El papel de las empresas en los ODS
«Serán los directivos que sepan ajustar sus objetivos para tener en cuenta el impacto social de sus cadenas de distribución, los que generarán valor sostenible a largo plazo para todos»
![Natalie Blyth: El papel de las empresas en los ODS](https://s2.abcstatics.com/media/economia/2020/02/25/ods-kBiF--1248x698@abc.jpg)
La reciente declaración del Business Roundtable sobre el nuevo propósito corporativo llevó a un acalorado debate. El organismo representativo de los directivos de las empresas estadounidenses más grandes sembró la discordia al cambiar la doctrina de «accionistas primero» y favorecer una responsabilidad más amplia para con clientes, empleados, proveedores y comunidades. Aunque ambos lados del debate se han pronunciado, hasta ahora faltaba por conocer la opinión de una base más amplia de empresas.
La encuesta Navigator de HSBC a 9.000 empresas revela la existencia de una comunidad global de empresas que quiere abordar los actuales desafíos sociales. El 63% de las empresas del mundo reconocen su papel para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el plan de acción de las Naciones Unidas (ONU) para un futuro sostenible para todos.
Estos resultados son significativos y, para mí, no son inesperados. Significantes porque con poco más de una década para cumplir con los objetivos de la ONU, no estamos ni cerca de progresar al ritmo necesario y el momento de actuar es ahora. Cualquier esperanza de alcanzar estos objetivos requerirá que las empresas promulguen el principio de las asociaciones público-privadas incluido en los ODS.
Los resultados tampoco son inesperados porque las empresas siempre han existido para crear valor, pero la definición de «valor» está en constante evolución . Hoy, se reconoce cada vez más que las licencias para operar de las empresas están sujetas a un contrato implícito con la sociedad. El «valor» se mide ahora de manera más holística, incluyendo el impacto financiero, social y ambiental de las empresas, desde su abastecimiento, hasta su producción y su eliminación de residuos.
El deseo de hacer más por la sostenibilidad es una conversación recurrente que tengo con mis clientes. Pero les frena el aspecto práctico de hacerlo a gran escala. Está claro que queda mucho camino por recorrer , por lo que es necesario que empresas, políticos y reguladores colaboren y coordinen sus esfuerzos para abordar dos desafíos principales.
El primero es la medición . Una definición más amplia de lo que constituye «valor» se refiere a cómo lo medimos. La encuesta de HSBC muestra la frustración por parte de empresas hacia las inconsistencias en los criterios ambientales, sociales y de gobernanza. Existe una clara brecha entre los indicadores que las empresas encuentran relevantes y los que miden . Un marco común y estándar impulsaría la acción. Una mayor alineación en los informes de empresas en este tema permitiría que se comparasen resultados de unas con otras y la consiguiente presión competitiva sería también un impulsor del progreso.
Una mayor transparencia y la mejora de las mediciones ayudarían también al segundo desafío: las finanzas . Este es el mayor impedimento para ser más sostenible. Para conseguir los objetivos de la ONU sería necesario una inversión adicional de alrededor de 2.500 millones de dólares al año.
La mayoría de las empresas reconocen su papel en el proceso de alcanzar los ODS, pero ¿qué pasa con las rezagadas? A corto plazo, estas compañías se enfrentan a riesgos ya que la sociedad, los reguladores y sus competidores le dan cada vez más importancia a estos temas. A largo plazo también podrían estar perdiéndose oportunidades de negocio, ya que alcanzar los objetivos de la ONU podría desbloquear 12.000 millones de dólares en nuevo valor de mercado y crear 380 millones de puestos de trabajo.
El cambio es a menudo gradual, y luego repentino, a medida que el compromiso se extiende rápidamente desde los jóvenes activistas de todo el mundo hasta las salas de juntas de las mayores corporaciones del mundo. Este parece uno de esos momentos.
Serán aquellos directivos que sepan ajustar sus objetivos para tener en cuenta el impacto social de sus cadenas de distribución, los que generarán valor sostenible a largo plazo para todos.
Natalie Blyth es directora global de Comercio Exterior y Factoraje de HSBC