El quinto en discordia
Diferencias con la crisis financiera
Los economistas tendemos a fijarnos en el pasado para tratar de inferir el futuro. No es que sea muy científico, pero es como se vienen haciendo las cosas y, mal que bien, nos ha servido para ir solventando la papeleta. Sin embargo, en la situación económica actual, cuanto más miramos para atrás, más nos damos cuenta de que la crisis actual tiene muy poco que ver con las de los últimos tiempos.
Resulta muy interesante realizar la comparación con la gran crisis financiera, porque las conclusiones son bastante esperanzadoras con respecto a lo que tenemos por delante. La primera gran diferencia es sin duda la política monetaria. En abril de 2011 el Banco Central Europeo subía tipos. Hoy, los bancos centrales tienen claro que no hay ninguna gana en adelantar acontecimientos, todo lo contrario. Las indicaciones que están dando es que van a mantener el pie en el acelerador hasta que no haya duda de que la recuperación está en marcha a riesgo de que la inflación se vaya por encima de los objetivos fijados.
Entonces, la crisis financiera degeneró en la crisis del euro. Hoy la respuesta por parte de Europa con Alemania a la cabeza no ha tenido nada que ver. A las políticas fiscales expansivas se han sumado reformas estructurales y programas de ayuda que de facto se traducen en la ansiada mutualización (bajo condiciones) de la deuda pública en la zona euro.
Los bancos entonces no prestaban, porque se vieron obligados -dadas la circunstancias- a reducir el tamaño de sus balances. Hoy no solo tienen una situación de solvencia completamente distinta, sino que, además, los esquemas de avales que se han articulado permiten que el crédito esté fluyendo con normalidad.
A todo lo anterior hay que sumar que los mercados de capitales hoy funcionan con absoluta normalidad -frente al colapso tras la quiebra de Lehman- lo que está permitiendo que, por ejemplo, estemos en año récord de emisión de deuda privada.
Así las cosas, podemos anticipar que el patrón de la recuperación no va a tener tampoco nada que ver con la de la última gran crisis. Los plazos van a ser más cortos y las secuelas mucho menores.
Operaciones corporativas
Al mercado le pasa lo que al discípulo incrédulo, tiene que ver las cosas con sus propios ojos. En las últimas semanas se han dado varios eventos que han sido muy bien acogidos por los mercados pero que en ningún caso pueden considerarse una sorpresa. Las vacunas son muy buen ejemplo. Prácticamente llevamos hablando de ellas desde que comenzó la epidemia y han ido cumpliendo con el horario previsto sin grandes incidentes.
Otra cosa son las operaciones corporativas. Quizás en este caso la primera te puede sorprender. Ahora, cuando se van sucediendo como un rosario que te sorprenda, tiene mérito. La última ha sido la de BBVA o, mejor dicho, las dos del banco vasco. La venta de la filial americana y la posible fusión con Sabadell. Ambas, tal vez más la segunda que la primera, llevan tiempo en el candelero. Pero no solo en el sector bancario que ha sido el gran protagonista las últimas semanas se están viendo operaciones corporativas a diario en sectores de todos los colores y de todos los tamaños. De esto se desprende al menos dos conclusiones. Hoy las circunstancias son mucho más propicias para operaciones de este tipo que en la última gran crisis. Y los que están involucrados se están dando cuenta de que la ventana de oportunidad no va a ser mucha y que tienen que apretar el paso si quieren llevarse el gato al agua.
Así, es probable que en las próximas semanas continuemos con el aluvión de operaciones corporativas y el mercado probablemente empiece a anticiparlas. Pasará del ver para creer al miedo a perdérselo. Son en esencia las dos palancas que mueven al mercado, el miedo y la avaricia. Reconforta que estemos como dicen los modernos cambiando de pantalla.
La vacuna condiciona el 2021
Resulta hasta divertido el ejercicio de seguir las reacciones a las proyecciones económicas que se suscitan cada vez que se publican. Sobre todo si tenemos en cuenta que hoy más que nunca las previsiones económicas son una raya en el agua. Los modelos que se han usado tradicionalmente dada la naturaleza de esta crisis no sirven. Y lo que pueda suceder en la economía está más que nunca sujeto a circunstancias que son muy difíciles de modelizar.
Hoy, el ejercicio de tratar de anticipar lo que pueda pasar con la economía el año que viene tiene mucho más de arte que de ciencia. Se trata mucho más de una intuición que de algo a lo que se pueda llegar con sesudos modelos econométricos, porque todo pasa por cuándo se pueda volver a la rutina.
Por eso, los recientes anuncios sobre la probable disponibilidad de vacunas a lo largo de los próximos meses cambia por completo la película. Y aunque modelizarlo no es fácil, tiene pinta de que en general las estimaciones para el año que viene se han quedado bastante cortas si, como parece, un porcentaje importante de la población puede vacunarse a lo largo del primer semestre.
En concreto, la economía española es de las que más se va a beneficiar de que la fecha de caducidad de la epidemia se adelante. No es para nada descartable que el año que viene la economía española, si los plazos de las vacunas se ajustan al calendario más optimista, recupere prácticamente todo lo caído en 2020. Hay que tener en cuenta que no solo se trata del porcentaje de inmunizados y las fechas en las que se logre, sino de cómo de rápido se vaya recuperando la confianza ante la creciente certidumbre sobre el final de la epidemia. Tiene mucho de profecía autocumplida. En tanto que vayamos teniendo más claro que en los próximos meses vamos a poder recuperar nuestra vida, la recuperación de la confianza incidirá directamente en las decisiones de consumo e inversión en un movimiento que se retroalimenta y que en cierta medida, dado lo que hemos vivido en las últimos meses, se puede acelerar por las ganas de recuperar el tiempo perdido, algo así como los felices años veinte.
No es por lo tanto para nada descartable que frente a las estimaciones de crecimiento del 4 o 5%, la economía termine creciendo más cerca del doble. Que no les sorprenda. Tendremos tiempo para comentarlo.