El sector aéreo tiembla ante la parálisis del Boeing 737 Max

La suspensión de la fabricación del avión amenaza miles de puestos de trabajo y el negocio de un buen número de aerolíneas

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Las leyes de Murphy se están cebando en los últimos meses con el sector aéreo. Sobre todo aquella que advierte de que, si algo puede salir mal, saldrá mal. En los últimos meses el petróleo se ha encarecido, el Brexit se ha eternizado y la desaceleración se ha agudizado. Y ahora Boeing, en lugar de poner a punto el 737 Max, ha paralizado su producción .

El fabricante, que redujo en primavera el ritmo de fabricación mensual de estos aparatos de 52 unidades a 42, ha decidido tomar esta drástica medida por el retraso de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) en autorizar la reparación del modelo. El Boeing 737 Max 8 protagonizó dos accidentes mortales en menos de cinco meses (uno en Indonesia; otro en Etiopía), lo que llevó a las autoridades aeronáuticas de todo el mundo a vetar al aparato hace ya nueve meses. Desde entonces, el fabricante ha invertido con fuerza en solucionar la avería técnica que registraba su modelo estrella, pero esto no ha sido suficiente todavía para que la FAA levantara el veto. De hecho, la organización notificó la semana pasada al fabricante que su visto bueno no llegará antes de 2020.

Este mensaje fue determinante para que el fabricante decidiera suspender la producción de un modelo por primera vez en 20 años . Boeing considera que la parálisis del avión, que tiene carácter indefinido y entrará en vigor el próximo mes, es la medida «menos perjudicial» para mantener el sistema de producción a largo plazo y su solidez financiera. Además, el fabricante explicó que cuenta con 400 aviones que han sido terminados durante el periodo en el que la aeronave no podía volar y que están listos para ser entregados.

Pero esta compensación no tranquiliza a las aerolíneas, que advierten de que dejar el 737 MAX en barbecho condicionará el crecimiento del sector a medio plazo. «Muchas empresas han planificado las próximas temporadas teniendo en cuenta el pedido de 737 que iban a recibir. El impacto en el sector va a ser considerable , porque ya todos los 737 son Max», explican desde una compañía aérea con encargos del Boeing pendientes.

Los retrasos producidos durante los últimos meses en las entregas del 737 ya han condicionado la operativa de un buen número de aerolíneas. En España, el caso más representativo ha sido el de Ryanair, que ha cerrado sus bases en Gran Canaria, Tenerife Sur y Lanzarote y ha recortado las condiciones laborales de sus trabajadores en Gerona por estas demoras.

En un principio, la compañía de bajo coste irlandesa tenía previsto recibir 20 aviones el año que viene, pero ahora solo tiene previsto recibir 10. Esta rebaja también ha originado un recorte en la previsión de beneficio y tráfico del grupo tanto para este año como para el que viene. Un caso similar se ha producido en Norwegian, que también ha recortado empleo y ha cerrado la base de Madrid por la avería del 737.

Ahora, la suspensión de la fabricación de este modelo amenaza con provocar nuevos recortes y, directamente, llevar a la quiebra a un buen número de compañías aéreas, acosadas en los últimos meses por el complejo contexto del sector. Las empresas más afectadas por esta decisión se localizan en China e India.

Empleos en juego en España

Pero la parálisis del avión no afecta solo a las aerolíneas, sino que también pone el foco sobre el empleo e incluso la economía norteamericana. La más señalada por el momento es la fábrica de Renton, en Seattle, que se encarga de la fabricación del 737 Max y donde trabajan 12.000 personas . El lunes, el fabricante aseguró que reasignaría a estos empleados otras tareas. Pero está por ver si esto sirve para salvar todo el empleo.

En España, todas las miradas se dirigen al Puerto de Santamaría, en Cádiz. Es allí donde tiene establecida una fábrica Airbus, que además de ser el gran rival de Boeing es también uno de sus proveedores. En el Puerto la compañía europea fabrica desde años los cubremotores del Boeing 737 Max, por lo que la suspensión de su fabricación ha llenado de dudas el futuro de la instalación.

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