Uwe Raschke (Bosch): «No hay mucha gente dispuesta a pagar más por coches limpios»

Uwe Raschke, miembro del consejo de Bosch: «Hay muchos aparatos que nos da pereza conectar, con manuales enormes que no leemos y que son difíciles hasta de desembalar»

MARIBEL NÚÑEZ

Bosch, uno de los gigantes de la industria alemana, está en pleno cambio por los proyectos relacionados con la industria conectada, las casas inteligentes y las soluciones para la movilidad. Sus ventas crecieron un 44% en 2015, hasta los 70.600 millones de euros, por la plena integración de dos compañías adquiridas anteriormente, y el beneficio bruto lo hizo en un 6,5%, hasta los 4.600 millones. Uno de sus máximos ejecutivos explica a ABC los principales retos de la compañía.

«La innovación siempre ha estado en el ADN de Bosch pero ahora más que nunca porque es imprescindible para crecer»

—¿Cree que la industria alemana tiene un problema de credibilidad tras el caso de los motores trucados de uno de los iconos industriales del país como es Volkswagen?

—La credibilidad es una percepción y, desde luego, está bajo consideración desde hace seis meses. Es muy importante entender los hechos, y por eso se están haciendo los correspondientes exámenes. Hay que esperar a los resultados de las pruebas. Estamos convencidos de que la tecnología diésel es la única que nos puede ayudar a conseguir los objetivos en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos diez años en el mundo. Tenemos los coches eléctricos pero son demasiado caros por el momento aunque algún día tendrán un precio asequible, claro.

—¿En cuántos años?

—Nadie sabe exactamente pero quizás podrían ser diez años. Ahora son muy caros para la mayoría de la población, también aquí en Alemania, pero no cabe duda de que el futuro son los coches eléctricos aunque, como decía antes, ahora hay un tipo de motores diésel limpios que no contaminan apenas. El problema es que no hay muchos consumidores en el mundo que estén dispuestos a pagar más por conducir vehículos limpios, al menos por el momento. Todavía hay mucha sensibilidad al precio. El trabajo de la industria es hacer productos asequibles para que haya más gente que los pueda comprar.

«Seguimos estando muy lejos de la facturación que había en 2007, por lo que no estamos aún satisfechos»

—Quizás en diez años...

—Seguramente porque, por ejemplo, en los últimos diez años ha habido muchos avances, también en el diésel ya que los motores han evolucionado mucho y son mucho más limpios. Pero la verdad es que lo que ha pasado en los últimos meses con los motores diésel hace que los consumidores estén bastante confundidos y hay que intentar ayudarles para que escojan la mejor opción a la hora de comprar un coche.

—Al margen de los motores, Bosch fabrica también una enorme lista de electrodomésticos y productos para el hogar. ¿Cómo está ese mercado?

—Efectivamente. En este área estamos llevando a cabo una estrategia para poner al ser humano en el centro del desarrollo de nuestros productos. Nosotros, tradicionalmente, hemos sido muy fuertes en tecnología pero ahora queremos poner a las personas en el centro de la tecnología, en una especie de experiencia de uso. Hoy en día si se quiere hacer productos fascinantes lo primero que hay que entender es lo que quiere el consumidor, lo que percibe y lo que siente, tanto si conduce un coche como si pone el fregaplatos. Y todavía hay muchos aparatos que nos da mucha pereza conectar y usar porque es complicado o difícil.

—Es cierto, hay aparatos con demasiados botones....al menos para mí.

—¡Exacto¡ Da pereza que la información sobre los productos sea muy larga e incluso hasta los embalajes son complicados. Y eso es lo que estamos cambiando y ya en nuestra página web intentamos simplificar las cosas para facilitar la vida de los consumidores, desde los manuales a las cajas donde vienen empaquetados.

—¿Cuál es el producto más innovador de Bosch?

