ESPECIAL GRANDES EMPRESAS

«Es necesario un marco regulatorio mucho más favorable a la inversión»

Gregorio Izquierdo, director de Economía de CEOE, cree que «el principal reto pendiente puede que sea el de impulsar, mediante reformas estructurales inteligentes, la mejora de nuestro PIB potencial»

Alberto Velázquez

Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid, profesor titular de Economía Aplicada en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Nacional de Educación a Distancia UNED y director General del Instituto de Estudios Económicos, Gregorio Izquierdo aporta desde CEOE su experiencia en el ámbito económico-empresarial. Y en el estadístico (fue presidente del Instituto Nacional de Estadística entre 2011 y 2018, y representante de España en el Comité del Sistema Estadístico Europeo de Eurostat y la Comisión de Estadística de Naciones Unidas).

¿En qué destaca España a la hora del fomento del desarrollo empresarial?

Entre las múltiples fortalezas de la economía española me gustaría destacar, sin ánimo de ser exhaustivo, la mejora de nuestra competitividad exterior; la disponibilidad de empresas líderes en múltiples sectores (energía, finanzas, telecomunicaciones, distribución, construcción…); la solidez del sector financiero para canalizar fondos a la inversión empresarial; las altas dotaciones de adecuadas y modernas infraestructuras y, ahora, la posibilidad de canalizar importantes fondos europeos para poder acelerar la transición energética y la digitalización. Pero por encima de todo lo anterior, yo destacaría que España siempre se ha caracterizado, a lo largo de su historia, por su capacidad de adaptarse y superar exitosamente los múltiples retos que hemos tenido que ir afrontando a lo largo del tiempo.

¿Y qué figura en la parte del ‘debe’?

Respecto a los retos pendientes, el principal puede que sea el de impulsar, mediante reformas estructurales inteligentes, la mejora de nuestro PIB potencial , cuyo reducido nivel hipoteca nuestro futuro en un contexto de envejecimiento demográfico. Para ello, es obligado asegurar la sostenibilidad a largo plazo de nuestras finanzas públicas mediante una mejora estructural de la eficiencia del gasto, que permita mantener un sistema fiscal lo más competitivo y eficiente posible. Por otra parte, es necesario crear un marco regulatorio mucho más favorable a la inversión y a la competitividad empresarial como vía para mejorar nuestro crecimiento, reducir nuestro desempleo y asegurar la productividad que garantice nuestro nivel de vida.

¿Cómo se superan las barreras que impiden que aumente el porcentaje de grandes empresas?

Dado que la dinámica económica lleva consigo en ocasiones a la destrucción de tejido productivo, es importante crear un marco que favorezca el desarrollo de nuevas iniciativas empresariales que compensen a las que inevitablemente se vayan perdiendo, sin perjuicio de que sea obligado también favorecer la resiliencia de las empresas ante situaciones coyunturales sobrevenidas como las de la última crisis. Los países con mayor flujo de creación de nuevas empresas suelen ser a su vez los que tienen una mayor prosperidad y nivel de vida.

¿Hay alguna característica propia de la economía española en este sentido?

Un problema específico de España es que, cuando comparamos nuestro tejido empresarial con el europeo, se ve claramente el mayor peso en España de la pequeña empresa y la menor presencia relativa tanto de grandes como de medianas empresas. Para subsanar este problema, se debe facilitar el crecimiento empresarial , flexibilizando barreras institucionales contraproducentes como determinados umbrales de empleo o facturación, a partir de los cuales aumentan las cargas que soportan las empresas.

En este contexto, la innovación se consolida, cada vez más, como vector de crecimiento. ¿Cuáles son las claves para destacar en este aspecto?

La innovación es, sin duda, uno de los principales motores de transformación y crecimiento que precisa de un marco adecuado de incentivos fiscales que estimule este tipo de actividades. Si bien el gasto público puede ayudar, lo determinante es que las empresas de todos los tamaños puedan desarrollar de forma directa una actividad innovadora a semejanza de la que hacen las empresas de los países con mayor liderazgo en este campo. A este respecto, el esfuerzo de inversión en I+D+i de nuestras empresas es solo del 0,7% del PIB frente al 1,4% del PIB del promedio de la UE.

Para cerrar esta brecha, es necesario incrementar el porcentaje de las deducciones fiscales para la I+D+i y dotar de mayor seguridad jurídica y certidumbre al actual sistema. Para ello, se debería simplificar, agilizar y reducir sus excesivos requerimientos y cargas administrativas que conllevan un importante déficit de aplicación del incentivo en relación a su potencial teórico.

Las grandes empresas españolas destacan por su expansión internacional, ¿qué vectores influyen para que sigan haciéndolo?

La economía española ya tiene, sin duda, una fuerte expansión internacional, con más de 50.000 empresas que exportan regularmente y con uno de cada cuatro empleos vinculados a la internacionalización. Aun así, debemos seguir invirtiendo en mejorar nuestra posición dentro de las cadenas globales de valor, manteniendo nuestra capacidad de competir en precios, pero posicionándonos a la vez en actividades con mayor valor añadido.

¿Qué acciones destacan, en su opinión, para orientarse a ese deseado incremento del valor añadido?

Para ello, es necesario incrementar el peso de las exportaciones de alta intensidad tecnológica, que ahora solo son un 40% del total. Otro gran desafío es aumentar la diversificación de las exportaciones fuera del entorno de la UE, que aún suponen más del 70%.

¿Hasta qué punto pueden afectar las reformas sobre el mercado laboral a la macroeconomía?

La mejora del marco laboral pasa por seguir apostando por consensos en el marco del diálogo social y, en todo caso, por intentar incorporar las mejores prácticas y recomendaciones que los organismos internacionales nos hacen recurrentemente.

El mercado laboral tiene una incuestionable dimensión social, pero también conlleva implicaciones económicas y empresariales, no menos importantes, que obligan a contemplarlo con una visión ponderada de conjunto y no con perspectivas parciales y, por lo tanto, necesariamente incompletas. De hecho, cada vez es más visible la relevancia del contexto laboral para el crecimiento económico y el empleo, como quedó demostrado tras la última modernización del mercado laboral, cuando se duplicó la sensibilidad del empleo al crecimiento y se redujo a la mitad el umbral de crecimiento necesario para crear empleo. De igual modo, la última crisis ha confirmado la funcionalidad del actual marco en cuanto se ha podido mantener el empleo en mayor proporción que en anteriores crisis, reduciendo así tanto su alcance como su duración.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación