman parte de la iniciativa –rotan cada dos o tres días para extremar las medidas de seguridad– preparan las elaboraciones en las instalaciones de los Centro de Desarrollo Turístico de Alicante, Torrevieja y Benidorm que les ha cedido la Generalitat Valenciana. Para que los platos lleguen a los destinatarios, están en permanente coordinación con los ayuntamientos de las comarcas de la provincia. Una acción desinteresada en la que nadie ha querido estar ausente: «Participan tanto estrellas Michelin como cocineros de los restaurantes más humildes , están todos a una. Es impresionante la solidaridad de las personas y el buen ambiente que se ha generado. Somos una piña con un único objetivo: paliar un poquito la situación», dice Baño.
Uno de los establecimientos implicados en este proyecto colectivo es la taberna La Vendimia, fundada hace ya 14 años. «Pensé que no me debía quedar en casa. Hay personas sin recursos que lo están pasando mal y a la que podemos intentar ayudar con un plato de comida», insiste Fernando Nieto , responsable del local.
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