El órdago indepentista del 1-O aún pasa factura a la economía catalana

La región no ha vuelto a crecer más que la media española, tampoco ha recuperado sus niveles de inversión y en dos años han salido 5.500 empresas

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Cuando estalló la consulta soberanista del 1-O hace dos años se sucedieron los cálculos y las alertas de organismos sobre el impacto en la economía catalana y del resto de España. El Banco de España cifró el efecto en una horquilla que bailaba entre 3.500 y 30.000 millones de euros menos de actividad en toda España –de tres décimas a 2,5 puntos del Producto Interior Bruto (PIB) hasta 2019–. Por su parte, la Autoridad Fiscal señaló que la economía catalana podía entrar en recesión –con un impacto sobre su PIB que iba de 0,7 a 2,7 puntos–. La aplicación del artículo 155 de la Constitución, mediante la intervención de la comunidad, y el posterior desenlace del pulso entre la Generalitat y el Gobierno Central calmó las aguas del temor que la consulta provocó en inversores y empresarios, pero dos años después el efecto sobre la comunidad permanece. Lejos de ser inmediato, el impacto ha sido gradual pero igualmente dañino: la economía catalana no ha vuelto ser la que era y parece difícil que recobre la tracción que exhibía antes del 1-O.

El mejor indicador de lo que ha sucedido con la economía catalana lo ofrece el PIB de la región. Cataluña había sido hasta la consulta la locomotora de la recuperación española : todos los años creció más que la media, liderando los rankings de crecimiento regional. Por trimestres, según las bases de la Autoridad Fiscal que es homogénea para los dos datos –el Instituto de Estadística de Cataluña tiene una metodología diferente a la del INE–, desde 2014 la economía autonómica había aumentado más que la del conjunto del país en once de los quince trimestres hasta el 1-O.

Desde entonces no ha habido ningún trimestre en el que el PIB de la región haya avanzado por encima de la media nacional, con un impacto notable entre octubre y diciembre de 2017: entonces la comunidad pasó de un crecimiento interanual del 2,6%, en la media nacional en el tercer trimestre, a otro del 1,4%, menos de la mitad que el del conjunto de España ese mismo periodo, cuando logró un 2,9%.

Si bien el positivo arranque de 2017 camufló el impacto del pulso independentista sobre la economía, al crecer Cataluña un 3,2% y España un 3%, en 2018 se empezó a ver el peso de la herida económica que asestó el 1-O, al crecer Cataluña tres décimas menos que el conjunto de España, que repuntó un 2,6%. Algo inédito en la recuperación que arrancó en 2014.

Detrás del PIB se esconde el golpe que la ruptura independentista provocó al tejido empresarial catalán, con una avalancha de cambios de sede social y fiscal. Casi 5.500 empresas se han marchado de Cataluña desde 2017 hasta la primera mitad de 2019, en concreto 5.454 según los datos del Colegio de Registradores que recogen los cambios firmes de sede social confirmadas por comunidades –distintos a los registrados, que cuentan con un plazo de tres meses para cambiar de opinión–.

«Efecto Montreal»

Cataluña acusa así el «efecto Montreal», ya que no ha logrado que la plana mayor de las grandes empresas que abandonaron la comunidad vuelvan a establecerse. En los días posteriores al 1-O la plana mayor de las compañías del Ibex de la comunidad mudaron sus sedes sociales lejos de la región ante la incertidumbre que se abría por el pulso independentista y la inseguridad jurídica. Caixabank, Banco Sabadell, Gas Natural o Abertis hicieron las maletas, una senda que también emprendieron firmas emblemáticas como Idilia Foods –fabricante de Cola Cao–, la Bruixa D’Or o Codorníu.

Un efecto similar al de Montreal, antaño capital financiera de Canadá, y que tras las consultas independentistas en la provincia francófona de Quebec en 1980 y 1995 , abandonaron la ciudad para dirigirse a Toronto y nunca volver. Cataluña se arriesga a un impacto similar si bien desde octubre de 2017 la hégira de compañías se ha suavizado. Solo en octubre de 2017 pidieron trasladar su sede social 1.815 empresas fuera de Cataluña –58 compañías al día– y mil de ellas también cambiaron su sede fiscal, en 2019 en los seis primeros meses del año han salido 559, a un ritmo de 3,1 empresas al día. Pero la diáspora fuera de la comunidad prosigue: desde 2017, la región tiene un saldo negativo entre entradas y salidas de 4.080 empresas, frente a las 3.979 compañías que ha ganado el resto de España, según el Colegio de Registradores.

De estás 5.500, casi 3.000 empresas se han ido a Madrid, que es la comunidad más beneficiada por la salida de empresas de Cataluña, al haber atraído a 2.939 compañías de 2017 a junio de 2019. Desde Gas Natural Fenosa hasta Abertis o Colonial optaron por irse a la región. Un goteo incesante que contrasta con la intención de la Generalitat de Quim Torrá de atraer a las empresas que se fueron tras el 1-O, con especial interés en las del Ibex como ha anunciado en alguna ocasión la consejera de Empresa, Àngels Chacón.

Las siguientes comunidades en recoger más empresas han sido las colindantes: Comunidad Valencian a (616 empresas catalanas se han ido a la región desde 2017), con casos tan conocidos como el de Banco Sabadell (cuya sede está en Alicante), Caixabank e Idilia Foods -fabricante de Cola-Cao y Nocilla - (ambas se han ido a Valencia). Le siguen Aragón (409 firmas) y Andalucía (403) así como Baleares (292).

El dinero aún teme

Tampoco ha recobrado Cataluña ni el nivel de inversión extranjera que recibía antes del 1 de octubre ni los depósitos bancarios que huyeron desde entonces y no han vuelto. La inversión extranjera no ha vuelto a recuperar los niveles anteriores a 2017. En dicho año bajó un 59% frente a 2016 hasta los 3.395 millones. Pese a que en 2016 el capital foráneo a la comunidad aumentó un 75% frente a 2015 por operaciones como la venta del 20% de Gas Natural por parte de La Caixa y Repsol, la inversión de 2017 y 2018 –además de la del primer semestre de año– no ha recuperado los niveles medios de 2010 a 2016: en estos siete años la inversión extranjera media anual a Cataluña fue de 4.461 millones de euros.

Algo parecido ocurre con los depósitos bancarios. Ante el peligro de que Cataluña saliera de España y, por ende, de la Eurozona –con la consiguiente protección–, entre octubre y diciembre de 2017 se fueron de la comunidad 31.399 millones de euros en este tipo de productos bancarios. Pese a que tras la consulta independentista el sector bancario ha ido recuperando poco a poco el nivel de depósitos que tenía antes en Cataluña, aún queda la mitad por volver: frente a septiembre de 2017, la región cuenta con 12.501 millones menos.

Por comparar con una región equivalente, en Madrid también hubo una salida de 8.048 millones entre septiembre y diciembre de 2017, pero según los últimos datos de junio del Banco de España ahora cuenta con 3.756 millones más ahorrados que antes, siendo peor la situación de Cataluña. Cifras que sirven de velada advertencia del tejido empresarial y económico: si escala la tensión de nuevo, el próximo golpe económico a la comunidad puede ser mayor.

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