La saga/fuga de película del expresidente de Nissan-Renault Carlos Ghosn

Investigado por malversación, la huida del exdirectivo destapa una lucha de poder en la compañía automovilística

Carlos Ghosn junto a su mujer AFP
Pablo M. Díez

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La realidad supera siempre a la ficción. El último en demostrarlo ha sido el expresidente de Nissan-Renault, Carlos Ghosn, cuya trepidante huida de Japón al Líbano pasando por Turquía podría inspirar un «thriller» de Hollywood.

Investigado desde noviembre de 2018 por varios delitos económicos, estaba en libertad bajo fianza y la Policía nipona vigilaba día y noche su casa de Tokio. Con una cámara de vídeo apuntando directamente a la puerta, los detectives controlaban todos sus movimientos. Cada vez que salía en coche, era seguido por varios vehículos camuflados y, si quedaba a comer con alguien en un restaurante, agentes de paisano se sentaban en las mesas de al lado para impedir que huyera.

Prometiendo que no se iba a escapar de Japón porque quería defenderse en el juicio previsto para abril «para demostrar la verdad», Ghosn había entregado a las autoridades sus tres pasaportes (uno francés, otro brasileño y otro libanés) para quedar en libertad con una fianza de 1.500 millones de yenes (12,4 millones de euros). Pero había conservado su segundo pasaporte galo, que necesitaba para moverse dentro de Japón, con la condición de que estuviera guardado en una caja fuerte cuya clave tendría su abogado. Legalmente, con dicho pasaporte entró el lunes en el Líbano, país que no tiene acuerdo de extradición con Japón, tras una fuga que según apunta The Wall Street Journal pudo realizar metido en una caja para instrumentos musicales.

Relajación en Navidad

Aprovechando la relajación de las Navidades y el año nuevo, Carlos Ghosn se desvaneció de Tokio el pasado fin de semana para sonrojo de las autoridades niponas. A tenor del periódico «Asahi», en la noche del domingo 29 habría volado en un avión privado desde el aeropuerto de Kansai, cerca de Osaka, hasta Estambul, donde habría llegado a la mañana siguiente. Desde ahí, habría tomado otro avión privado con destino a Beirut, donde anunció el martes su fuga para sorpresa de todos.

Carlos Ghosn, en abril pasado REUTERS

«Estoy ahora en el Líbano y ya no seré rehén del sistema judicial japonés, donde se asume la culpabilidad, prima la discriminación y se niegan los derechos humanos. No he huido de la justicia, sino de la injusticia y la persecución política», declaró el prófugo en un comunicado que dio pronto la vuelta al mundo.

Nacido hace 65 años en Brasil, Ghosn se crió en el Líbano, donde tiene inversiones inmobiliarias y en viñedos y goza del apoyo de las autoridades, que hasta le han puesto su cara a un sello como imagen de empresario local de éxito. Según informa Bloomberg, el Gobierno libanés presionó además al japonés para mejorar las condiciones de la prisión preventiva decretada para el directivo al empezar la investigación a finales de 2018 y durante los primeros meses del año pasado.

Líbano defiende al prófugo

Aunque Beirut citará a Ghosn para que declare sobre su huida por la orden de búsqueda y captura emitida por Interpol, también ha dejado claro que su entrada en el país ha sido legal y que no hay un tratado de extradición con Japón que obligue a su entrega.

Mientras su abogado japonés, Junichiro Hironaka, se declara «perplejo» y asegura que la huida le ha pillado por «sorpresa», el francés, François Zimeray, declaró a la televisión NHK que está en contacto frecuente con Ghosn y avanza su «espíritu combativo». En los próximos días dará una rueda de prensa donde explicará su saga/fuga.

Todavía no se sabe cómo demonios logró burlar la vigilancia para salir de Japón sin ser descubierto. A tenor de algunos medios, lo hizo escondido entre las cajas de instrumentos musicales de una banda que iba a tocar en su casa en una fiesta de fin de año, pero el grupo lo niega. Para no implicar a su familia, Ghosn también ha difundido un segundo comunicado asegurando que lo hizo todo por su cuenta. «Las informaciones en los medios de que mi esposa Carole y otros miembros de mi familia jugaron un papel en mi salida de Japón son falsas y engañosas. Organicé mi partida yo solo», insiste el directivo, que desde el principio se ha declarado inocente.

Siete detenidos en Turquía

Para aclarar el embrollo, en Turquía han sido detenidas siete personas de la compañía aérea que alquiló los dos «jets» privados en que voló Ghosn. Como su nombre no figuraba en ninguna hoja de vuelo, han sido arrestados los cuatros pilotos de los aviones, un sobrecargo de la empresa y dos trabajadores del aeropuerto de Estambul, donde al parecer Ghosn cambió de avión en solo media hora. Tal y como recoge la agencia AP, uno de los empleados de la compañía turca MGN ha reconocido haber falsificado los documentos de vuelo de ambos aviones, que al parecer fueron alquilados de forma separada para que no hubiera ningún vínculo entre ellos.

Además de dar detalles sobre su fuga, Carlos Ghosn también arrojará luz sobre su saga: el «culebrón» judicial que protagoniza con el grupo Nissan-Renault. Investigado desde noviembre de 2018 por supuesta malversación de fondos de la marca japonesa de coches y por no haber declarado todo su sueldo, culpa a los directivos de Nissan de su arresto en lo que se antoja una lucha de poder por el control de la compañía.

En 1999, Renault se hizo con el 36,8% de Nissan y Ghosn consiguió salvarla de la bancarrota con los durísimos recortes que ya había llevado a cabo con éxito en la marca francesa. Fichado en 1996 como vicepresidente de Renault para hacerla viable tras su privatización, Ghosn venía de una fulgurante carrera en Michelin y despidió a tantos trabajadores que se ganó el apodo de «Le Cost Killer».

Dos décadas después, y con el 43% de Nissan en manos de Renault, denunciaba en el vídeo del año pasado «una actuación absolutamente mediocre de la compañía» nipona y dejaba caer que su arresto se debía al «miedo egoísta de sus directivos a que el siguiente paso sea una fusión».

Falseamiento y apropiación indebida

A pesar de sus palabras, Ghosn se enfrenta a cargos muy serios como, presuntamente, haber falseado documentos de la compañía para ocultar su salario durante cinco años y haberse apropiado de cinco millones de dólares (4,4 millones de euros). Junto a la acusación por quiebra de la confianza, está imputado por unos pagos de 15 millones de dólares (13,2 millones de euros) que una subsidiaria de Nissan hizo a un distribuidor de Omán y, supuestamente, fueron a parar a sus bolsillos.

Pero el directivo no confía en la justicia nipona, donde los fiscales pueden aportar pruebas obtenidas sin ordenes judiciales y casi todos los casos acaban en condena. Y, como apunta «Le Monde», Ghosn también podría haber huido porque las autoridades japonesas habrían encontrado en bancos suizos y de Dubái nuevas pruebas de su saga/fuga.

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