Prioridades para la recuperación

El secretario general de Círculo de Empresas recomienda: «No podemos conformarnos con reconstruir lo que la crisis está destruyendo, sino que debemos aspirar a más»

La grave crisis sanitaria que aún padecemos, y el impacto económico y social sin precedentes que ha generado, nos ha puesto a prueba como país. La pérdida de vidas humanas y la destrucción de actividad económica nos exige hacer lo posible para enfrentarnos en mejores condiciones a situaciones similares en un futuro incierto. Mientras tratamos de desactivar la crisis sanitaria, algo que lograremos cuando dispongamos de una vacuna o tratamiento eficaz, debemos centrar en paralelo nuestros esfuerzos en diseñar un eficaz programa de recuperación económica y social.

Para contribuir a este objetivo, Boston Consulting Group y el Círculo de Empresarios hemos elaborado conjuntamente un documento que acabamos de publicar bajo el título de «Transformación del modelo productivo español: 14 prioridades». Partimos de la base de que no podemos conformarnos con reconstruir lo que la crisis está destruyendo, sino que debemos aspirar a más, a aprovechar la oportunidad para salir de ella con un modelo productivo más sólido, competitivo, resiliente y sostenible.

Identificamos que esta crisis acelera una serie de macrotendencias que nos ayudan a anticipar el entorno futuro y debemos incorporar en el diagnóstico, como una mayor conciencia por la salud y el bienestar, una nueva dinámica para el comercio internacional, cambios en los hábitos y formas de trabajar y un compromiso compartido con la sostenibilidad ambiental. Contamos, afortunadamente, con poderosas herramientas para afrontar estos desafíos: aceleración de la transformación digital, consolidación de nuevas tecnologías emergentes y revolución de los datos e inteligencia artificial.

Agrupamos nuestras propuestas en catorce prioridades para transformar nuestro modelo productivo: siete para impulsar su competitividad y el crecimiento sostenible y otras tantas para asegurar su resiliencia. Entre las primeras destacamos apostar por la inversión en I+D+i, el emprendimiento y el aumento de tamaño empresarial, la inversión en digitalización y la lucha contra el cambio climático, el fortalecimiento de nuestra industria y de nuestras cadenas de distribución y logística y la evolución de nuestro modelo de turismo. Para asegurar la resiliencia proponemos preparar la economía para respuestas rápidas ante imprevistos, reforzar nuestras capacidades sanitarias, reformar el sistema educativo, mantener niveles de endeudamiento saneados en empresas y Estado, reconfigurar nuestras cadenas internacionales de suministro, generar un entorno de negocios favorable y apostar por modelos de colaboración público-privada para responder a necesidades estratégicas.

Lograr esos objetivos exige el compromiso tanto del sector privado como del público, en adecuada coordinación. Incluimos, pues, recomendaciones para ambos. Para el sector privado sugerimos un esfuerzo de inversión en capital tecnológico e intangibles que eleve el valor añadido de nuestra oferta, la implantación de las últimas herramientas digitales y tecnológicas, apostar por el crecimiento y comprometerse con la sostenibilidad social y medioambiental. También deberán aumentar su resiliencia preparando planes de contingencia, desarrollando capital humano de alta cualificación, asegurando la robustez de su posición financiera, reforzando sus cadenas de valor e internalizando costes ambientales. Para el sector público proponemos más recomendaciones. Para impulsar la competitividad y el crecimiento debe estimular a corto plazo la demanda de sectores críticos de nuestra economía, acelerar la transformación digital, redoblar esfuerzos para promover la I+D+i, el emprendimiento y modelos de financiación alternativa, suprimir barreras regulatorias al crecimiento empresarial, revisar el sistema tributario y asegurar una transición energética alineada con la competitividad. Para asegurar la resiliencia, el sector público debe mejorar su capacidad de respuesta ante crisis, reforzar el sistema sanitario, reformar la educación en todos sus niveles, simplificar trámites administrativos, fortalecer la seguridad jurídica y comprometerse con la consolidación fiscal para reducir el endeudamiento.

Estas prioridades deben formar parte de una estrategia de recuperación que debemos presentar a las instituciones comunitarias con un programa coherente, sensato, riguroso y creíble que merezca la confianza que nos permita acceder cuanto antes a los recursos del Fondo de Recuperación y Resiliencia. Deberá incluir una combinación de reformas e inversiones que impulsen la competitividad para que nuestra economía pueda retornar cuanto antes a un ritmo consistente de crecimiento. Solo creciendo podremos generar los recursos necesarios para preservar nuestro Estado de bienestar y ofrecer garantías de devolución de las ayudas y de reducción de nuestro elevado nivel de endeudamiento público. Tenemos el talento y las fuerzas necesarias para conseguirlo, siempre que seamos capaces de alcanzar consensos amplios no solo a nivel político, sino también entre el Gobierno y un sector empresarial que, una vez más, protagonizará la recuperación.

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