—Son tantos que no tendría tiempo para enumerarlos en esta entrevista, pero si tuviera que escoger uno serían los nuevos hornos, que ya están en el mercado, y que son tan sencillísimos de usar porque tienen un sensor que mide la humedad, la cantidad de producto, la temperatura a la que tiene que cocinar, etc.... de modo que el propietario no tiene que ocuparse de nada... tan sólo de introducir la comida en el horno y él lo hace todo para obtener el mejor resultado. Antes había que seleccionar la temperatura y el tiempo pero ya no. Otra de las cosas muy novedosas es un aparato pequeño que mide distancias de hasta quince metros sin necesidad de ningún cable sino con un láser. También ha habido muchas novedades en conectividad dentro de las casas para que la vida sea más fácil, con los conocidos como productos inteligentes. Todos los productos que fabricamos para controlar la seguridad en una casa los estamos haciendo ya conectados, para que sean mucho más fáciles de controlar, desde la luz a las alarmas pasando por la calefacción y los propios electrodomésticos.

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—Supongo que todos estos productos son fruto directo de la innovación. ¿Hasta qué punto es importante?

—La innovación siempre ha estado en el ADN de Bosch, pero ahora es mucho más decisiva. En primer lugar porque es imprescindible para crecer. En Europa tenemos el problema de la demografía, con una población que va decreciendo, por lo que nuestros principales clientes son niños ahora que se convertirán dentro de un tiempo en adultos. Alemania, por ejemplo, perderá en los próximos 50 años 20 millones de habitantes por razones demográficas. En la misma línea Japón ha perdido un tercio de su población. De este modo, en Alemania, en 40 ó 50 años el 40% serán mayores de 65 años, lo que supondrá que la sociedad será completamente diferente, más pequeña y de más edad, lo que sin duda influirá en el consumo ya que esta población mayor tendrá unas necesidades completamente diferentes a las de los jóvenes de ahora. Por ejemplo, cuando yo cumplí 18 años lo primero que hice fue sacarme el carné de conducir y en cambio ahora los coches no son nada atractivos para los jóvenes ya que prefieren productos tecnológicos. Las conductas han cambiado y hemos pasado de una sociedad que compraba a una sociedad que comparte. Así un coche compartido sustituye a entre 10 y 12 coches en propiedad, o lo que es lo mismo, los coches en el futuro serán todos compartidos, lo que supondrá que solo habrá que fabricar el 10% de los vehículos.

—Un problema para los fabricantes...

—Yo no diría problema pero lo que hay que hacer es reaccionar y repensar muchas cosas en el área de la fabricación de coches. Hace dos años creamos una división en la compañía y la llamamos Soluciones de Movilidad, precisamente para este asunto. Hace unos años hablábamos de que fabricábamos componentes de coches, lo cuál era completamente cierto, pero ahora lo que fabricamos son soluciones para la movilidad como software, sensores o soluciones para aparcamientos automáticos. Por ejemplo, tenemos una aplicación para los coches, que busca dónde hay un lugar de aparcamiento en una ciudad, porque en Alemania el 30% del tiempo que se está en el coche ses para buscar una lugar para aparcar y es tiempo que se desperdicia. En el caso de las motos, por ejemplo, cada año se producen 98 millones en los mercados emergentes, normalmente peligrosas y muy contaminantes y pensamos que podemos dar una solución a estas motos para que reduzcan emisiones. También estamos desarrollando software para estaciones de recarga de coches eléctricos. En los próximos diez años todos nuestros negocios cambiarán enormemente, nada será como ha sido: los coches estarán conectados, la conducción será automática, las fábricas estarán también conectadas a través de robots y serán más eficientes. Las personas estarán conectadas a sus casas y a sus coches a través de sus teléfonos móviles. Habrá nuevos actores en el mercado, y no solo provenientes de los mercados emergentes ni del sector industrial, sino, sobre todo, del sector de las tecnologías de la información como Google.

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