El millonario negocio de las sneakers no pierde el paso

La fiebre de las «sneakers» no ofrece síntomas de remisión mientras crece un lucrativo mercado alternativo de reventa

La demanda de este tipo de zapatillas ha crecido un 43% en España con respecto a 2019 AdobeStock

Fernando Morales

Las sneakers, o zapatillas que no se destinan a la actividad deportiva, se han convertido en un negocio que pisa fuerte. La evolución de este último año muestra un nicho de mercado creciente y no hay síntomas de que la fiebre por tener las últimas zapatillas del mercado vaya a aplacarse . En lo que va de año, incluyendo la última campaña de Back Friday, y según datos del comparador de precios Idealo, la demanda de este tipo de zapatillas ha crecido un 43% en España con respecto a 2019.

Alrededor de las sneakers se ha creado una verdadera industria donde ya no solo se venden estas zapatillas sino que también se ofrecen accesorios y otros elementos acordes con el estilo urbano. «Cada vez son más las marcas que entran en este mercado porque saben que hay dinero y una demanda alta» , señala Javier Lluch, dueño de Backseries, una agencia especializada en este tipo de productos y que ve que la tendencia «ha venido para quedarse».

Pero ¿cuando irrumpieron estas zapatillas en el mercado? Ciertamente, y aunque es en los últimos años cuando han experimentado un crecimiento mayor, estos productos comenzaron a tener protagonismo en España hace 15 años . Uno de las tiendas pioneras en comenzar a explotar el «boom» fue 24 kilates. «Todo este fenómeno del coleccionismo comenzó en Japón y veíamos que había un hueco en el mercado español porque había gente que lo demandaba» explica Pol Fanlo, el fundador de esta compañía que actualmente opera desde Banckock y que ve que el mercado, debido a la globalización, «se ha masificado muchísimo» . Y es que cuando abrieron su primera tienda en Barcelona –la cerraron justo antes de la pandemia para dedicarse al mundo online, con un negocio «más creativo»– el mercado no estaba dominado por las grandes marcas, sino que eran los propios productores los que vendían e intercambiaban sus artículos. «En Estados Unidos, por ejemplo, no tenían acceso al producto que yo vendía en España» cuenta Fanlo, que recuerda que a todos los vendedores les unía la pasión por las zapatillas.

Todo cambió cuando las marcas que se dedicaban a comercializar zapatillas de deportes vieron el «potencial» de las sneakers. Ahora, según Pol, hay compañías que tienen más de un 50% de su producción dedicado a estos artículos . Con esta eclosión, el producto «se empezó a depreciar porque se masificó la industria», lo que conllevó que las grandes marcas dejaran de apoyar a los pequeños comercios. «Muy pocas compañías han seguido apoyando a las tiendas originales que ayudaron a dar a conocer a las sneakers», señala Pol, que ve que con la entrada de las grandes marcas en esta cultura «se ganó en negocio pero se perdió en creatividad».

Oferta y demanda

Pero «sin duda», por lo menos para Lluch, es un mercado de coleccionista en el que las marcas «no paran de sacar ediciones limitadas y colaboraciones con artistas», lo que a su vez genera un mercado de reventa , que juega «un papel crucial» desde el momento en que hay, como ahora, una alta demanda y una oferta muy limitada. En muchas ocasiones, los pares son revendidos incluso antes de salir a la venta. «En torno a la reventa hay una industria montada bastante importante que con los años tendrá un impacto fundamental en la manera de entender la comunidad sneaker», continúa.

Un futuro que estará marcado, para Lluch, por más modelos en colaboración con artistas y más protagonismo de los comercios de las propias marcas, como Nike, principal vendedor de estas zapatillas. Según Fanlo, «ganan mucho más si abren sus propias tiendas y no dependen de intermediarios». Es decir, el mercado de las sneakers se está convirtiendo en un negocio para las grandes marcas . Una situación que afecta tanto a las pequeñas empresas como a aquellas que no tengan credibilidad dentro del sector para ser capaces de llegar a acuerdos de colaboración con otras entidades, como la que sacó 24 kilates la pasada semana con Diadora y que consiguió acabar con el producto el mismo día del lanzamiento. «Es un mercado que cuando sale algo que la gente quiere se vende muchísimo», cuenta Fanlo.

En cualquier caso, y como apunta Lluch, hay dos tipos de clientes: «los que aman la cultura, la generan y la consumen y los que buscan un método de conseguir dinero mediante la reventa».

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