¿Podrán los bancos centrales frenar la amenaza económica del coronavirus?
La medicina ultraexpansiva vuelve a presentarse como remedio anticrisis, pese a sus nocivos efectos secundarios
Con las heridas de la guerra comercial aún visibles y en pleno proceso de desaceleración global, la recuperación económica se enfrenta ahora a un nuevo foco de inquietud de evolución imprevisible: la epidemia del coronavirus . La rebaja exprés de medio punto que la Fed ha aplicado a los tipos de interés en EE.UU. evidencia que los bancos centrales se presentan nuevo como antídoto frente a la crisis . Pero las dudas sobre la eficacia y la conveniencia de seguir prolongando y ahondando en las políticas ultraexpansivas no son pocas. En especial en un Viejo Continente sin margen de maniobra y anclado en un crecimiento anémico.
Lo cierto es que la amenaza del «cisne negro» del Covid-19 ha desatado todas las alarmas . El primer gran afectado fue nada menos que China, la segunda economía más grande a nivel global, sumida en cuarentenas, paradas en las plantas de producción e interrupciones en las cadenas de suministros.
Los estragos del brote ya se han trasladado a la industria manufacturera del país asiático, que registró en febrero su peor dato desde que comenzó la serie histórica oficial (2005) al desplomarse 14,3 puntos su indicador de referencia, el índice gerente de compras (PMI). La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima, de hecho, que partiendo de un escenario en el que el efecto del virus se acote al primer trimestre del año, «la fábrica del mundo» crecerá un 4,9% en 2020 , ocho décimas por debajo de la proyección del pasado mes de noviembre, lo que supondrá su ritmo más bajo en tres décadas.
El organismo ha reducido, asimismo, su previsión de crecimiento global para este año en medio punto al 2,4%, lo que significará su nivel más débil desde 2009. Para países de la Eurozona como Italia o Francia también anticipa un menor crecimiento , en concreto, de cuatro y tres décimas menos respectivamente. En el caso de España, la OCDE no la contempla en sus estimaciones, pero el banco de inversión Goldman Sachs ha rebajado medio punto, del 1,8% al 1,3%, su previsión de crecimiento económico este año debido, sobre todo, al impacto del brote de coronavirus.
La propagación del Covid-19 desde la provincia de Hubei, donde se originó, hasta más de 70 países, ha sacudido los mercados financieros y ha puesto en jaque la recuperación económica . «El año había comenzado con signos que apuntaban hacia un crecimiento global más estable, pero el estallido del coronavirus en China ha complicado las perspectivas», alerta Craig Burelle , analista de estrategias macro de Loomis Sayles (gestora de Natixis IM).
La OCDE ha reducido su previsión de crecimiento global para este año en medio punto al 2,4%
Ante la amenaza de la epidemia, los grandes bancos centrales han optado por desplegar toda su artillería monetaria . El primero en mover ficha fue el Banco Popular de China, que, a principios de febrero, rebajó en diez puntos básicos el tipo de interés aplicado a las entidades que participan en sus operaciones de refinanciación a corto plazo al inyectar 1,2 billones de yuanes (unos 156.000 millones de euros). Una medida a la que acompañó el recorte de otros diez puntos básicos del tipo de interés en los préstamos con vencimiento a un año, que pasará a situarse en el 3,15% desde el anterior 3,25%. Todo con un objetivo: contrarrestar la incidencia de la enfermedad en el sistema financiero y garantizar una liquidez razonable.
«La realidad médica es mucho menos preocupante que el miedo que se ha generado en el mercado. Reaccionar con política monetaria produce menos irracionalidad y los mercados se van a calmar bastante», defiende Ignacio de la Torre , economista jefe de Arcano y profesor de IE Business School. En su opinión, las decisiones adoptadas por los institutos emisores podrían producir dos escenarios bien distintos: «O que esto rebote en forma de V y suba la producción a partir de abril, que es lo que posiblemente ocurra en Occidente, o que lo haga más en forma de U (con un impacto notable y duradero) como probablemente pasará en China».
Siguiendo la estela del gigante asiático, la Reserva Federal de Australia ha recortado en 25 puntos básicos su tasa de interés de referencia hasta dejarla en el mínimo histórico del 0,5%. En esta misma línea, tanto el Banco de Inglaterra como el de Japón, han manifestado que están dispuestos a adoptar las medidas que sean necesarias ante el riesgo que entraña el coronavirus para la actividad económica.
