El pequeño tamaño de las empresas deja a España más expuesta a la crisis

El Gobierno de Rajoy arrancó un plan para fomentar el crecimiento de las pymes pero Sánchez no lo desarrolló

Las pymes representan la mayoría del tejido empresarial español ABC

España vuelve a encarar una crisis económica internacional con una importante tara estructural de su modelo productivo: el excesivo peso que tienen en la economía las pymes y microempresas, en lo que supone el eslabón más débil ante los meses de turbulencias que aguardan. Ya ocurrió en 2008, cuando estalló la burbuja inmobiliaria y destruyó un millón y medio de empresas, en su mayoría pymes y autónomos. De media, una empresa en España tiene 4,7 trabajadores, una cantidad algo superior a los 4 de Italia, pero que queda por debajo de los 5,7 de Francia, los 11 de Reino Unido y los 11,7 de Alemania. Una muesca que disminuye la productividad y la resiliencia de las empresas ante embestidas económicas como la actual.

Cepyme junto a Ceprede realizó un estudio al principio del estado de alarma que denunciaba que la crisis destruiría este año 300.000 empleos, de los que 140.000 serían en pequeñas empresas de hasta 50 trabajadores y otros 70.000 autónomos. Cifras que ahora se han duplicado ante el alargamiento de la reclusión.

En Alemania, las empresas de menos de 10 empleados solo suponen el 15,4% del empleo, frente al 24,1% de España (cuatro puntos superior a la media europea), mientras que la gran empresa emplea al 36,8% de los trabajadores en el aís germano por solo un 28,2% en España (seis puntos por debajo de la media europea). El FMI y la Comisión Europea han recomendado en repetidas ocasiones a España afrontar esta característica estructural para así fomentar la ganancia de tamaño en las empresas.

Microempresas

Pero si hay algo que verdaderamente diferencia a España del resto es el elevado peso de las microempresas, así como reducido tamaño de las medianas. Los expertos señalan a dos motivos diferentes para explicar esta realidad: en el caso de las microempresas, el elevado peso en España se relaciona con la figura profesional de los autónomis (1,85 millones de unidades empresariales, más de la mitad del censo de la OCDE, no tienen ningún empleado), lo que en el fondo no responde a una figura empresarial en sí misma sino a la búsqueda de una alternativa laboral. En cuanto al por qué del escaso número de empresas medianas más grandes, los economistas apuntan a varios frenos al crecimiento empresarial, tanto por cuestión cultural como por las trabas burocráticas impuestas a partir de ciertos umbrales.

Precisamente, el Ministerio de Economía que dirigía Luis de Guindos elaboró en 2017 un informe en el que detectaba 130 normas que impedían el crecimiento empresarial, de cara a reformarlas en el futuro. Una iniciativa que calculaba que si España tuviera la estructura media europea de tamaño empresarial ganaría un 3,35% de PIB, un aumento que sería del 7,49% si se copiara el de Reino Unido, donde más de la mitad del empleo lo generan las grandes empresas. Entre estas 130 normas que las empresas identificaban que les lastraban, en una encuesta a 15.200 compañías realizada por el ICEX, figuraban que solo las empresas con más de cien trabajadores (y no cincuenta como en la actualidad) pudieran constituir un comité de empresa o reducir el número de liberados sindicales de las empresas medianas.

«No es igual la capacidad que tiene la pymes de aguantar unos meses que la de una mediana o gran empresa, y eso se va a ver ahora. Ahora no es el moemnto, pero se tenía que haber implantado planes para fomentar fusiones y el aumento del tamaño empresarial», abunda la directora de economía del Círculo de Empresarios, Mercedes Pizarro. Otras de las normas que detectó la organización e incorporó el departamento dirigido por Luis de Guindos eran las relativas a auditorías abreviadas para las medianas empresas o a beneficios fiscales para fomentar la reinversión de beneficios y así ir ganando tamaño.

Sin embargo, desde 2017 nada se ha hecho. Fuentes conocedoras apuntan que el Gobierno de Pedro Sánchez no ha desarrollado este proyecto desde entonces, pese a que Jordi Sevilla se incluyó algunas medidas en el programa económico de 2016 del PSOE. De hecho, el Ejecutivo ha intentado aprobar nuevas normas que amplían esta brecha entre grandes y pequeñas empresas y desincentiva el crecimiento. Un ejemplo era la bajada del tipo nominal de Sociedades del 25 al 23% que incluía su proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2019, mientras que a las grandes empresas les subía el tipo de los pagos fraccionados y fijaba una tributación mínima del 15% de su beneficio. Nada, sin embargo, para favorcer la ganancia de músculo empresarial que permita crecer a nuestras empresas medianas y pequeñas.

Además, nuestro tejido empresarial había logrado aún recuperarse del varapalo de la crisis de 2008. La especial intensidad con que azotó la crisis a España tuvo un importante impacto en nuestro tejido empresarial. Entre 2008 y 2014 el censo de empresas español se redujo en más de 300.000 empresas, y no había logrado recuperarse pese a los años de vacas gordas. La bonanza de económica iniciada en 2014, con crecimientos de la economía cercanos al 3% anual de media durante últimos cuatro años hasta 2019, permitió crear 220.000 empresas, pero no recuperar por completo la pérdida durante la crisis.

El batacazo del coronavirus llega además en un momento en que las empresas ya sufrían los efectos de la desaceleración. Según datos de la Agencia Tributaria, de las 1.601.598 empresas españolas que estaban obligadas a declarar el impuesto de sociedades, solo 536.823 dieron beneficios en 2017, último año disponible.

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