Las recetas para que la vuelta al trabajo no se convierta en un trauma
Los expertos recomiendan adaptar los horarios de sueño y comidas días antes
Adaptarse a la rutina laboral tras unas largas vacaciones cuesta, y a veces mucho. Tanto al empleado como al empresario y a la empresa. Que nadie se engañe: el «síndrome postvacacional» existe, es decir regresar del descanso estival exige un periodo de adaptación al nuevo ritmo, algo que requiere su tiempo y afecta a unos y a otros de distinta manera. No es algo que aparece como tal en los manuales de psicología, pero lo cierto es que un 37% de trabajadores está sufriendo o sufrirá este cuadro de forma más severa con síntomas como tristeza, falta de energía y desmotivación, y e l 63% restante experimentará sensaciones como fatiga y estrés a causa de esta readaptación a las rutinas laborales, según las estimaciones que ha realizado Adecco.
Las vacaciones han venido a muchos muy bien.Tres de cada cuatro empleados han conseguido olvidar las responsabilidades laborales, como recoge un análisis realizado por la consultora Randstad. «Un periodo de desconexión más o menos amplio permite a los trabajadores poner el contador a cero y cargar la batería para poder asumir nuevos retos», afirma Teresa Sánchez, doctora en Psicología y profesora del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
El cerebro es el órgano que más se beneficia del descanso. «El rendimiento cognitivo y, sobre todo, el pensamiento divergente, que incluye la capacidad de ser creativos y proponer soluciones alternativas a los problemas, disminuye su nivel de ejecución cuando se utiliza mucho, de manera mantenida y bajo niveles altos de estrés». Por eso, mal que le pese a algunos, las vacaciones no son solo necesarias, sino imprescindibles para que todos podamos realizar un trabajo óptimo.
El 37% de los trabajadores sufre o sufrirá de forma más severa el síndrome postvacacones con síntomas como tristeza y falta de energía
Claro que el regreso resulta más llevadero para unos que otros, todo depende de «cómo se sienta el empleado en su lugar de trabajo», asiente la psicóloga. En general, madrugar es lo que más cuesta, también la preocupación por retomar grandes cargas de trabajo o, por el contrario, el hecho de volver a un trabajo de tareas rutinarias. Cuando hay niños de por medio, «la separación de los pequeños es costosa para los padres», dice Sánchez.
Todo depende de cada uno: de la edad, de la capacidad para afrontar problemas, del nivel de responsabilidad, del ambiente de trabajo, de los compañeros... Sin embargo, por lo general, la adaptación dura de dos a tres días y hasta dos o tres semanas, señala la experta. «Si dura más de un mes —afirma— y está acompañado de sensaciones negativas respecto al puesto de trabajo, como irritabilidad, ansiedad, fatiga, malestar generalizado, problemas de sueño... lo conveniente es consultar con un especialista».
Muchos de estos síntomas pueden esconder problemas más profundos, como indica Philippe Jiménez, Country Manager de Spaces en España. Una fatiga que no desaparece, un estrés descontrolado, ansiedad, sensación de agobio... «puede señalar que al empleado ya no le gusta su trabajo, o porque el espacio no le conviene, o está lejos de casa o tiene conflictos con el jefe o los compañeros, o el sueldo no es suficiente...», cuenta.
No sirve la misma receta para todos, pero sí se ha comprobado que seguir algunas pautas puede ayudar y aliviar la adaptación a la rutina laboral. Conviene prepararse días antes. «Aterrizar poco a poco», aconseja Jiménez. «La vuelta debe ser progresiva —coincide la psicóloga Sánchez—. Pretender llegar de 0 a 100 en la primera semana suele ser contraproducente, produciendo en ocasiones sentimientos de frustración. Es conveniente administrar la energía almacenada durante las vacaciones para evitar sobrecargarse».
Recomendaciones
Ajustar horarios de sueño y comida (adelantar la hora de levantarse y de acostarse días antes), mantener una actitud positiva, planificar los primeros días de trabajo, llevar una alimentación equilibrada, hacer deporte... Y no agobiarse con los correos electrónicos acumulados. Empezar a resolver los que han llegado más recientes.
También la empresa puede colaborar a hacer más llevadera la adaptación. Por ejemplo, ofreciendo flexibilidad de entrada y salida en el horario laboral. «Una empresa con buenas prácticas ha de motivar a sus empleados recién incorporados, ha de hacerlos sentir valorados y que no sientan presión en los primeros días que siempre son adaptativos. Los trabajadores son los activos más importantes. De ahí que la empresa deba velar por su bienestar», asegura Francisco Trujillo, doctor en Derecho del Trabajo y Seguridad Social y profesor en el Máster Universitario en Dirección yGestión de Recursos Humanos de UNIR.
A los que están ya en ello y a los que se incorporarán en los próximos días: ¡Buena suerte en la adaptación laboral!
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