El Santander ya vio en Popular un agujero de 2.000 millones el mes antes de absorberlo

Hoy se cumple un año de la resolución del banco, ejecutada en apenas 12 horas

Jaime García
Moncho Veloso

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A la misma hora en que el Real Madrid ganaba con holgura a la Juventus en la final de la Champions League de 2017, las autoridades bancarias preparaban a contrarreloj una eventual resolución del Popular, que se ejecutó el 7 de junio y de la que hoy se cumple un año. El FROB llamó la noche de ese sábado 3 a las posibles entidades interesadas en hacerse con el banco. « ¿Participaríais en la subasta? », preguntaron al consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez, que asistía en Madrid a la ópera y se ausentó en el intermedio para atender la llamada. El banquero, que no volvió a su butaca, dijo sí. Ya sabía el precio que pondría sobre la mesa.

La dirección del Popular, encabezada por Emilio Saracho, llevaba semanas sondeando a la banca de cara a una venta. Un mes antes de la resolución, a principios de mayo, el Santander estudió la operación: durante 10 días un equipo de 40 expertos en riesgos, auditoría y legal del grupo examinaron la entidad y llegaron a una cifra: el Popular tenía un valor negativo de entre 1.000 y 2.000 millones de euros.

El Santander envió una carta de cortesía al Popular diciendo que no estaba en condiciones de afrontar la compra, forma eufemística de decir que solo se lo quedaría si alguien cubría ese agujero. BBVA también hizo sus números, aun más pesimistas, y tampoco pujó. Así, y pese a la insistencia de Saracho en los siguientes días, la venta privada fracasó.

Precio final

Esos 2.000 millones negativos es el precio al que el Santander se adjudicó el Popular tras su intervención por la JUR y el FROB el 7 de junio. Pagó un euro simbólico y estas autoridades redujeron a cero el valor de las acciones y bonos del banco para tapar ese agujero. A mayores, la entidad amplió capital para cubrir el déficit de provisiones de 7.900 millones del Popular.

El lunes 5 y el martes 6 el Popular abrió sus oficinas y pudo atender la fuga de depósitos que sufría con la liquidez de urgencia que le había concedido el Banco de España. Ese mismo martes a las 15 horas el consejo del Popular se dio cuenta de que ya no podía atender un día más a los ahorradores, se declaró inviable y pidió la intervención.

Las autoridades no tenían más plan que encontrar un comprador en apenas 12 horas. Al día siguiente a las 09.00 horas el Popular debía atender el vencimiento de depósitos mayoristas por 2.500 millones y no disponía de liquidez. Los abogados del Popular ya tenían lista la petición de la suspensión de pagos para llevarla al juzgado esa mañana si ningún banco absorbía la entidad. Eso hubiese significado el cierre de las oficinas, los cajeros y la banca «online». Es decir, un corralito.

Horas finales del banco

A las 17 horas el FROB contactó con los grupos interesados en pujar. El Santander exigió protección frente a posibles cláusulas de cambio de control accionarial, y ya había incluido en el precio el coste de los posibles litigios por cláusulas suelo y la ampliación de capital de 2016. A las cuatro de la madrugada se decidió la adjudicación y a las 7 horas del día 7 se comunicó. A esa misma hora el Santander inyectó 13.000 millones de liquidez al Popular para que pudiese operar. Una cifra nada desdeñable: es casi un tercio de los 50.000 millones de liquidez que mueve al día en Europa el gigante bancario.

Doce meses después, el caso sigue suscitando incógnitas. La JUR sigue retrasando la publicación del informe con la valoración definitiva del Popular encargada a Deloitte. Los recursos contra las autoridades por la resolución se amontonan en la Audiencia Nacional y el Tribunal de Luxemburgo. Y los juzgados de primera instancia están resolviendo ya demandas de accionistas mientras la instrucción en la Audiencia Nacional apenas acaba de arrancar.

La franquicia del Popular opera, en cambio, con normalidad, pese a la reorganización que aún le espera. A final de año sus oficinas comenzarán a integrarse en los sistemas del Santander y en el verano de 2019 se ejecutará un drástico ajuste de empleo y sucursales para hacer rentable la operación.

El Santander ya vio en Popular un agujero de 2.000 millones el mes antes de absorberlo

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