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Si bien la economía se ha desacelerado algo, no parece que estemos a las puertas de una recesión, menos aún de una como la que acabamos de vivir

JOSÉ RAMÓN ITURRIAGA

La sorpresa de la semana pasada en los mercados fue el repunte de la rentabilidad de los bonos soberanos de referencia: el americano y el alemán a diez años. En realidad, no hubo ninguna noticia a la que achacar este movimiento, aunque, teniendo en cuenta los niveles de partida, el bono alemán no necesita muchas excusas para volver a una valoración más razonable.

Lo único a lo que quizá podemos achacar este repunte es a que los datos económicos, sin ser buenos, fueron mejores de lo esperado. Y precisamente sea esta reacción lo que merezca una reflexión.

La razón que terminó de apuntillar al mercado en 2018, tras las caídas provocadas por Italia y la guerra comercial chino-americana , fue la percepción generalizada de que la economía mundial se iba por el sumidero. Lo que demuestran los datos que vamos conociendo es que, si bien la economía se ha desacelerado algo , no parece que estemos a las puertas de una recesión, y menos aún de ninguna parecida a la que acabamos de sobrevivir.

Este comportamiento es otro buen ejemplo de cómo el mercado magnifica los riesgos. De igual manera que se han atribuido probabilidades exageradas a desenlaces apocalípticos en los distintos riesgos geopolíticos de estos años, también se han pasado poniendo en precio la posibilidad de una recesión de la economía mundial.

El inicio de año ha diluido los riesgos que se habían magnificado en 2018, y probablemente la tendencia continúe a medida que veamos que el lobo no es tan fiero como lo pintan. Son muchos los que están del mismo lado y todo apunta a que el sentimiento estaba artificialmente deprimido, por lo que son necesarias dosis muy buenas de realidad para hacer cambiar el paso al mercado.

El mercado se ha pasado de frenada con España

Hace pocos días me llegó un informe de un afamado «hedge fund» extranjero en el que ponían a España a caer de un burro . Quien me lo mandaba, lógicamente, me conoce y sabe que en los últimos tiempos he destacado como defensor de la oportunidad de inversión que hay en la Bolsa española. El argumentario, escrito al parecer por un español converso, recoge en un inglés muy recargado la opinión más o menos generalizada que se ha instalado en la City londinense y por la que España sigue sin entrar en el radar del inversor internacional.

Hay que reconocer que el escrito va más allá de los tópicos habituales y demuestra un conocimiento de primera mano de la realidad española. Del mantra de que los tipos no van a subir y que las rentabilidades de los bancos no van a levantar cabeza, pasaba a chotearse de la ausencia de lógica de la frustrada opa de Abanca sobre Liberbank . Unas pinceladas sobre el origen venezolano del accionista principal del banco gallego aderezadas con afirmaciones sobre la solvencia de la Sareb, servían para completar los párrafos dedicados a los bancos. La nota termina soltando algún escupitajo a los reguladores con algo tan pretérito como el caso Pescanova y, cómo no, enfatizando que todos sus amigos van a votar al partido radical de derechas Vox, según ellos, la gran sorpresa de las próximas elecciones.

Un ejercicio tan sobreactuado, que estira los argumentos hasta lo grotesco , sólo puede ser consecuencia de una —enorme— posición corta sobre la Bolsa española. Un mercado que en los últimos tiempos se ha convertido en la piñata de los inversores, por lo que parece que la posición de este gestor con vocación literaria está bastante extendida.

Tanto el fondo como la forma del escrito al que me refiero representan un claro indicador de que el mercado se ha pasado de frenada en su valoración de los riesgos de la Bolsa española. Y sólo tienen una lectura: a medida que se vayan desmontado los mitos -y ya está pasando-, van a ser muchos los que tengan que salir por un agujero muy pequeño.

Prima de riesgo por debajo de 100 puntos

La prima de riesgo sólo es noticia cuando las cosas no van bien. Sin embargo, en ese afán que me caracteriza de tocar las narices, la noticia es que la prima volvió a irse por debajo de los 100 puntos básicos durante la semana pasada.

Al publicarlo en Twitter, perfiles diversos me afearon la conducta. Desde los que lo leen exclusivamente en clave política y piensan que no es posible que la percepción de riesgo española mejore, hasta aquellos que achacan los méritos a los demás, nunca a España.

Con la seguridad de que no voy a convencer a nadie, a los primeros les diría que no es así, que la evolución de la renta variable o de la renta fija, poco o nada tiene que ver con la realidad política de un país. Y más en la zona euro, donde el margen de actuación de los políticos de turno es bastante limitado . Sé que resulta difícil disociar la política de los mercados, más si lo pasamos por el filtro de las filias y fobias de cada cual, pero la realidad es así: la influencia de la política en los mercados es muy inferior a la que intuitivamente le atribuimos.

Y respecto a los que argumentan que la prima disminuye porque suben los tipos en Alemania, les diría que la normalización del interés que pagan por su deuda no puede leerse más que como un paso hacia una percepción del riesgo más razonable. Dicho de otra manera, lo que pagan los alemanes por endeudarse a largo plazo es el mejor indicador de la distorsión actual en la percepción de riesgo . Dicha valoración incorpora la posibilidad de que el euro salte por los aires. Así las cosas, que la prima de riesgo en España disminuya por esa razón sería una muy buena noticia. En cualquier caso, en lo que llevamos de año, esa reducción de diferenciales de los bonos se ha producido fundamentalmente por la caída en rentabilidad del bono español.

Parece que al mercado no le preocupan mucho los augurios que campan por ahí.

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