El negocio de las bicicletas compartidas coge ritmo
A pesar del nutrido pelotón de actores y de los desafíos normativos, el modelo se consolida y comienza a extenderse a la periferia y las ciudades medianas
El servicio de bicicletas compartidas se ha vuelto parte del paisaje urbano habitual de cualquier ciudad europea una vez que tiene cierto tamaño. Se llama BiciMAD en Madrid, Bizi en Zaragoza, Bicing en Barcelona o Sevici, en Sevilla. En estos casos, se trata de un servicio público municipal que ofrecen los ayuntamientos para fomentar el transporte de sus ciudadanos y visitantes de manera sostenible y rápida. Esto permite descongestionar el tráfico al reducir el uso del coche privado y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera, un asunto que cada vez preocupa más a los ayuntamientos y a los reguladores.
«Este tipo de vehículos de micromovilidad suelen usarse para cubrir distancias cortas», dice Isabel García, directora en España de Free Now, una plataforma que permite el alquiler de bicicletas eléctricas en varias ciudades del planeta. Para usar los servicios de esta empresa, que cuenta con el respaldo del Grupo BMW y de Mercedes-Benz, los clientes deben descargarse una aplicación para desbloquear la bicicleta eléctrica que está aparcada en la calle. En Madrid y Málaga operan bajo la marca Dott, mientras que en Barcelona lo hacen con Cooltra. «Pronto integraremos un nuevo operador, extendiendo nuestra oferta y reforzando nuestra apuesta por el bikesharing», dice García.
«Las bicicletas y patinetes de alquiler tiene un uso muy interesante en ciudades turísticas, proporcionando a los visitantes una forma rápida y sencilla de moverse. Pero también tienen un arraigo cada vez mayor entre los residentes», dice Enrique Dans, profesor del IE Business School. El experto cree que estos sistemas son cada vez más utilizados por los habitantes de las ciudades debido a los posibles problemas de tener un vehículo, ya que a menudo es difícil de aparcar o es objeto de robo. «Algunas ciudades como París, con su alcaldesa Anne Hidalgo a la cabeza, han apostado fuertemente por las bicicletas y los patinetes como forma de descongestionar la ciudad», comenta Dans.
Asaltar las aceras
Ante el creciente interés de las ciudades por contar con diferentes sistemas de movilidad que mejoren la calidad de vida de sus habitantes, han surgido un gran número de empresas privadas que ofrecen alquiler de bicicletas que pueden dejarse aparcadas en cualquier lugar de la ciudad, como las que opera Mobike, uno de los principales actores del sector, que alquila vehículos naranjas en varias ciudades del mundo. A diferencia de servicios municipales como BiciMad, Bizi o Bicing, estas empresas como Mobike no cuentan con una infraestructura específica para aparcarlas, lo que genera problemas en las ciudades ya que se pueden bloquear las aceras para los peatones y se produce contaminación visual.
El sector se enfila hacia un proceso de concentración y de inclusión en ofertas de movilidad integral
«La tendencia es, indudablemente, destinar espacios específicos al aparcamiento de estos vehículos, relegando el llamado ‘modelo dockless’», comenta Dans. Esto elimina los inconvenientes de los modelos en los que se puede aparcar en cualquier lugar. Para lograr este cambio, la mayoría de las ciudades están destinando plazas de aparcamiento a los sistemas de bicis compartidas, lo que reduce la disponibilidad de aparcamiento para los coches y, en consecuencia, reduce el parque automovilístico al hacer menos atractiva la posesión de vehículos privados.
Nuevos jugadores
El mercado de empresas privadas ‘bikesharing’ se encuentra repleto de jugadores como Mobike, las marcas que opera Free Now, Donkey Republic y otras muchas. Actualmente existe un universo de plataformas, por lo que los expertos consultados consideran que se producirá una concentración de mercado. Sin embargo, siguen apareciendo nuevos jugadores que invierten en empresas en este sector que tratan de diferenciarse al no concentrarse en grandes urbes como Madrid o Barcelona, si no en ciudades medianas.
Un ejemplo es la compra de la empresa de bicicletas compartidas nextbike el año pasado por parte de Tier, una compañía alemana que ofrece servicios de movilidad urbana como el alquiler de patinetes eléctricos. «A través de esta adquisición, dimos el paso para convertirnos en la primera plataforma realmente multimodal del sector, combinando bicicletas basadas en estaciones con patinetes, bicicletas y motos eléctricas sin anclaje», dice Manuel Arauco, director de Tier en España.
