La mina abandonada que alumbró una premiada cerveza rural
El fundador de «12.70» convirtió la explotación donde trabajaron su padre y sus abuelos en una fábrica y en un foco de atracción turística
La historia de Juan José Villanueva es la de un hombre de 40 años que, tras sacarse una oposición a Policía y trabajar como tal durante una década, decide emigrar a Panamá y poner en marcha empresas de seguridad. Negocios que a día de hoy emplean a más de 400 personas y asesoran a importantes conglomerados turísticos.
Con el tiempo decide volver a su tierra para apostar por la creación real de oportunidades y combatir la despoblación en el Valle de Laciana , territorio que es Reserva de la Biosfera. «Resido entre mi pueblo, Villaseca de Laciana, y Panamá», explica Juan José, quien se corrige a sí mismo apuntando que «en realidad es en el avión donde paso una parte importante de mi tiempo». No obstante, sus planes inmediatos contemplan regresar de manera definitiva a la provincia de León para avanzar en su proyecto cervecero, «12.70» .
Este proyecto nace de la vinculación de este joven emprendedor con su zona. Allí puso en marcha hace un tiempo la Asociación Manuel Villanueva –que lleva el nombre de su abuelo–, con el objetivo de asesorar a las empresas para la fijación de proyectos locales . Posteriormente, ya en 2019, lanzó esta cerveza, elegida en el año de su estreno por los consumidores como la mejor del año.
Regreso a su tierra natal
Juan José Villanueva es un apasionado de su pueblo y quería mantener esa estrecha vinculación con él, pero también potenciar el legado hacia sus hijos, según explica. Por ese motivo, adquiere el grupo minero Lumajo, con 102 años de historia . Un lugar escondido en la Montaña de León y donde trabajaron sus dos abuelos y su padre.
Tras analizar las diferentes opciones, decide fijar allí una cervecera, una factoría en la que ya trabajan seis personas. «Decidí comprar primero la mina y después ver las alternativas que podían desplegarse allí, porque quería que hubiera un proyecto escalable hacia el exterior». En concreto, detalla, lo que buscaba la fábrica y el ecosistema que ha creado alrededor de la misma era dar oportunidades laborales, pero también atraer visitantes.
De manera que, solo durante este pasado verano, se han acercado a las instalaciones de la fábrica, que da acceso a la mina, 2.500 visitas , que pudieron hacer una cata a más de 200 metros de profundidad. Lo hicieron en la mina abandonada desde hace más de 30 años a la que tienen opción de acudir y hasta hacer un recorrido en su tren subterráneo por los 34 kilómetros de túneles.
El impulso de Iberaval
La financiación, uno de los escollos más habituales en los proyectos emprendedores, no fue en esta ocasión un problema. «Llegamos a Iberaval a partir de nuestro análisis financiero, y no tuvimos problemas dado que, por el contrario, recibimos una atención fantástica, pero sobre todo unas mejores condiciones en el acceso al crédito, garantías y, además, hemos recuperado parte de lo pagado por las bonificaciones públicas» del Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León.
Como indica Villanueva, su negocio es «un 80 por ciento historia y un 20 por ciento producto» . La marca, «12.70», proviene del año 1270. En esa fecha se firmó la Carta Puebla que tanta importancia histórica tiene para el Valle de Laciana. Además, su creador apunta el lema de su cerveza:«Las leyendas nunca mueren». Un homenaje a los mineros, como su padre y sus abuelos, que trabajaron en esa explotación.