El país de la crisis permanente abraza de nuevo el peronismo

Los inversores temen un equipo económico liderado por Cristina Fernández de Kirchner

Alberto Fernández, presidente electo de Argentina Reuters
Laura Montero Carretero

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La incertidumbre se cierne sobre Argentina. El regreso al poder del kirchnerismo, tras el triunfo electoral de Alberto Fernández, con un 48% de los votos, abre un horizonte de turbulencias en un país azotado por los problemas económicos e inmerso en una recesión cuyo fin se antoja lejano.

No fue óbice para la victoria del líder del Frente de Todos contar para la vicepresidencia con la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, que durante los cuatro años en que ha estado fuera del Gobierno ha acumulado trece procedimientos penales, la mayoría asociados con casos de corrupción. Aun así, la posibilidad de que el candidato peronista conquistase la Casa Rosada se intuía después de imponerse por 16 puntos de ventaja a Mauricio Macri en las elecciones primarias, celebradas en agosto .

El presidente electo, que tomará posesión del cargo el próximo 10 de diciembre, todavía no ha definido su equipo económico , pero el temor a que pueda estar liderado por su número dos preocupa a los mercados. «Hay dos grupos: el de Cristina, más radical, más populista, y el de Alberto, que es un poco más moderado y más centrista. Habrá que ver si trabajan coordinadamente o hay enfrentamientos», explica Mario Weitz, profesor de Esic y consultor argentino del Banco Mundial, que recalca que el escenario «más peligroso» para la inversión extranjera sería un proyecto encabezado por Fernández de Kirchner . «La situación era mala con Macri y ahora puede ser peor», vaticina.

Desconfianza

Carlos Malamud, investigador principal de América Latina del Real Instituto Elcano, y catedrático de Historia de América Latina en la UNED, asegura que «la inversión extranjera está ya mirando con lupa la vuelta del peronismo y del kirchnerismo al poder», ya que «los recuerdos que tienen no son precisamente gratos ni favorables y esto hace que estén muy expectantes». La gran duda –apunta– es «cómo va a gestionar el nuevo gobierno la economía, todavía son muchos los interrogantes ».

Por su parte, Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de economía de IE Business School, incide en una cuestión básica: « Hay preocupación por si se aplica una política que agudice la situación de crisis . Las empresas quieren que haya una macroeconomía tranquila y que se den posibilidades de negocio». Una aspiración que, dice, «hoy en día es difícil que ocurra en Argentina con la situación tan tremenda de desgobierno económico que hay». «Macri recibió una bomba de relojería y no la ha gestionado bien», resume.

Y es que el hombre llamado a reconducir a Argentina al camino de la disciplina fiscal y a recuperar la credibilidad para los inversores fue incapaz de acabar con las asignaturas pendientes que arrastraba el país en materia económica . «Pensábamos que lo iba a hacer bien, era un ingeniero con buenas intenciones. Empezó bien, pero la política económica fue bastante caótica y ese fue el origen del triunfo del peronismo», asegura Weitz.

Carlos Malamud: «La inversión extranjera está ya mirando con lupa la vuelta del peronismo y del kirchnerismo al poder. Los recuerdos que tienen no son precisamente gratos»

Los expertos coinciden en que una de las equivocaciones del presidente saliente fue adoptar un enfoque gradualista . Weitz comenta que «no quiso hacer reformas para no enfadar a los sindicatos y financió ese gradualismo con dinero que vino de fuera, pero Argentina se quedó sin financiación y tuvo que pedir un préstamo al FMI».

Malamud piensa también que su principal error fue «apostar por un gradualismo que implicaba no acometer serios ajustes» así como «pretender de alguna manera tener el control de los asuntos económicos y, por lo tanto, no nombrar a un ministro de economía fuerte, lo que le restó efectividad». Menciona igualmente como un factor a tener en cuenta la sequía que sufrió el país y que perjudicó al volumen de las cosechas.

Así las cosas, la lista de retos que deberá afrontar Alberto Fernández es larga, pues el contexto económico de Argentina no es nada halagüeño. La pobreza afecta hoy al 35,4% de los argentinos. La inflación , un mal endémico del país, se ha disparado hasta alcanzar una tasa anual del 55%. Pero hay más. El desempleo se sitúa en el 10,6%, la cifra más alta en 13 años. Por otra parte, se está produciendo una fuerte fuga de divisas (desde las primarias salieron 22.000 millones de dólares). De hecho, tras el resultado de las elecciones, el Banco Central argentino restringió la compra de dólares a los particulares a un máximo de 200 al mes a través de cuentas bancarias y de 100 dólares en caso de que la adquisición sea en efectivo, frente al límite anterior de 10.000. La medida, conocida como cepo, responde a la necesidad de «preservar las reservas» y evitar la bancarrota.

Mala perspectiva

El elevado nivel de deuda bruta , que suponía cerca del 80% del PIB en el segundo trimestre de 2019, será otro de los caballos de batalla del nuevo Gobierno. Un endeudamiento contraído sobre todo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, a mediados del año pasado, acordó con el país un desembolso por valor de 56.000 millones de dólares.

«El organismo es muy exigente en sus planteamientos. Al final hay una cuestión de angustia financiera con la que no se puede vivir, es lo que ha acabado con Macri», señala Guillermo Rocafort, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea, que recuerda que una de las medidas que intentará llevar a cabo su sucesor será renegociar con el organismo los plazos de devolución de los préstamos como una forma de «coger oxígeno para reactivar la economía».

Asimismo, cree que el presidente electo tratará de incrementar el consumo y las exportaciones, algo que considera «una quimera», puesto que «todos los países están tendiendo al proteccionismo» y, además, al pedir públicamente la liberación de Lula Da Silva, Fernández « se ha enemistado con Brasil, su principal socio comercial por proximidad geográfica ». En su opinión, el tema económico hay que «despolitizarlo, desideologizarlo y dejarlo en manos de tecnócratas porque si no Argentina va a seguir así otros 200 años».

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