El Santander despide al 23% de su plantilla en Portugal desde el inicio de la pandemia
La entidad española, líder en el país vecino, ya se había desprendido de 730 trabajadores y ahora suma otros 685
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El Santander despide a 685 empleados en Portugal , país donde anteriormente se denominaba Santander Totta y en el que mantiene 6.000 trabajadores de norte a sur, con el archipiélago de Azores incluido, así como las islas de Madeira y Porto Santo.
El cierre de oficinas puede considerarse una de las razones de semejante proceso, como refleja las clausuras que han dejado desatendidas a algunas poblaciones cercanas a Funchal . También en varias de las nueve islas azorianas se ha producido el mismo fenómeno, lo que ha terminado por desembocar en una extinción de contratos válida para el 11% de la plantilla.
Exactamente , 335 de los empleados en cuestión aceptaron las condiciones propuestas por la dirección de la entidad española para salir definitivamente, mientras que otros 350 rechazaron el mismo plan con las mismas características. Esta circunstancia dio como resultado una negociación más dura, pues la intención de la compañía era eliminar esos puestos de una manera o de otra.
Así las cosas, los trabajadores acusan a los administradores de realizar «presiones ilegítimas y prácticas de asedio» con el objetivo de que cambiaran su negativa inicial a marcharse de esa forma. «Hemos recibido varias decenas de denuncias de víctimas de esas prácticas, con relatos detallados y que son coincidentes en describir una estrategia sistemática y deliberada, destinada a quebrar su resistencia por no acatar la propuesta para la rescisión por mutuo acuerdo», señalaron los delegados sindicales antes de continuar: «Son testimonios impactantes, mayoritariamente de profesionales con varios años de experiencia que son apartados de sus puestos en los mostradores y colocados en rincones sin una misión real, bajo la amenaza de ser despedidos en peores condiciones de indemnización».
Las consecuencias de la pandemia y la digitalización constituyen los dos principales motivos esgrimidos por la empresa para esta «reestructuración» anunciada meses atrás.
La Comisión de Trabajadores recuerda que, antes de este proceso en curso, el Santander ya había despedido a 730 empleados desde la extensión del coronavirus, y eso que la división portuguesa de la firma española había presentado unos beneficios de 300 millones de euros el año pasado. Estos datos representan un porcentaje global del 23% para cifrar el recorte de personal desde el estallido de la pandemia.
Todo este volumen de informaciones internas de la entidad de origen cántabro se produce después de que viviese una ascensión imparable en Portugal, lo que refrendó las líneas de actuación marcadas por Ana Patricia Botín . Sus beneficios se han disparando al otro lado de la frontera hasta el punto de que se ha convertido en el primer banco del país vecino, en gran parte debido a la acusada debilidad de las entidades financieras locales.
Los resultados de explotación solo han hecho que crecer sin que nada los frenara, en parte debido al Banco Internacional de Funchal (Banif) , cuyos activos saneados fueron adquiridos poco antes de Navidad de 2015 por un global de 150 millones de euros. Una operación polémica porque los círculos económicos lusos consideraban que se realizó de forma precipitada y a bajo precio.
El balance del Santander Totta salió a la luz en pleno debate por la excesiva 'españolización' de las entidades bancarias portuguesas , que despertaba recelos ante una eventual pérdida de iniciativa soberana, pero que se traducía en un mayor saneamiento.
Después el Consejo de Administración del Santander nombró a Pedro Castro e Almeida presidente ejecutivo, en sustitución de António José Vieira Monteiro .
Tras 25 años en el Santander, Castro e Almeida desembarcaba en lo más alto de la cúpula de la filial portuguesa con un equipo formado por Manuel Preto como vicepresidente y Amílcar Lourenço, Inés de Sousa, Miguel Belo de Carvalho e Isabel Guerreiro como consejeros ejecutivos.
Esa remodelación se produjo justo cuando el superávit alcanzaba los 436 millones de euros . Una cantidad en la que influía de manera diáfana la dotación de provisiones para crédito y el descenso en los costes operativos.
Por eso, los representantes de los empleados no entienden los golpes para adelgazar tanto la plantilla, si es que la gestión de Castro e Almeida se considera como acertada. A su juicio, la pregunta es «¿con qué legitimidad se defiende la serie de despidos en cadena si los resultados hablan por sí mismos y en ningún momento han asomado las pérdidas?». Mucho más cuando el ejecutivo portugués había comenzado su andadura en la entidad allá por 1993 e incluso ejerció la responsabilidad de la presidencia de Santander Totta Seguros entre 2005 y 2012.
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