Parte de la tendencia de estas empresas es convertirse en compañías que ofrezcan una oferta integral de servicios de movilidad urbana. Cabify, por ejemplo, además de ofrecer transporte en coches con conductor también alquila motos y patinetes por hora. Lo mismo ocurre con estas empresas de ‘bikesharing’ al incluir varios servicios de micromovilidad como hace Tier o Free Now, que también permite alquilar viajes en coche al estilo Cabify o Uber.
«Queremos que la micromovilidad sea accesible en todas las ciudades que lo necesiten. La demanda ha crecido exponencialmente en España desde la pandemia», dice Arauco, de Tier. Con nextbike, la empresa ofrece sus servicios en Bilbao, Ibiza, la Universidad de Deusto y León. «Nuestro próximo desembarco está previsto que sea en Mallorca, donde desplegaremos un total de 800 bicicletas, de las cuales 240 serán e-bikes», dice Arauco.
El valor de mercado mundial de bicicletas compartidas sumará 4.490 millones de dólares en 2027
Desde Free Now, García considera que en España todavía hay oportunidad de crecimiento en las grandes ciudades, pero sobre todo en el extrarradio, ya que son vehículos que ocupan poco espacio para los que no se requiere carnet de conducir. «Aún falta en España un cambio de mentalidad en el uso de estas apps y de los vehículos de nueva movilidad, pero en muchos países europeos ya es muy común desplazarse al trabajo, por ejemplo, con moto eléctrica o coche compartido hasta el centro», dice García.
Oportunidad
Se espera que el tamaño de la flota mundial de bicicletas compartidas alcance los 35 millones de bicicletas en 2025, según un estudio de Global Market Insights. Y la expectativa es que este modelo de negocio siga creciendo. Según un estudio de según Research and Markets, el mercado mundial de bicicletas compartidas tenía un valor de 3.280 millones de dólares en 2021 y se espera que alcance los 4.490 millones de dólares en 2027.
«Desde el punto de vista inversor el atractivo reside en la oportunidad de poder realizar un ‘exit’ por una potencial concentración de esas empresas en un futuro próximo», dice Stéphan L. Maisons, chief strategy officer en Fellow Funders. Por el término ‘exit’, Maisons se refiere a un término habitual en el mundo de las startups que consiste en vender las participaciones que se tienen en una empresa. «Este proceso de ‘build up’ debería permitir la consolidación en dos o tres jugadores mundiales», dice el experto, que ve que este sector seguirá creciendo a medida que las ciudades cierren cada vez más el tráfico de vehículos térmicos.
Se espera que el tamaño de la flota mundial de bicicletas compartidas alcance 25 de millones de bicicletas en 2025
Sin embargo, es un sector plagado de retos que complican el proceso de decisión de los inversores para elegir la empresa adecuada. Por un lado, está la incertidumbre que rodea al acceso a la financiación de las startups, ya que el fin de más de una década de política monetaria de dinero barato ha provocado un acceso barato al capital para invertir en proyectos arriesgados, como las nuevas empresas tecnológicas. Como resultado de ese cambio de paradigma, muchas empresas tecnológicas de Silicon Valley han tenido que llevar a cabo masivos despidos para garantizar su supervivencia.
«Las startups de bikesharing no son ajenas a esta problemática y deberán ajustar sus plantillas y ser cada vez más eficiente en su operativa», comenta Maisons, que cree que las que tienen más posibilidades de permanecer en el mercado son aquellas marcas establecidas con una masa crítica de clientes recurrentes que les permita tener un Ebitda positivo y poder capear la posible crisis de capital.
Un viaje aún repleto de retos
El negocio de las bicicletas compartidas enfrenta una serie de retos propios. Por un lado está la cuestión normativa, ya que las ciudades están regulando el funcionamiento de este tipo de empresas para evitar una invasión de bicicletas en las calles. Por otro, el social, ya que, por ejemplo, en Holanda el uso de la bicicleta es habitual desde hace décadas, mientras que en ciudades como Madrid es relativamente reciente. Otro reto es el exceso de competencia, ya que existen cientos de aplicaciones diferentes que ofrecen un servicio similar. «Los principales desafíos tienen que ver con superar la idea de ‘juguete’ y ser contemplados como una opción interesante para casi cualquier persona, que debe además poder tener una percepción de seguridad derivada de la posibilidad de circular en espacios especialmente habilitados para su uso«, dice Enrique Dans, profesor de IE University.
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