Acción prematura
Pero si hay un país que ha actuado con contundencia ante la amenaza económica del coronavirus ha sido Estados Unidos. Si bien es cierto que el consenso de los analistas daba por descontado que la Reserva Federal acometería una bajada de tipos en la próxima reunión de su consejo –programada para el 17 y el 18 de marzo–, el martes el banco central más poderoso del mundo daba un golpe sobre la mesa y sorprendía con un anuncio inesperado : recortaba medio punto los tipos de interés oficiales hasta dejar el precio del dinero en un rango objetivo de entre el 1% y 1,25%.
Una actuación de emergencia que no se producía desde la caída de Lehman Brothers y que llevó a Wall Street a cerrar la sesión con una bajada del 2,94% en el Dow Jones. «Es una decisión prematura y, además, sigue reduciendo las posibles herramientas que tiene el banco central a la hora de afrontar los problemas económicos. La Fed actuó demasiado pronto y esa es la razón por la que el mercado reaccionó con aversión al riesgo. La epidemia genera un shock de oferta y un shock de demanda y no se puede pensar que bajar los tipos va a hacer que nadie vaya a invertir o a consumir más, no tiene ninguna lógica, sobre todo cuando los tipos de interés ya están extremadamente bajos», explica Daniel Lacall e, economista jefe de Tressis.
La Fed no bajaba de golpe medio punto los tipos de interés desde la crisis financiera de 2008
Ahora está por ver si el movimiento de la Fed, a la que el presidente estadounidense, Donald Trump, llevaba días presionando para que bajase tipos, generará un efecto llamada en otros reguladores monetarios . «El resto de bancos centrales tienen menos margen para actuar, pero se los presionará para que continúen con políticas acomodaticias para respaldar las condiciones del mercado y mitigar la posible volatilidad en los mercados de divisas», apunta Víctor de la Morena , director de inversiones de Amundi Iberia. Por el momento, el banco central canadiense ya ha seguido los pasos de la Fed y justo el día después de su recorte, rebajó medio punto el tipo de interés para sus operaciones de refinanciación a un día.
El Banco Central Europeo (BCE) , por su parte, ha dejado la puerta abierta. Su vicepresidente, Luis de Guindos, aseguró que la entidad está preparada para actuar y que «vigilará de cerca» los datos para reaccionar con rapidez. Sin embargo, hay expertos que alertan de que el margen de maniobra del organismo está casi agotado , teniendo en cuenta que los tipos llevan ya una década en niveles muy bajos.
Mal antídoto
«El problema del BCE es que las herramientas que tiene son bastante escasas, está totalmente desarmado», sostiene Luis Garvía , profesor de Finanzas de Icade Business School. Y cuestiona también la conveniencia de esa medicina monetaria en el escenario actual: «La política monetaria con tipos cero lleva tiempo sin ser efectiva». Por eso, un problema añadido como el Covid-19 podría dar la estocada definitiva a la economía ya maltrecha de la Eurozona . «El coronavirus afecta más a aquellos con patologías previas y Europa las tiene».
El BCE, cuya tasa de depósito se sitúa en el -0,5%, apenas tiene recorrido para adoptar nuevas medidas expansivas
Mismo diagnóstico hace Daniel Lacalle, que insiste en que «los bancos centrales no descubren vacunas» y en que tomar medidas monetarias en un periodo de «masivo y absolutamente desproporcionado exceso monetario» para paliar los efectos negativos de una epidemia es un claro desacierto.
«Los bancos centrales se han equivocado de manera enorme al mantener unas políticas extremadamente expansivas en un entorno en el que no era necesario y ahora no tienen casi efecto sobre la economía. La idea de que, ante un evento como el coronavirus, intensificando mucho más esas políticas se van a mitigar los efectos de la epidemia no tiene ningún sentido», dice Lacalle, que argumenta que «si bajas más los tipos y aumentas más la liquidez vas a generar mayores desequilibrios en cuanto a burbujas financieras sobre todo en bonos soberanos y, por supuesto, no vas a solucionar ni a combatir los problemas de una epidemia vírica».
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