Nueva normalidad 2.0

Habrá que lidiar con la sobredosis de deuda hasta localizar la auténtica normalidad, en la que los activos busquen su verdadero valor

Pablo de Vicente

En 1933, Roosevelt toma las riendas de Estados Unidos y desarrolla las primeras grandes medidas de estímulo económico, el «New Deal» , para hacer frente al «Crac del 29», que trajo un deterioro del crecimiento del -45%. De 1933 a 1938, realiza una inversión del 60% sobre la media de los PIB de estos seis años –unos 670.000 millones de dólares actuales–. Cuando acaba en 1938, el PIB se había incrementado un 53% y en 1941, ya sin Roosevelt, llegó hasta el 126%.

Ya en 2008, de la noche a la mañana, muchos balances del sistema financiero se refrescaron a cero unidades monetarias. El Sr. Bernanke –presidente de la Reserva Federal en aquel entonces– tuvo que salir al rescate, como si del mismísimo Capitán América se tratara, nacionalizando e interviniendo bancos, aseguradoras y engrasando los agarrotados mercados de financiación. Emitió su primer «quantitive easing» –medidas poco utilizadas, con la referencia del «New Deal» de 70 años atrás– por un importe inicial de 600.000 millones de dólares –unos 735.000 millones actuales–, un 4% sobre ese PIB. Finalmente se llegó en 2015 a los 4,37 billones actuales. Una parte de esas cantidades llegaron a los activos de riesgo, dopándolos e inflándolos. A esa anomalía se le comenzó a denominar «nueva normalidad». Bloomberg se apropió de ese bautizo. Pero la siguiente fase 2.0 había que abordarla.

Con esa «nueva normalidad» a cuestas, una mochila de deuda mundial histórica, y cuando hasta Europa comenzaba a mostrar datos de recuperación, nos sorprende el Covid-19 .

De nuevo la Reserva Federal, de Jerome Powell , –y detrás el resto de banqueros centrales– ha tenido que intervenir, dotando de financiación al sistema. Junto con las ayudas estatales, los importes iniciales llegaron a los 2,9 billones –295% más que el impulso inicial de George Bush –. Si añadimos 1,5 billones en compras de «repos» a tres meses en marzo, la suma sería de 4,88 billones de dólares –un 25% de la riqueza del país en 2019–, y otro más llamando a la puerta del Senado y lo que te rondaré. La Reserva Federal podría llegar a avalar 4 billones en préstamos. Todos los países han tenido que establecer planes «similares»: el Banco de Inglaterra , con 745.000 millones de libras, un 28% del PIB 2019; y el Banco Central Europeo , con 1,35 billones de euros, un 11% del PIB 2019 de la Zona Euro. Aquí habría que añadir las ayudas individuales de cada país.

Y el mitológico helicóptero derramando liquidez. En EE.UU. se han remitido a los cheques ciudadanos: 1.200 dólares a los adultos y 500 a los menores. Y 600 dólares semanales añadidos a los desempleados. Las condonaciones de deuda y los regalos de dinero «condicionados» se convertirán en una realidad, sobre todo en aquellos países con menor reacción política.

¿Esta sobredosis de deuda y déficit será manejable? Se tendrá que lidiar con ella hasta alcanzar un punto de mejora económica, donde de algún modo pinche y se intente localizar la auténtica normalidad, en la que los activos busquen su verdadero valor o riesgo.

La cuestión es que el Covid-19 no tiene buen aspecto, no pulula cerca de nosotros por una ruta natural: ¿error, omisión o negligencia? No lo sé. Trump parece que tiene más información, aunque se trate de una cortina de humo para tapar su luminoso de máximos históricos sobre su S&P 500, que impulsaba su reelección hasta que lo derrumbó el Covid, aun con los altos, pero sorprendentes, niveles de desempleo.

En mayo, la subdirectora del Instituto de Virología de Wuhan, Shi Zhengli , me ponía los pelos de punta al indicar que el Covid-19 no deja de ser la punta del iceberg si no se ponen los medios necesarios para evitarlo. Estos rebrotes podrían alcanzar derivadas devastadoras, pero hagan el esfuerzo de imaginarse lo que implicaría, por ejemplo, dos pandemias más sobre la actual. Nos cogería con experiencia, pero con una recalcitrante debilidad económica.

A todo esto, los mercados de riesgo, en vías de sus máximos anteriores o históricos, dando esquinazo a las valoraciones objetivas actuales y apostando por un barroco mundo de flores. Da igual, el sistema financiero se ha ido adaptando a la montaña rusa de unos mercados bajo los efectos de los bancos centrales. Y una crisis es y será siempre una oportunidad.

Pablo de Vicente es Asesor Financiero y Socio Fundador de Evolutio Capital Investment

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