La sastrería recupera el hilo
La tecnología y el diseño revitalizan un oficio tocado por la crisis
Muchos vaticinaron su extinción, pero nada más lejos de la realidad: la sastrería tradicional (y ahora también la industrial) resurge tras unas décadas en las que cayó en el olvido. Puntada tras puntada se adapta a los nuevos tiempos y vive un renacer con clientes que ya no son solo directivos, políticos, empresarios y deportistas, ni personalidades VIP. Una nueva generación de consumidores huye de la confección estandarizada y la moda rápida, y busca prendas hechas al detalle y cuidadas en los textiles. «El público se ha hartado de la masificación de las prendas, todas iguales. Y empieza a surgir un segmento de población que no es elitista, que son profesionales que desean hacer su propio traje, personalizarlo y diseñarlo ellos mismos. El estilo masculino vive un momento especial», cuenta Bere Casillas, sastre y fundador de su propia firma Bere Casillas.
Pero antes se ha producido todo un proceso de modernización. Junto a la sastrería artesanal, donde el patronaje, diseño, corte y confección de una prenda se realizan manualmente (también se toman medidas a mano) , una nueva generación de sastres llegó a mediados de la década del 2000 con nuevos conceptos: querían más diseño, introducir las nuevas tecnologías, abaratar precios... «A día de hoy se entiende que una prenda no esté completamente hecha mano. También utilizamos máquina de coser. Y esto hace que caiga el precio de la prenda», explica el sastre Casillas , que incluso se ha aventurado en el mundo online con una tienda virtual donde adquirir trajes a medida.
Hacer un traje de hombre a medida y a mano, como se ha hecho en las sastrerías durante toda la vida, supone 50 horas de trabajo. No es de extrañar que su valor de venta alcance los 3.000 y 4.000 euros. «Somos muy conscientes del precio. Al introducir la tecnología hemos revolucionado la sastrería tradicional y hacemos prendas más dinámicas, cómodas, con menor rigidez, con forros espectaculares... Así conseguimos rebajar el precio de un traje a 500 y 800 euros», asegura Bere.
Un traje a medida y a mano son 50 horas de trabajo y puede alcanzar un valor de 4.000 euros
Una de las sasterías más antiguas de Madrid también se pone al día con una ¡ gran tienda multimarca en la calle Serrano. En ella se alberga la sastrería artesanal Yusty, fundada por José Yusty en 1914. Hoy su nieto Daniel Yusty, la tercera generación, cuenta cómo evoluciona el negocio. «Hemos incorporado marcas internacionales —dice—, varias flagship, empezamos a trabajar con mujer, vamos a diseñar un nuevo producto intermedio con menos pasos artesanales en el que intervendrá más las máquinas... De todas formas tenemos una demanda estable, con clientes muy fidelizados y otros que se van incorporando, son clientes que valoran la personalización, la calidad y la sastrería».
Sus trajes totalmente a medida y a mano se venden a partir de 2.600 euros. Los hay tan exclusivos como los hechos con hilos con polvo de diamante o de oro. «Algunos trajes alcanzan un precio de venta de más de 10.000 euros», sostiene Yusty.
En marzo de este año se constituyó la Asociación Española de Sastrería para dar cabida a las nuevas generaciones. Y para promocionar un oficio en el que falta mano de obra. Oficiales, pantaloneros... Profesiones que necesitan años de aprendizaje. Un sastre necesita 13 ó 14 años de trabajo para decir que conoce la costura y el corte», cuenta Agustín García, uno de los fundadores, sastre y propietario de la Sastrería Serna. «La edad media en la mano de obra en sastrería estará en los 60 años. Se perderá si no hay renovación», afirma.
A medida por internet
Comenzó con una tienda en Granada. Ahora también tiene un showroom en Madrid y vende a medio mundo trajes a medida a través de internet (www.trajesamedida.com). Bere Casillas ha logrado reinventarse. «El cliente selecciona el tejido que quiere de una muestra que le enviamos, nos proporciona sus medidas con nuestros parámetros, le pedimos fotos, le enviamos un traje sobre el que realizar las modificaciones que desea frente al espejo, hasta que le llega el traje final... La revolución en la sastería será el día que a través de una fotografía un software me descargue las medidas y los detalles del cliente. Es uno de mis sueños: ver esa tecnología», cuenta.
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