Luis Bononato: «Si no es por el BCE estaríamos ya igual o peor que en 2012»
El gestor del fondo Global Allocation, considera que todavía «no se han hecho las reformas necesarias»
Hace una década decidió aprovechar su experiencia como gestor en distintas entidades para lanzar su propio producto de inversión. No dudó en deshacerse de varios activos inmobiliarios, incluida su primera vivienda. «Fíjate si estaba convencido, que aconsejé a mi familia y amigos que hicieran lo mismo», asegura. Desde entonces, «Global Allocation FI», su fondo «de autor», acumula una rentabilidad superior al 180% y se sitúa en el top cinco mundial de fondos Global Marco referenciados en euros (entre un universo de 15.000), según el ranking de Morningstar. Su último paso, lanzar un fondo en Luxemburgo para atraer inversores europeos.
—¿Cuál es su filosofía de inversión?
—La flexibilidad máxima. El fondo combina una visión macro de largo plazo con ajustes tácticos en función de los acontecimientos que van surgiendo. No apostamos por una selección de valores (stock picking), sino de activos, donde está el 80% del retorno. En Bolsa, por ejemplo, compramos directamente Eurostoxx. Hemos tenido casi cualquier clase de activo: titulaciones hipotecarias, bonos del Tesoro, preferentes... Podemos pasar en días de un elevado porcentaje en renta variable a no tener nada, pero el objetivo es batir a los índices.
—¿Y cuál es la combinación ahora?
—Tenemos en la cartera una posición de renta variable moderada, pero cubierta contra el principal peligro: que los tipos libres de riesgo comiencen a subir su rentabilidad y lleven a la renta variable a caer bruscamente. Por eso tenemos posiciones vendidas en bonos alemanes de 30 años, para combinar ese riesgo de una posible subida de tipos.
«El panorama no está claro. Es tiempo de oportunidades, pero con precaución»
—¿Cuál ha sido el momento más duro en estos años?
—En 2011 apostamos en Grecia una cantidad relevante de la cartera, del orden del 20%, contando con que la mayor quita estaría sobre un 50%. No contábamos con que cambiarían las leyes para hacer acreedor al BCE, que sigue todavía sin haber tenido ninguna quita. Destrozaron la seguridad jurídica y una vez que quiebras la confianza cambiando las reglas del juego es complicado recuperarla. Y puede ser uno de los principales problemas en futuras crisis. Desde 2009 hemos visto cómo se cambia la regulación una y otra vez: Chipre, Italia, Irlanda, ahora en Portugal... Las normativas que Bruselas ha aprobado estos años conducen a una falta de seguridad final para el ahorrador minorista, que terminará siendo partícipe, incluso como depositante en una cuenta, de las pérdidas que pueda tener un banco.
—¿Este tiempo de incertidumbre global es un escenario de oportunidades o toca ser prudentes?
—Las dos cosas. Es una oportunidad, pero siendo precavidos. Cuanto mayor es la incertidubre, normalmente es posible conseguir mayores retornos a medio plazo, pero la situación, desde luego, clara no es. En los próximos dos años hay posibilidades de que las Bolsas puedan ir hacia arriba o hacia abajo con movimientos importantes. Especialmente por la inflacción, que resurgirá en algún momento. Si lo hace con fuerza, es posible que la renta variable termine siendo el único refugio para los inversores. Ahora mismo prácticamente ya lo es, porque el resto de activos se podría decir que están a valoraciones casi de burbuja. Sin embargo, si seguimos en una crisis de crecimiento, la deflación termina por imponerse y vamos a un modelo tipo Japón podríamos encontrarnos con otra crisis de crédito.
«Salvo la renta variable, todos los activos están a valoración de burbuja»
—¿Alargar la intervención de los bancos centrales puede acabar conviertiendo la solución en problema?
—Sí, esta intervención parece tener unos límites en cuanto a que los tipos dejan de funcionar como deberían en el momento en que pasan de un nivel hacia abajo, porque en vez de crecer el consumo, aumenta el ahorro. La gente que necesita tener un cierto patrimonio para su jubilación lo que hace es ahorrar más, no gastar más. Además, baja la velocidad de circulación del dinero, lo cual también es deflacionista. Estas políticas sirven para financiar casi gratis a los estados, pero ese es también el gran peligro al que nos enfrentamos: una crisis de impago de deuda en algún país desarrollado. Si no fuera por el BCE estaríamos ya en una situación igual o peor que en el verano de 2012, porque los déficit no han dejado de crecer y no se han hecho las reformas necesarias.
—¿Ha gastado Draghi todas las balas?
—La última alternativa, de la que ya se está hablando, es hacer «helicopter money» (aumentar la renta monetaria de los ciudadanos), y aquí si veríamos cómo la inflación se dispara claramente. Pero esto también equivaldría de facto a hacer default en la deuda pública.
—¿Por qué los mercados reaccionan con temor a cualquier gesto de normalización de la política monetaria?
—Porque están sostenidos artificialmente por esas políticas. Incluso los activos que en principio tienen menos riesgo, los de deuda pública, están en burbuja.
—¿Cree que los pequeños ahorradores que están entrando ahora en fondos entienden los riesgos?
—En muchos casos, no, y asumen riesgos que no deberían. El problema no son los productos, sino la cantidad de patrimonio que tengas en ellos. Ahora es mejor una combinación de 90% de liquidez y un 10% en mucho riesgo que buscar un producto que se adecúe a un perfil completo. Y hay que entender que esto es una carrera de largo recorrido.
Sin margen para los populismos
Bononato resta importancia a las consecuencias que la incertidumbre política pueda tener en España: «Algunas decisiones de inversión puede que se paren, pero afecta mucho menos de lo que se piensa. Incluso el color del futuro Gobierno no será tan importante. Mira el caso de Grecia, donde el nuevo Gobierno no ha hecho nada de lo que prometía. Es un problema de presupuesto. No hay forma de disparar el gasto con un déficit del 5%, es imposible. Los mercados fianncieros te quitarían el acceso, las compañías de rating te rebajarían a "triple B" mañana y ya no serías elegible dentro de la cartera del BCE. Estaríamos en quiebra».